MCLAREN: CON LA ‘KATANA’ DE HONDA EN EL CUELLO Y EL SAMURAI PARA MANEJARLA

Por razones deportivas y empresariales, para Ron Dennis y McLaren el retorno de Honda a su vera es un tren que no pueden perder si el equipo británico quiere reeditar esa gran aureola del pasado que propició el crecimiento del McLaren Group, un emporio industrial nacido al éxito de la Fórmula 1 desde los años ochenta. Y como para Ferrari, aunque a diferente nivel mediático, el éxito en la Fórmula 1 es vital para los intereses del grupo.
De hecho, el equipo británico lleva dos años sin patrocinador principal. Sus dos últimas temporadas han sido muy desafortunadas. A pesar de su pedigrí, McLaren no consigue un título de Constructor desde 1998 y sólo ha caído uno de Pilotos en 2008. Podría hablarse de una crisis similar a la de Ferrari, aunque diferente en su gestión, con una reestructuración progresiva, más discreta y sin el dramatismo del equipo italiano. Pero con Honda como socio y suministrador en exclusiva hasta 2016, sus urgencias de resultados son también enormes.
Ciertamente, Dennis y Bouiller se lanzaron a por la ‘crema’ del mercado, conscientes de su responsabilidad para corresponder al potencial técnico y económico que aporta Honda y cuyo objetivo incontestable y declarado es la victoria. McLaren está obligado a cumplir con su parte, esto es, la gestión de chasis, carrera, logística y actividades de pista. El fichaje de Alonso puede considerarse un gran éxito para sus responsables. Y para convencerle, habrán tenido que enseñarle mucha munición y potencia de fuego tanto en Woking como en Japón.
Dennis, lo ha apuntado por activa y pasiva, busca un nuevo "ciclo de dominio" en esta era; como en los ochenta. Pero ya hemos visto que grandilocuentes objetivos, retórica y realidad tampoco han ido de la mano en McLaren. Visto el potencial de Mercedes en este ciclo, situarse en posición de aspirar al título ya será un gran éxito. Falta ver cuándo.
Con tantas novedades en McLaren, más que pronósticos, para 2015 sólo cabe abrir un árbol de posibilidades. La más temida es que la unidad híbrida nipona se convierta en una pesadilla durante su primera temporada frente a rivales con un año de experiencia previa sobre el terreno. O que la integración entre el chasis y el motor nipón no depare los resultados esperados.
Pero desde Honda se destila un raro optimismo ante sus recursos y experiencia previa con la tecnología híbrida. “Quizás descubráis que estamos llevando a cabo una gran preparación para la próxima temporada”, avisaba recientemente el optimista Yahuhisa Arai, responsable del proyecto, quien se atreve a pronosticar que “igualarán a Mercedes”. Si Renault fue capaz de superar la inicial pesadilla tecnológica el pasado año y ganó tres carreras con Red Bull, ¿por qué no esperar también victorias en 2015?
¿Y si dentro de ese árbol de posibilidades McLaren/Honda ofreciera un conjunto muy competitivo? La compleja naturaleza y dinámica de la Fórmula 1 nos recuerda que para milagros mejor mirar hacia Lourdes. Pero si fuera el caso, nos vamos a divertir el próximo año. Y si no, esperaremos para comprobar si Alonso es capaz otra vez “de colocar su monoplaza donde no debería estar”, como fue el caso con Ferrari en tantas ocasiones.

FERRARI: CUANDO LA TIERRA QUEMADA NO ES NEGRA, SINO ROJA

El equipo italiano nos ha acostumbrado estos años al contraste entre el deseo y la realidad. Sus mensajes y los resultados se han movido en direcciones opuestas. Apelar constantemente a su gran potencial técnico, a la pasión y a la historia no garantiza monoplazas ganadores. Y por tan amargo trastazo frontal con esa realidad, en Ferrari se ha pasado la guadaña a todos los niveles hasta extremos que ni siquiera se vivieron en 1991, quizás una de las mayores catarsis vivida nunca por la Scuderia. 
Vayan las manos por delante con lo anterior para dejar claro que el futuro de Ferrari en 2015 es una incógnita total, tantas son las áreas afectadas por el vendaval desatado por Sergio Marchionne. Se abre una época inédita en su larga historia porque gran parte de ella ha estado comandada bien por Enzo Ferrari o por Luca Montezemolo. Porque la ‘tierra quemada’ de Sergio Marchionne debería traer consigo un necesario cambio cultural, a juzgar por el ajuste de cuentas con Montezemolo, visualizado en su última rueda de prensa con Arrivabene. En el ‘Pranzo di Natale tradicional de este año no apareció ni siquiera en los vídeos quien fue el presidente desde 1991...
En todo caso, Ferrari se ha ganado a pulso un preventivo escepticismo ante su nueva etapa cuando se le escuchan a Marchione (un ejecutivo de automóviles)  jeroglífos como que semejante reestructuración  “es un enorme experimento dentro de nuestro concepto de continuidad”. En la Fórmula 1, llega el éxito con la estabilidad estructural y la eficacia organizativa. Tan imprescindibles premisas han volado por los aires con el paso del huracán todavía tan reciente.
Por tanto, cabe anticipar un 2015 con menor tensión en Maranello. De momento, ya se están echando fuera los balones de la presión. En cuanto a sus pilotos, cabe dudar del rendimiento de un devaluado Kimi Raikkonen si el equipo italiano no consigue ayudarle a solventar sus problemas con los neumáticos Pirelli. Con Sebastian Vettel se pondrá a prueba de nuevo su adaptación a monoplazas sin tanta carga aerodinámica en comparación a su era triunfal en Red Bull. Pero su indudable capacidad de trabajo,  autoridad moral y el aire fresco que aporta deberían impulsar a un equipo dado a echarse en brazos de sus líderes. Eso sí, el alemán se enfrentará a un nuevo modelo cultural, tan diferente al de los comandos de acción rápida de Red Bull.
Y eso que, según parece, el nuevo monoplaza de James Allison ya ha aportado sensibles mejoras de rendimiento en el simulador, motor aparte. El propulsor no podrá ser peor que el del pasado año. La temporada de la Scuderia en 2015, tampoco. Ojalá, porque la Fórmula 1 siempre funciona mejor con un Ferrari ‘vincente’.