Los límites del Decrecimiento.
Bruno Estrada López es Director de Estudios de la Fundación 1º de mayo y miembro de Economistas Frente a la Crisis
En 1972 el Club de Roma, poco antes de la crisis del petróleo de 1973, publicó el Informe “Los límites del crecimiento”, que fue trascendental para incorporar la sostenibilidad medioambiental al análisis del crecimiento económico. Con posterioridad periódicamente viene surgiendo el debate sobre los límites físicos al crecimiento económico, en lo que se conoce como teorías del decrecimiento, crecimiento cero o estado estacionario. Dichas teorías se basan en la hipótesis de que los límites físicos del planeta suponen un cuestionamiento del incremento continuo de la actividad económica, y del hecho de que alcanzar los límites físicos del planeta, que ellos encuentran cercano, nos llevará a un hundimiento social.
Intuitivamente parece una hipótesis aceptable. ¿Como vamos a poder seguir creciendo indefinidamente si no podemos salirnos de la tierra (por lo menos en los próximos cientos de años en un número apreciable)?
Pero el decrecimiento es un malthusianismo más sofisticado socialmente, no plantea que haya que limitar el crecimiento demográfico, sino la demanda creciente que genera este aumento del número de seres humanos. Aunque es más categórico, ya que acude a las inapelables leyes de la física, en concreto a la segunda ley de la termodinámica o Ley de la Entropía, como justificación última.
Nicholas Georgescu-Roegen planteó en los años setenta que: “En términos de la segunda ley de la termodinámica, la entropía, la tendencia al desorden, siempre se incrementa. La actividad económica puede entenderse, en este sentido, como un proceso por el cual se degrada o dispersa la energía contenida en los minerales o las fuentes energéticas, se pierde para el aprovechamiento humano, lo que impide volver al estado original con igual cantidad de energía”. El reciclaje de la materia y energía dispersada no es la solución ya que se gasta más energía de la que se ganaría con un hipotético reciclaje. Es decir, el aumento de la población y de su demanda creciente hará que la energía disponible se vaya reduciendo, afectando inevitablemente la actividad económica y el desarrollo de las futuras generaciones, lo que, a su juicio, demuestra los límites del crecimiento.
Sin embargo, la segunda ley de la termodinámica no puede considerarse un corset rígido sobre el crecimiento económico, ya que la condición para que se cumpla dicha ley es que no tiene que haber fuentes externas de energía.
En la tierra tenemos un flujo constantemente renovado de energía solar directa que la actividad económica podría usarlo, con la tecnología adecuada, sin agotarlo ni destruirlo. El sol aporta anualmente la energía similar a 170 millones de centrales nucleares de 1000 (MW). Es decir unas 5.000 veces el consumo anual mundial. Y esa fuente de energía apenas consumirá el 10% de su hidrogeno en los próximos 6.000 millones de años.
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