Si en 1981 alguien le hubiera dicho a Adolfo Suárez que acabaría convirtiéndose en el político con más biografías (hagiográficas) de la historia de España, le habría tomado por un demente. Si el Suárez de 1981 era un político achicharrado, responsable de todos los males deCeltiberia y condenado al ostracismo, el Suárez del siglo XXI era el hombre que trajo las libertades al país, el político que inventó el consenso, el titán que se enfrentó al tejerazo, el alfa y el omega de la democracia. O la esquizofrenia política española elevada a su máxima potencia.
Su rehabilitación histórica vino de la mano de un boom editorial sin precedentes. Desde el año 2005, se han publicado nada menos que siete ensayos sobre la vida y milagros del expresidente, algo extraordinario en un país con déficit de biografías históricas. 
Se trata, por lo general, de retratos amables y hasta hiperbólicos sobre el político ahora fallecido. Más cosas en común: Muchos de los textos están escritos por periodistas de raza (los que vivieron la Transición) cuyos destinos laborales o vitales se cruzaron en algún momento con los del estadista. Hablamos, por tanto, de ejercicios de fontanería político/periodística; herramienta que, al fin y al cabo, marcó la Transición: las principales decisiones políticas del proceso se tomaron desde arriba (es decir, en secreto y en los despachos).
Libros del subgénero Mis recuerdos de... que no sólo rememoran al político, sino a toda una era. Un poco como si los periodistas quisieran decirnos que ellos también fueron protagonistas de laépoca más mitificada de nuestra historia política reciente (recuerden: casi cuatro décadas después, "consenso" sigue siendo la palabra fetiche del régimen democrático).
Periodistas amigos
Nadie podrá acusar a Fernando Ónega, desde luego, de no haber vivido todo de primera mano como primer jefe de prensa de Suárez y escritor de la mayoría de sus discursos presidenciales. El periodista lo contó en Puedo prometer y prometo. Mis años con Adolfo Suárez (Plaza & Janés, 2013), donde recuerda la gestación del célebre "puedo prometer y prometo" como instrumento para solucionar los "problemas de credibilidad de Suárez". Durante la promoción de su libro, por cierto, Ónega calificó de "héroe nacional" a Suárez. 
Carmen Laviña también fue jefa de prensa de Suárez, pero al inicio de su decadencia política (1982/1983). Lo explicó en Adolfo Suárez. Recuerdos Prestados (Laberinto, 2010), una defensa cerrada de la labor de su exjefe. Según Laviña, Suarez fue un político con un "carisma arrebatador", "que "no se bajaba los pantalones ante nadie" y que "se creó muchos enemigos porque en todo momento decía todo lo que tenía que decir, incluso al Rey".
El periodista Luis Herrero escribió sobre su relación con Suárez en Los que le llamábamos Adolfo (La esfera de los libros, 2007), cuyo mero título (¿cursi?) explica de qué va todo aquello: una biografía íntima. Herrero tuvo acceso al mundo familiar de Suárez porque el expresidente era amigo de su padre, Fernando Herrero Tejedor, exsecretario general del Movimiento.
Manuel Campo Vidal abordó al estadista en Adolfo Suárez. El presidente inesperado de la Transición (RBA, 2012). Vidal dijo lo siguiente durante la promoción de su ensayo: "Creo que a muchos nos gustaría ver en algunos políticos actuales las características de Adolfo Suárez. Pero, de momento, con aquella capacidad suya, no se divisan".
Otra característica de la mayoría de estos libros: pasar por encima de la época (años ochenta) de su declive político
La excepción que confirma la regla (de la lisonja generalizada) la encabeza Gregorio Morán, al que podríamos calificar como de biógrafo de referencia sobre el expresidente. Primero, porque sus ensayos son críticos; es decir, ahondan en las luces y en las sombras de su objeto de estudio, algo que en el mundo biográfico anglosajón suele marcar el nivel de prestigio del autor, aunque en España no sea exactamente así.
Segundo, porque Morán ha escrito dos biografías sobre Suárez en dos momentos históricos completamente diferentes:Adolfo Suárez. Historia de una ambición (Planeta, 1979) y Adolfo Suárez. Ambición y destino (Debate, 2009). Morán es, por tanto, el único biógrafo que escribió durante la presidencia de Suárez (su ensayo de 1979 fue, de hecho un pelotazo editorial). 
Los dos textos de Morán, convertidos ya en dos clásicos de las biografías políticas en nuestro país, se escribieron con treinta años de diferencia. Tres décadas que cambiaron drásticamente lo que España pensaba del político, pero no la visión del autor: el Suárez de la Transición fue un advenedizo cuya incultura contrastaba con su ambición, pero también un político osado y audaz, ideal para un momento en el que se requería tomar decisiones fulminantes y hasta temerarias.  
Dos citas sacadas de los ensayos de Morán: 1) "Más que un hombre con vocación política era un hombre con vocación de poder". 2) "De todas las manipulaciones a las que se ha sometido la Transición, el proceso de beatificación de Suárez es quizás de las más logradas". Canonización que, por diferentes motivos, impulsarían Felipe González y José María Aznar en los años noventa, según explica Morán en su segundo libro. Maniobras políticas bipartidistas que marcarían el tono amable del boom biográfico sobre Suárez en el siglo XXI. 
Para rematar, una declaración de Morán donde pone en duda el siguiente tópico: que Suárez no tenía ninguno de los defectos de nuestros políticos actuales. "Hay un montón de elementos negativos de Suárez que están presentes en la clase política. El carácter de la improvisación, por ejemplo. (...) No sabía compartir. Se podrá decir de Aznar, de Zapatero, de Felipe, que tienen megalomanía, que en su comportamiento político ellos son el número uno y luego colaboran poco o comparten poco el poder... pues comparten muchísimo más de lo que Suárez compartió nunca".