lunes, 13 de noviembre de 2017

Colau vá de Diva....

Nuevo punto de inflexión en la política catalana tras la ruptura del pacto de gobierno municipal de los 'comuns' con el PSC. En medio de un contexto preelectoral y con los sondeos vaticinando que Catalunya en Comú-Podem podría convertirse el 21-D en una fuerza bisagra para decantar la balanza hacia el bloque independentista o el constitucionalista, la formación liderada por Ada Colau ha puesto las cartas boca arriba. Se aleja del denominado polo constitucionalista, allana el pacto poselectoral con ERC —que viene negociando desde el pasado mes de agosto— y deja a Podemos en una difícil situación tanto para construir su discurso territorial, reflejado en su descenso electoral, como para mantener sus acuerdos de gobierno o de legislatura con los socialistas.
El giro estratégico, con epicentro en el Ayuntamiento de Barcelona, para llegar a ocupar puestos de responsabilidad en el Govern acarrea para los 'comuns' varios peajes en el corto plazo. El primero de ellos deberá pagarlo Podemos. La formación liderada por Pablo Iglesias ya atravesaba serias dificultades para defender su modelo de país y ahora quedará más hipotecado a la línea que se marque desde Cataluña. Además, sitúa a Podemos fuera de los acuerdos para una reforma constitucional sobre la que ya no tenía demasiadas expectativas. “La reforma constitucional puede ser más bien una 'deforma'. En lugar de más democracia, y capacidad de decisión, todavía menos”, aseguraba el vicepresidente del Gobierno de Castilla-La Mancha, José García Molina, que gobierna en coalición con el PSOE.
Otra de las consecuencias con las que deberán lidiar los 'comuns' en plena precampaña es la división interna generada por la decisión, tanto entre las bases (la opción de la ruptura se impuso con apenas 320 votos de diferencia) como entre representantes públicos. Sus aliados de ICV, formación integrada en Catalunya en Comú, han sido los más críticos con la decisión, movilizando a sus bases para votar no en la consulta interna.
La consumación de la anunciada ruptura del pacto de gobierno entre Barcelona en Comú y el PSC, aunque con una votación más ajustada de lo previsto por la dirección de los 'comuns', ha tenido como principal argumento el apoyo de los socialistas al 155, pero no deja de ser la consecuencia de un acercamiento hacia los republicanos, con quienes mantenían un mesa de negociación al más alto nivel. Las bases de este acercamiento se cerraron en la cena secreta que mantuvieron en casa del editor Jaume Roures el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el candidato de los 'comuns' a la Generalitat, Xavier Domènech, con el presidente de ERC, Oriol Junqueras, y la secretaria general, Marta Rovira.

Negociaciones multinivel

Entonces se puso sobre la mesa el acuerdo poselectoral, como adelantó este diario, siempre sacando de la ecuación al PDeCAT —cuyo espacio ahora de subalternidad sería ocupado por los 'comuns'— y sin descartar la participación del PSC. Un 'tripartit' que en los últimos días alentó públicamente el propio Pablo Iglesias. Tras colocar aquellas bases para el entendimiento, con un horizonte cerrado a la reedición de Junts pel Sí, republicanos y 'comuns' nombraron sendos equipos negociadores con una perspectiva multinivel, mirando tanto a la Generalitat como a la gobernabilidad del Ayuntamiento de Barcelona.
La alcaldesa de Barcelona, en una foto de archivo en la que acude a votar acompañada de Adrià Alemany. (EFE)
La alcaldesa de Barcelona, en una foto de archivo en la que acude a votar acompañada de Adrià Alemany. (EFE)
Colau situó a la cabeza de su equipo negociador a su núcleo duro, formado por Adrià Alemany, pareja de la alcaldesa y figura clave tanto en la construcción de Barcelona en Comú como de Catalunya en Comú, Gerardo Pisarello, primer teniente de alcaldía, y al gerente del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí. Este último formó parte del entorno de ERC, como miembro del Moviment D’Esquerres (MES), al que Alfred Bosch llegó a ofrecer el segundo puesto de la lista, hasta su fichaje por Colau.
Esta terna fue la encargada de sellar el acuerdo para facilitar la apertura de los colegios electorales, cuyo trasfondo pasaba por evitar la asunción de responsabilidades por parte de la alcaldesa y el apoyo de los independentistas —logrando así la mayoría absoluta que no sumaban con el PSC— para desbloquear algunos de los grandes proyectos guardados en el cajón antes de finalizar la legislatura. Un paso previo al pacto poselectoral en las autonómicas y muestra de voluntad del equipo de Colau.
El empresario Oriol Soler, hombre fuerte del 'procés' en la sombra, ha estado de forma intermitente al otro lado de la mesa negociadora
“No gobernaremos con otros partidos, pero buscaremos todos los acuerdos necesarios con todas las fuerzas políticas para continuar con las líneas de gobierno que se basan en situar el eje social en el centro del debate”, explicaba Pisarello tras anunciar la decisión. El empresario Oriol Soler, hombre fuerte del 'procés' en la sombra, ha estado de forma intermitente al otro lado de la mesa negociadora, incluida su presencia en la polémica cena secreta, con un papel preponderante y de nexo entre los 'comuns' y los independentistas.

Campaña de guante blanco y división interna

La campaña electoral de los 'comuns' estará marcada por este giro estratégico, a la espera de que se sigan definiendo las distintas posiciones. Este domingo, el candidato Xavier Domènech adelantaba en una entrevista con el diario 'Ara' que se sentiría cómodo gobernando con ERC “en un Gobierno que no compitiera para construir la soberanía y priorizara la agenda social”, para lo cual, sentenciaba, “nosotros somos la garantía de que sea así”. Tras asegurar que extenderán "la mano a todas las formaciones políticas que defiendan que Cataluña debe decidir su futuro y que pongan la agenda social en el centro”,centraba sus críticas en un PSC que “tiene una crisis grave de identidad”.
El diputado de los republicanos en el Congreso, Joan Tardà, daba ya señales el día previo al anuncio de la ruptura entre Barcelona en Comú y el PSC, al exigir a Colau que hiciese una campaña “sin ofendernos entre nosotros”. Se refería a las palabras de Colau en la manifestación contra los “presos políticos” exigiendo explicaciones al Govern cesado por “engañar y tensionar” Cataluña.
La anticipación de una campaña de guante blanco entre 'comuns' y republicanos, sobre la que Colau ya fue dando muestras al posicionarse en simbólicas votaciones del pleno municipal junto al bloque independentista, allana todavía más el hipotético pacto poselectoral. Una arriesgada apuesta que puede golpear en forma de bumerán a Podemos de cara a las municipales y autonómicas de 2019, puesto que los socialistas ha reaccionado a la ruptura remarcando la falta de fiabilidad de Podemos como socio de gobierno y adelantando que se dificulta la relación entre ambas fuerzas.
La división interna que ha generado la posición de Podemos respecto al conflicto catalán también se ha reabierto con mayor intensidad. Cargos orgánicos, diputados en el Parlament de Catalunya Sí Que es Pot y de En Comú Podem en el Congreso, no han escondido sus críticas desmarcándose públicamente de la decisión. El presidente del grupo parlamentario, Lluís Rabell, y su portavoz, Joan Coscubiela, que no repetirán en las listas, acusaban a la dirección del partido de remar con los independentistas.
El diputado nacional y exconcejal en el Ayuntamiento de Barcelona Raimundo Viejo, por su parte, resumía con la expresión “lo siento, Barcelona” su oposición a la ruptura del pacto de gobierno municipal. El sector anticapitalista de Podemos y miembros de la dirección saliente de Podem han aplaudido la ruptura del pacto municipal con los socialistas. Desde la dirección de Podemos, han querido guardar silencio tanto en público como en privado, vinculando esta decisión al ámbito de Barcelona en Comú y, como tal, negando que pueda tener consecuencias más allá de lo estrictamente municipal. La formación no celebrará este lunes su semanal consejo de coordinación por la ausencia de Pablo Iglesias, que retornará la tarde de este lunes de un viaje a Bolivia. Las reglas del juego han vuelto a cambiar a solo 39 días para las elecciones catalanas y el destino de Podemos sigue en manos de los movimientos de sus socios en Cataluña.

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