jueves, 23 de diciembre de 2010

Manuales Económicos.

Hoy Manolo Conthe.

España, Alemania y el euro

14/12/2010 | 19:17

Además, en el caso particular de España, el anuncio de una futura cumbre bilateral España-Alemania, a celebrar en España el 3 de febrero, es una magnífica noticia, porque revela dos cosas:

- La sensibilidad política de la Canciller Merkel, que ha considerado preciso un gesto público de acercamiento y apoyo a España en las actuales circunstancias, a pesar de la torpeza con que el presidente Zapatero y el Gobierno español se ha venido comportando con Alemania desde que llegaron al poder en 2004.

- El (tardío) reconocimiento por las autoridades españolas de que mantener una buena relación con Alemania -como la que consiguió Felipe González en tiempos del Canciller Kohl- debe ser una de las prioridades de nuestra política exterior.

Los tres grandes acuerdos del Consejo Europeo figura en los Anexos de las citadas Conclusiones, y pueden resumirse así:

1º. Se añadirá al art.136 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) un breve párrafo, que dirá:

"Los Estados miembros del euro podrán establecer un Mecanismo de Estabilidad que se activará cuando sea indispensable para salvaguardar la estabilidad de la zona euro en su conjunto. La concesión de cualquier ayuda financiera al amparo del Mecanismo quedará sujeta a estricta condicionalidad".

Tras los oportunos dictámenes preceptivos, este acuerdo político se convertirá en marzo en un decisión formal de modificación del Tratado, que los 27 Estados miembros deberán ratificar, siguiendo el mecanismo simplificado que prevé el artículo 48.6 del Tratado de la Unión Europea.

Se prevé que la modificación entre en vigor el 1º de enero de 2013. A partir de esa fecha, el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sustituirá al mecanismo transitorio -la European Financial Stability Facility o Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) aprobado el pasado mayo.

2º. El Consejo Europeo refrendó el acuerdo aprobado el 28 de noviembre por los Ministros de Economía y Hacienda del Eurogrupo sobre el futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

En consecuencia, el uso del MEDE por un Estado en apuros:

- Exigirá el acuerdo unánime de los Ministros del Eurogrupo.

- Deberá ir acompañado de un Programa de Ajuste respaldado y co-financiado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

- En función de las circunstancias del caso y, en particular, del grado de sostenibilidad financiera del endeudamiento del Estado socorrido, podrá o no exigir que el uso del MEDE vaya acompañado de una restructuración de sus deudas frente al sector privado (private sector involvement).

A tal efecto, a partir de 2013 las emisiones de deuda de los Estados deberán incluir una "Cláusula de Acción Colectiva" (collective action clause o CAC) que faculte a los acreedores privados a aprobar, en virtud de un acuerdo por mayoría cualificada (es decir, sin necesidad de unanimidad), una restructuración de sus créditos, que resultará vinculante incluso para quienes voten en contra (hold-outs).

En caso de restructuración de la deuda del Estado socorrido, no afectará ni a los préstamos del FMI ni a los del MEE, que tendrán carácter privilegiado (preferred creditor status) respecto a las demás deudas.

[La reciente propuesta del instituto Bruegel de crear en la zona euro, en virtud de una modificación del Tratado, un mecanismo concursal para los deudores soberanos, aunque considere preferible esa alternativa (statutory approach) a la meramente contractual (contractual approach) de incluir CAC en las nuevas emisiones de bonos soberanos, contiene información muy útil sobre ambas ideas].

3º. Los Estados miembros (incluida Alemania) se comprometieron a "hacer todo lo necesario para mantener la estabilidad del euro" y, en caso necesario, a dotar de recursos adicionales al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).

Este compromiso está contenido en la letra c) de la Declaración incluida como Anexo III de las Conclusiones del Consejo, en la que los Estados miembros se comprometen a "garantizar la disponibilidad de un apoyo financiero adecuado por medio del FEEF".

Es cierto que el Consejo Europeo no cuantificó esa potencial ampliación de la cuantía de la FEEF, pero la declaración suscita la impresión inequívoca de que, si resultara necesario, el Fondo se ampliará en toda la cuantía necesaria.

La razón de esa falta de precisión está, a mi juicio, en que Alemania sufre el que llamé "dilema del protector" (ver "Alemania y la crisis griega"): antes de que se produzca una crisis, el protector procura limitar sus compromisos y exigir al protegido que adopte las medidas precisas para evitar un ataque; pero si, a pesar de los esfuerzos del protegido por evitarlo, el ataque se produce, el protector acabará haciendo acto de presencia, como el Séptimo de Caballería.

Las fases del euro

[14-12-2010]

En “Los Señores de las Finanzas” (Deusto, 2010) -un interesante relato de los conflictos monetarios y financieros en la Europa de Entreguerras-, Liaquat Ahamed reproduce la célebre frase de Keynes en la versión francesa de su “Tract on Monetary Reform”:

“Cada vez que el franco pierde valor, el Ministro de Finanzas está convencido de que se debe a todo menos a causas económicas. Lo atribuye a la presencia de un extranjero en las inmediaciones de la Bolsa o a la misteriosa y maligna influencia de la especulación. Intelectualmente esto no se aleja mucho de que un hechicero africano atribuya una enfermedad del ganado al “mal de ojo” de alguien que pasa por ahí, o el mal tiempo al apetitito insatisfecho de un ídolo”.

Crisis y falacias

Esa “falacia animista” descrita por Keynes en los años 20 ha reaparecido, lógicamente, durante la actual crisis financiera, en especial en quienes –con frecuencia, de izquierdas- personifican el concepto abstracto de “mercados” y lo contraponen al principio de legitimidad democrática. Así, como ilustración, Santiago Carrillo escribía en “El País” del jueves pasado:

“Estamos asistiendo a un espectáculo increíble, a una verdadera pesadilla: unos cuantos Gobiernos europeos elegidos democráticamente por sus pueblos que están mostrando una total impotencia, como acorralados por ese monstruo de cabeza y cuerpo opacos que denominamos enfáticamente los mercados y que en realidad no es otra cosa que el sistema financiero globalizado, precisamente el mismo que desencadenó la actual crisis mundial…En plena crisis hay grupos que siguen especulando y haciendo beneficios a costa de la estabilidad de los Estados y del empobrecimiento de los pueblos”.

Pero junto a esa tradicional “falacia animista” que atribuye a ese “monstruo” o “sistema” una voluntad unitaria y maléfica de atacar a los regímenes democráticos, la crisis está suscitando otra falacia de signo contrario: atribuir el comportamiento de autoridades o personas de carne y hueso – presidentes de Gobierno, Ministros, autoridades financieras…- a sus limitaciones y defectos personales, no a las complejas circunstancias a las que se enfrentan. Es un error que los psicólogos denominan “error fundamental de atribución” (fundamental attribution error) o correspondence bias.

A mi juicio, incurren en ese error quienes acusan a la Canciller Merkel y a las autoridades alemanas de “actitudes anti-europeas”.

Europeísmo y E-bonds

El más reciente de esos episodios ha sido la reacción del primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, tras la negativa alemana a aceptar la propuesta que, junto el Ministro italiano Giulio Tremonti, formuló en el Financial Times del 6 de diciembre: que el conjunto de los países miembros del euro creen una Agencia Europea de Deuda que empiecen a emitir un Eurobono común (E-bond), para cubrir hasta la mitad de las necesidades de financiación de cada Estados miembro e incluso sustituir, mediante un canje con descuento, una parte sustancial de sus emisiones vivas. Ello permitiría a los Estados en apuros mejorar las condiciones de su financiación, tranquilizaría los mercados de bonos y constituiría un paso decisivo hacia la integración fiscal y política de la zona euro.

Tras el rechazo público de esa idea por la Canciller alemana, las palabras de Juncker no fueron desmesuradas –“Alemania piensa de una forma un poco simplista” y “el Gobierno Federal tiene una forma poco europea (uneuropäische) de resolver los asuntos europeos”-, pero, al proceder de una persona tan ponderada y próxima a Alemania, se interpretaron como una crítica virulenta y destemplada.

Por desgracia, la Canciller Merkel se enfrenta a una compleja situación, que le deja poco margen de maniobra y, en ausencia de una crisis perentoria, le obligaba a oponerse a la propuesta.

En efecto, la aceptación por Alemania en 1998 de una unión monetaria amplia fue una controvertida decisión del Canciller Kohl que suscitó el rechazo de muchos economistas (incluidos varios del Bundesbank) y un recurso de inconstitucionalidad, que el Tribunal resolvió favorablemente a la vista de varios preceptos del Tratado, entre ellos el artículo 103 (hoy 125), que consagró la (mal llamada) “regla del no bail out”.

Esa regla, propuesta por el Reino Unido, pretendía aclarar a los mercados financieros que no esperaran que un país en crisis fuera socorrido por la Unión Europea o por los restantes países miembros. No obstante, su texto final sólo prohíbe que la Unión Europea u otros Estados garanticen la Deuda de un país miembro, pero no que, llegada una crisis, le socorran voluntariamente. No es, pues, en puridad una regla de “no bail-out”, sino de “no-corresponsabilidad por deudas”. Pero muchos alemanes creyeron de buena fe que significaba lo primero.

La crisis de la Deuda griega de la pasada primavera y, más tarde, de Irlanda llevó a una situación límite que obligó a Alemania a apoyar sendos rescates y la creación del nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, lo que ha suscitado un nuevo recurso de inconstitucionalidad.

Por eso, en el Consejo Europeo de octubre la Sra. Merkel aceptó dar carácter permanente al Mecanismo Europeo sólo si se incorpora una referencia a él en el Tratado y, además, se prevé la posibilidad de que, cuando se use, los acreedores privados del Estado en crisis puedan verse obligados a aceptar una restructuración de sus créditos. Esa potencial “participación del sector privado” no sólo protegería a los contribuyentes alemanes, sino que haría más creíble que en el futuro los deudores soberanos imprudentes puedan sufrir crisis.

El ciclo de Schonpehauer

Partiendo de esas limitaciones, era imposible que la Sra. Merkel, por europeísta que fuera, pudiera apoyar la propuesta de los E-bonds. Paradójicamente, no obstante, el Canciller Kohl y otros políticos alemanes siempre afirmaron que una Unión monetaria no podrá subsistir a largo plazo sin una Unión política que la respalde. La crisis financiera les ha dado la razón. Por eso, a lo largo de 2010 el Consejo Europeo y el Banco Central Europeo han adoptado decisiones que hubieran sido impensables antes.

Se atribuye al filósofo alemán Schopenhauer un célebre dicho: “Toda verdad pasa por tres fases. Primero es ridiculizada y caricaturizada. Depués, combatida. Y, finalmente, aceptada como evidente”.

La cuestión crucial, en vísperas del Consejo Europeo de diciembre, será si ese ciclo político tendrá la velocidad necesaria para que el euro pueda afrontar con éxito sus graves desafíos.

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