lunes, 31 de marzo de 2014

Pobres Rurales!


por la concentración bancaria

Las cajas rurales, en peligro de extinción




Las cajas de ahorro ya son historia y ahora las cooperativas de crédito temen que un proceso similar acabe liquidando su modelo tradicional.primir


La historia se repite. Lo que ocurrió con las cajas de ahorros, su integración para su posterior desaparición por bancarización, ahora puede suceder con las cajas rurales. Julio Rodríguez, ex presidente del Banco Hipotecario y de Caja de Granada, acaba de publicar el libro 'Crisis económica y cambios en el sistema financiero', sobre el proceso de reestructuración de la banca. Según relata, al principio, el Gobierno buscó garantizar la solvencia de las entidades con un proceso de fusiones, a fin de que el saneamiento no le costara nada al contribuyente.
A ese prejuicio, asimilar fusiones con solvencia, se unió a otro muy poderoso: el de que las cajas de ahorros debían desaparecer. Ambos, juntos, acabaron con ellas, es decir, con las entidades que más amables eran con los clientes. El actual Ejecutivo, pese a ser de signo diferente, parece tener en mente un proceso similar para las cooperativas de crédito, entre las que están las cajas rurales, sin tener en cuenta los efectos secundarios que ello puede tener.
«¿Por esta concentración bancaria, por la desaparición de las cajas, habrá una mayor exclusión bancaria? Es una posibilidad que apunto», dice Rodríguez. Por si se convirtiera en realidad esta amenaza, habla de la necesidad de una banca alternativa, formada por un ICO más potente y más cercano a la gente, por la preservación de una parte de la banca nacionalizada en manos del Estado con un riguroso control parlamentario y por las propias cooperativas de crédito y las cajas rurales. Entidades éstas con una cuota de mercado del 5,85% y que mantienen la filosofía que las vio nacer en el siglo XIX, cuando la banca ejercía la exclusión financiera porque sólo daba crédito a grandes empresas, terratenientes y aristócratas. Cajas de ahorros y cajas rurales democratizaron el acceso al crédito.
Una cuota del 5,85%
Joaquín Maudos, investigador del IVIE, comenta que, por ahora, pese a la concentración y al cierre de oficinas, la población sin acceso a una sucursal bancaria apenas ha aumentado en los últimos años. Posiblemente, como él mismo apunta, porque, en parte, la han absorbido las cajas rurales. Éstas han ganado cuota de mercado por el cierre de oficinas de cajas. Pero este experto cree que las cooperativas de crédito tienen que racionalizar su estructura. Argumenta que, entre 2000 y 2008, su red de oficinas aumentó un 31%, cifra similar al 30% que creció la de las cajas. Y, en cuanto al empleo, en las cooperativas aumentó un 44,5%, por encima del 32,5% de las cajas.
El Gobierno quiere hacer con las cooperativas de crédito lo mismo que hizo con las cajas de ahorros: fusionarlas, bancarizarlas y sacarlas a Bolsa. El Grupo Caja Rural, que supone un 52,9% de las cooperativas de crédito existentes en España, con cerca de seis millones de clientes, sobre todo microempresas de los sectores primario y terciario, dice que este proceso sería fatal, dado que su razón de ser pasa por la vinculación con y la proximidad a los clientes.
Una fusión y, sobre todo, lo que se prevé que vendría después -es decir, el escrutinio del mercado- provocaría el cierre de las oficinas que no se consideren lo suficientemente rentables. «No creemos en las centralizaciones, no queremos dar créditos desde Madrid, perderíamos nuestro elemento distintivo», afirman fuentes cercanas al mundo de las cajas rurales. Su modelo se basa en el conocimiento profundo de los clientes, lo que hace posible que su morosidad sea inferior a la del sistema en su conjunto.
Maudos comenta que a él no le parece mal que tenga lugar un proceso de concentración en las cooperativas: «No veo cómo se puede perjudicar a una pequeña caja rural el hecho de que se la integre en un SIP».
¿Un SIP de cajas rurales?
Lo malo es que se desconfía: los SIP de cajas de ahorros nacieron muertos. Y Grupo Caja Rural ya disfruta de las ventajas de formar parte de un grupo y haber constituido sus propios servicios centrales y sistemas de apoyo mutuo, entre los que se encuentra la dotación de un fondo para posibles problemas que pueda tener alguno de sus miembros.
La coartada que se sospecha utilizará el Gobierno para forzar la fusión está en la posible debilidad de Cajamar. Royal Bank of Scotland ha detectado el riesgo de que no supere los exámenes de solvencia del Banco Central Europeo. Y en los mercados se agradece que el Gobierno dé una solución de manera anticipada.
Cajamar, entre 2006 y 2013, ha más que duplicado su balance, cuando el volumen de reservas en ese periodo se ha reducido a la mitad, un fenómeno que se ha tenido que mitigar multiplicando el capital.
Dicha entidad estaba sometida a la disciplina del grupo Caja Rural. El modelo de las cajas rurales está fundamentado en la banca comercial minorista, la banca aburrida, basada en la financiación de créditos con los depósitos, sin que tengan necesidad de apelar a los mercados. A Cajamar llegó un momento que le tentó crecer y se fue del grupo. Y, por eso, ahora, Grupo Caja Rural dice que se niega a pagar un error que no ha cometido. Pero la solución, quizás, para Rodríguez, sí pasa por la creación de un banco patrono que las aglutine, pero sin que desaparezcan.

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