La clave de este resultado ha estado en los tenedores de híbridos del tipo C, prácticamente un 80% del total y los que más interesados podían estar en esta primera ventana de liquidez, ya que su precio de canje son 0,5 euros, y elimporte medio de conversión son 0,584 euros, porque ésta es la media de cotización de los 15 días hábiles previos al pasado 16 de octubre, la fecha de cambio.
Sólo con que este grupo de preferentistas hubiera acudido en su totalidad, se habrían hecho con una cuarta parte del capital del banco tras la ampliación, ya que Liberbank habría tenido que emitir cerca de 600 millones de nuevos títulos. En cambio, según ha señalado el banco a la CNMV, apenas va a tener que poner en el mercado 31,65 millones de acciones, equivalentes al 2,19% del capital.
Esto supone que del total de obligaciones sólo se ha convertido el 5,587%, porcentaje que se eleva a algo más del 7% en el caso concreto del tipo C. En términos totales, han aceptado el canje 868 obligacionistas de la serie A; 3.903 de la serie B y 1.835.021 de la serie C. Los dos primeros, además, lo han hecho con unas elevadas pérdidas, ya que el precio de sus híbridos eran 3,92 y 2,58 euros, respectivamente.
Hoy, tras conocerse el resultado de esta primera ventana de liquidez, los títulos de Liberbank cotizan con una caída del 3,2%, en línea con el castigo que está sufriendo todo el sector financiero. No obstante, sitúan el importe de cada acción en 0,62 euros, es decir, cerca de un 7% por encima del precio de conversión.
A pesar de esta ganancia, los antiguos preferentistas han seguido los consejos del refranero español, que defiende el pájaro en mano, y han visto más atractivo el cupón del 7% anual que están recibiendo con sus híbridos, que la promesa bursátil del valor. Además, todavía tienen varias oportunidades para cambiar de opinión, ya que Liberbank prevé abrir ventanas de liquidez cada seis meses durante los próximos cinco años.
Si hubieran acudido de manera masiva los tenedores de híbridos al canje, la operación habría pasado una dura factura a la entidad, ya que habría tenido que realizar una mega ampliación de capital que hubiera supuesto una fuerte dilución del valor, superior al 25%. La otra cara de la moneda es que, ante la baja aceptación, la entidad va a tener que seguir sufragando unos generosos cupones de los híbridos.