sábado, 24 de enero de 2009

Los British dejarán de cacarear.

Y perderán plumas en el combate, como casi todos.

Reino Unido teme que el apoyo a la banca le cueste la rebaja de calificación
Publicado el 23-01-2009 , por Roberto Casado (Londres)
Ayer acabó una de las semanas más duras para la economía británica. Se inició el lunes con el lanzamiento de un nuevo plan de rescate público de los bancos, acosados por las pérdidas. Y se cerró con la confirmación de que Reino Unido está en recesión tras el descenso de su Producto Interior Bruto (PIB) al final de 2008.

Ambas noticias pueden tener un efecto demoledor en las finanzas públicas, lo que ha desatado el temor a una rebaja del ráting de la deuda del Tesoro británico, que ahora tiene la máxima calificación de solvencia que otorga la agencia Standard & Poor’s (S&P): la triple A.

“Si el Gobierno acaba nacionalizando todos los bancos, la deuda pública se dispararía hasta el 450% del PIB [ahora ronda el 40%]”, explica Jonathan Loynes, analista de la firma Capital Economics. Pero advierte que “esa deuda está asociada a activos, que pueden depreciarse pero no hasta valer cero”.

Según el banco de inversión Goldman Sachs, las pérdidas reales que podría asumir el Gobierno por el rescate financiero (por las nacionalizaciones o por la cobertura de las pérdidas de la banca) rondan los 120.000 millones de libras, equivalente al 8% del PIB. Los analistas de Panmure Gordon creen que los activos tóxicos de las entidades que pueden depreciarse ascienden a 500.000 millones de libras.

El otro impacto para Hacienda llegará por el aumento del gasto público para estimular la economía y por la reducción de ingresos vía impuestos que conlleva la recesión. El presupuesto puede superar un déficit de cien mil millones de libras en 2009, un 7% del PIB.

Los mercados han recogido esa preocupación sobre las finanzas públicas. La libra está en mínimos frente al dólar y el euro, mientras el coste de los seguros (CDS) para cubrir el riesgo de impago de un bono público británico a 5 años ha pasado en enero del 1% anual sobre el valor del título al 1,4%. Se trata de un precio muy cercano al de los CDS de España, cuyo ráting acaba de ser rebajado por S&P.

Marcus Schüler, director de la firma de análisis Markit, indica que “los CDS han sido un buen barómetro de la futura dirección de los rátings”, por lo que no sería descartable una rebaja del Reino Unido.

Ante este debate, las agencias de calificación de la deuda S&P y Moody’s han aclarado su posición. Según S&P, “los niveles de riqueza y diversificación de Reino Unido le otorgan una fortaleza para sortear las dificultades económicas y mantener su calificación de la deuda, pese a la presión de su sistema financiero”.

Moody’s indica que el nuevo plan de apoyo a la banca en Reino Unido “provocará un deterioro en las cuentas públicas, pero la economía británica tiene suficiente vitalidad para rebotar y el Gobierno tiene espacio para recortar gasto cuando la crisis se calme, o para incrementar impuestos”.

Esta reafirmación del ráting británico ha provocado críticas. Paul de Grauwe, profesor de la Universidad de Leuven (Bélgica), asegura que “la deuda de los gobiernos en España, Grecia e Irlanda ha subido, pero la de Estados Unidos y Reino Unido ha crecido igual, sin que se hayan producido advertencias a estos países. Las agencias están siendo muy selectivas en su reacción”.

S&P se justifica diciendo que “la diferencia de Reino Unido o Estados Unidos con España, Grecia, Portugal e Irlanda es que estos países han perdido competitividad, lo que incrementa sus desequilibrios. La entrada de capital para financiar esos desequilibrios podría no llegar a un coste atractivo, forzando una fuerte corrección en las cuentas públicas”.

Los analistas siguen en alerta la posición de Reino Unido. Loynes cree que “existe el peligro de un círculo vicioso en el que la preocupación sobre las cuentas públicas daña la libra, que a su vez extrema el temor a una bancarrota del Tesoro”. La propia agencia S&P advierte que “Reino Unido tendrá que adoptar estrategias creíbles para cerrar el estímulo fiscal de su economía cuando ésta vuelva a crecer”. Pero con la banca en camilla y el PIB desplomándose, pocos ven el final del túnel en Reino Unido. De la duración de esa travesía dependerá la resistencia de la triple A.

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