PRISA acaba de comunicar la firma de la venta de Alfaguara y otros sellos editoriales de Santillana (en los 22 países en los que tiene presencia) a Penguin Random House Grupo Editorial, por 72 millones de euros. “Queda excluida de la venta el segmento de obras editoriales dirigidas al canal escolar”, es decir, Alfaguara Infantil y Juvenil. Tal y como avanzó el pasado abril este periódico la operación sólo concierne a los sellos literarios. Sin embargo, las negociaciones no se cerraron entonces.
“Con esta operación, Santillana concentrará sus esfuerzos empresariales y de inversión en el área de educación, que ya supone más del 87% de los ingresos de la compañía”, asegura en un comunicado la editora de El país, cuya deuda roza los 3.200 millones de euros. Alfaguara es la joya literaria de Santillana, con autores en cartera como Arturo Pérez-ReverteMario Vargas Llosa y Javier Marías
La armada invencible de la literatura en castellano pasa a manos alemanas y abre la puerta a un mercado editorial del que carecía el grupo alemán Bertelsmann (propietario de Random House) y los ingleses Penguin. De esta manera, se fusiona un fondo literario muy competitivo: por un lado, literatura anglosajona, por otro, literatura en castellano. Una mezcla insuperable. Está por ver cómo se resuelve la comunión de tanta materia prima con sellos hasta el momento en competencia: Taurus, Suma de Letras, Objetiva, Altea, Fontanar, tendrán que hermanarse con Plaza y Janés, Grijalbo, Debate o Lumen, entre otras. 
Asediado por la deuda
Las estrecheces económicas por las que atraviesa la otrora compañía de los Polanco son más que evidentes. Prisa registró pérdidas de 648,70 millones en 2013, lastrada por el deterioro del fondo de comercio de Digital+, su plataforma de televisión de pago. Santillana y su negocio de educación, tradicionalmente la joya de la corona del grupo, mantuvo una facturación por encima de los 730 millones de euros –en torno al 25% del total-, si bien registró un beneficio operativo (ebit) de apenas 80,49 millones, un 25,4% menos respecto a los 107,89 del ejercicio precedente. Ediciones generales vio cómo sus ingresos menguaban un 5,8%. La firma en su conjunto acumulaba a 31 de diciembre una deuda neta total superior a los 3.200 millones, motivo que explica de sobra su necesidad de hacer caja.
Por si fuera poco, la refinanciación pactada con los bancos a finales del pasado año también establece hitos que obligan a la compañía a tomar medidas de calado para reducir su deuda. De hecho, el acuerdo con las entidades financieras se estructura en tres tramos, con vencimientos a dos, cinco y seis años, con obligaciones de pago de 353, 647 y 2.278 millones de euros, respectivamente. Por el camino, la compañía tiene tres años para cumplir con determinados objetivos de desapalancamiento, ya sea vendiendo activos, recomprando deuda en el mercado a descuento o con la emisión de intrumentos de capital, entre otras posibilidades que le concede el acuerdo.
Eso sí, más le vale cumplir. Como advirtió el consejero delegado de la firma, Fernando Abril Martorell, en la junta extraordinaria de accionistas que dio luz verde a la reestructuración, los bancos podrán tomar  “una parte de la participación de Prisa en Santillana" si la empresa no sigue la hoja de ruta fijada. El Confidencial ya publico que la editora de El País rechazó en 2009 una oferta del Grupo Pearson para adquirir el 100% de la división. Tras el verano de 2011, la propuesta llegó de la firma de capital de riesgo Providence Equity, fondo que gestionaba un capital de 23.000 millones y estaba dispuesto a desembolsar más de 2.000 millones por la empresa. Las propuestas por Santillana no han dejado de producirse.
En este sentido, el presidente ejecutivo de la compañía, Juan Luis Cebrián sólo aceptó la venta de una participación minoritaria del 25% al fondo DLJ South American Partners, que pagó 280 millones en abril de 2010 y recibe cada año un más que jugoso dividendo preferente. Aunque la venta de la editorial hubiera resuelto de un plumazo buena parte de los problemas económicos de la propietaria de la Cadena Ser, el factótum de Prisa ha sido siempre reticente a ejecutarla para no reducir el perímetro de la sociedad y, al tiempo, perder la influencia del grupo en Latinoamérica, a la sazón un potencial foco de inversores. De hecho, al barco se han subido en los últimos meses nombres ilustres como Carlos Slim, y otros menos conocidos como el magnate mexicano del transporte low cost Roberto Alcántara Rojas