sábado, 31 de octubre de 2015

El Borbón y la comisión...

No era fácil hasta ahora hacerse con un ejemplar de 'El precio de la Transición' (Planeta, 1991); a menos, eso sí, que uno estuviera dispuesto a gastarse los alrededor de 50 euros que pedían por él en el circuito de libros descatalogados.
La demanda, por tanto, era muy superior a la oferta; entre otras cosas porque la demanda de visiones críticas sobre la Transición se ha disparado desde que estalló la recesión económica (2008), surgió el 15-M (2011) y las instituciones políticas del país cayeron en una crisis de legitimidad de la que aún están por salir.
Fenómeno cultural que ha reforzado el estatus de Gregorio Morán (Oviedo, 1947): de voz crítica y heterodoxa que clamaba en el desierto del 'mainstream' a periodista de referencia para una nueva generación que muestra poca o ninguna admiración hacia conceptos como 'transición modélica' o 'bipartidismo'.
La editorial Akal recupera ahora 'El precio de la Transición'. Revisado y con un nuevo prólogo en el que el periodista asturiano, fiel a su leyenda, no deja títere con cabeza. En efecto, si bien su ácida visión de la Transición va a ser mucho mejor recibida ahora que en 1991, hay algo que no ha cambiado desde entonces: la afición de Morán a agitar sus argumentaciones a mamporro limpio.
“La Transición de la dictadura a la democracia fue relativamente breve, apenas siete años (desde noviembre de 1975 hasta octubre de 1982), poco más que la duración de la Segunda República (cinco años y dos meses). Ahora bien, la Transición como periodo histórico, con su Constitución de 1978, lleva funcionando 40 años, para gozo y satisfacción de quienes la parieron, la amamantaron y la pusieron a trabajar, lo más pronto que consintió su edad, en una casa de lenocinio”, escribe en el prólogo del libro.
Gregorio Morán pasó hoy por Madrid para presentar 'El precio de la Transición' y habló con El Confidencial sobre el ayer y hoy de la democracia española. 
PREGUNTA. ¿El tiempo ha puesto este libro en su sitio?
Los últimos años han sido demoledores para los análisis de la Transición. Han cambiado las tornas de una manera total
RESPUESTA. En 1991 ya estaba perfectamente definido lo que había sido la Transición, lo sorprendente era ver cómo la gente se creía la versión oficial con tanta facilidad. Pero los tres últimos años han sido demoledores para los análisis de la Transición. Han cambiado las tornas de una manera total. ¿Por qué ha saltado todo por los aires? Porque la crisis lo mueve todo. Igual que es imposible entender lo que sucede ahora en Cataluña sin el contexto de crisis económica brutal. En 1991, por contra, casi nadie osaba romper el marco político y opinativo. Muy pocos salieron en defensa de mi libro; sin embargo, los ataques fueron fulminantes. La propia editorial, Planeta, soltó una frase feliz tras leer el manuscrito: "Pero… este no es el libro que esperábamos".
P. ¿Qué libro esperaban en Planeta?
R. La frase significaba, evidentemente, que el libro era muy duro. Hubo algunos cortes que ahora he restituido. Algunos párrafos, alguna referencia al Rey… En cualquier caso, fueron pequeñas modificaciones que no cambiaban el discurso de fondo de 'El precio de la Transición'.
P. En el nuevo prólogo atiza usted de lo lindo a una figura ampliamente respetada hace hace poco por su contribución a la democracia: Juan Carlos I. ¿Podría explicar el porqué de sus críticas al joven lector que no vivió los años locos de la democracia? 
Los partidos idearon unos sistemas corruptos de crecimiento. De Filesa en adelante. Nadie se libra. El que se libra es porque no tocó poder
R.  En la Transición la corrupción no importaba, porque lo fundamental era ganar libertades y estabilizar la democracia. La corrupción existía, pero era un problema muy menor. Me acuerdo de aquello de los 5.000 corderos que le vendió el cuñado de Adolfo Suárez a Egipto. ¡Oh, qué escándalo! Pero claro: compara eso con Bárcenas y el Palau de la Música. Peccata minuta. Luego llegaron los partidos e idearon unos sistemas corruptos de crecimiento. De Filesa en adelante. Hubo de todo. Nadie se libra. El que se libra es porque no tocó poder.
P. De Juan Carlos I escribe que debería haber dado ejemplo, pero hizo justo lo contrario, y los políticos imitaron su comportamiento...
R. Lo suyo con la corrupción fue un descaro. Los barcos… Todo, todo. Juan Carlos I fue, sin ninguna duda, el mayor comisionista que hubo en este país. Donde olía dinero, ahí estaba. Una obsesión que venía de Fernando VII, pura tradición borbónica. Lo gracioso es que lo justificaban diciendo que Juan Carlos I había tenido muchas dificultades económicas de joven. ¡Eso es una sucia mentira! Los Borbones no tuvieron dificultades económicas nunca.
P. Se escriben constantemente artículos comparando la época actual con la Transición. La última coletilla periodística es comparar a Albert Rivera con Adolfo Suárez. Como biógrafo de Suárez, ¿qué opina de esta analogía?
Las comparaciones entre Albert Rivera y Suárez no tienen ni pies ni cabeza
R. Que no tiene ni pies ni cabeza. Es un chiste de patán ignorante, de alguien que no conoce nada de Suárez y muy poco de Rivera. No son comparables ni por tradición, ni por formación… Es la típica simplificación de columnista brillante. No tienen nada que ver. Piensa de dónde venía Suárez y de dónde viene Rivera... Albert Rivera pertenece a un partido al que no votaré nunca, pero siempre ha mantenido posiciones políticas bastante similares; Adolfo Suárez, por contra, hizo de todo... El problema es que hablan del Suárez muerto, del Suárez canonizado, de la leyenda, no del Suárez que pasó una durísima etapa al frente de UCD… hasta que le echaron. Son los mitos de la Transición…
P.  ¿Se perpetúan dichos mitos?
R. Está sucediendo un fenómeno muy curioso: los 40 años de franquismo se han ido achicando más y más, y ahora parecen un periodo histórico muy corto. Sin embargo, los siete años de Transición se han ido dilatando más y más… hasta que en vez de siete años parecían 70. Así que todos estos tópicos, como el de comparar a Rivera con Suárez o llamar Segunda Transición a lo que estamos viviendo ahora, pueden funcionar. Es cierto que hay dos nuevos partidos que no tienen nada que ver con los dos anteriores. Eso sí que es una novedad. Ahora bien: ¿cómo se reflejará eso en las urnas? Está por ver.
P. Viendo lo que ha ocurrido en Cataluña los últimos días, ¿diría que el PP y Convergència se retroalimentan electoralmente?
Para Artur Mas y para Convergencia la independencia es la amnistía, el no ir a la cárcel
R.  Para Rajoy es un problema muy diferente que para Artur Mas. Para Mas y para Convergència la independencia es la amnistía, el no ir a la cárcel, así de claro. Pero para Rajoy es un marrón porque, entre otras cosas, no tiene ni idea de Cataluña, pero ni idea. Por supuesto que ni estos ni Bárcenas van a ir a la cárcel, o irán unos días como mucho, porque saben demasiado. Mira lo que ha pasado con ese fondo inagotable de dinero para Convergència que fue el Palau de la Música: Millet se presenta en los juicios en silla de ruedas y todo el mundo exclama: "¡Pobre viejo!".  

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