martes, 2 de diciembre de 2014

Manualillos de Inversión ( 1 )


Hace unos años que esto se repite..

ENTREVISTA A VÍCTOR ALVARGONZÁLEZ

«Los bancos ahora son vendedores y el vendedor no es un buen asesor»


Con su libro, «¿Y yo, qué hago con mis ahorros?», Víctor Alvargonzález plantea una guía de viaje para el inversor conservador, que es el que más difícil tiene obtener una rentabilidad razonable en un contexto como el actual de bajos tipos de interés.
El libro surge, nos cuenta el autor, Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis, para dar respuesta a los ahorradores e inversores conservadores que van a renovar su depósito, quizás el único activo en el que se atrevían a meter su dinero, y apenas consiguen arañar al banco un redimiento del 0,5 por ciento anual, un porcentaje que el próximo año será, seguramente, aún mayor. A este tipo de inversores, a los más cautos, muestra alternativas más atractivas a las típicas imposiciones a plazo. Porque sí, aún quedan productos sencillos y seguros para obtener rentabilidades algo más razonables.
En el libro hay una crítica implícita a los bancos...
No es una crítica, sólo es una descripción. No es que los bancos sean malos, es que han cambiado su modelo de negocio, para ahora depender más de la comercialización de productos. Los bancos ahora mismo son más vendedores de productos financieros que bancos en el sentido tradicional de créditos, nóminas, cuentas corrientes, etc. Los clientes han de saberlo para ser conscientes de qué tierra pisan.
¿Cuáles son los errores que cometen los inversores a la hora de resolver la pregunta 'dónde meto mi dinero'?
Yo enseño a los inversores algo que no tienen por qué saber. Yo les enseño a saber elegir. Los bancos se han convertido en vendedores y el vendedor no es un buen asesor. Yo le doy las herramientas al ahorrador para que vaya al banco y salga de él con un producto adecuado a su perfil, a lo que necesita, y no caiga, por ejemplo, en un producto que no sea líquido y, si lo hace, que sea a sabiendas.
Dice que lo que le interesa vender a un banco está en el escaparate y que lo que le interesa al cliente está en la trastienda. Ahora, ¿qué tienen en la trastienda?
No es siempre así, pero sí en muchas ocasiones. Ahora los bancos tienden a vender productos estructurados, es decir, depósitos y bonos que, en función de ciertas condiciones, dan una determinada rentabilidad. El mayor problema que suelen tener estos productos es que hacen cautivo al cliente. Aunque también pueden dar pérdidas. ¿Qué alternativas hay? Para el estructurado, que sí está en el escaparate del banco, un seguro de ahorro, que es el que está en la trastienda. Es cierto que tienen limitaciones de liquidez pero, a cambio, dan el triple de rentabilidad que un depósito. Además, es un producto sencillo: ahora pones 100 y dentro de un año, recibes 102. Otro producto que los bancos tienen en el escaparate son los fondos con rentabilidad objetivo o rentabilidad estimada, aunque no garantizada. Su inconveniente es que si bien ahora el 1,5 por ciento anual que pueden ofrecer para los próximos cinco ejercicios puede resultar atractivo, dentro de tres años quizás parezca escasa y te encontrarás con un producto de venta complicada, tanto por las comisiones que habrá que pagar cuando se salga de él, como porque la salida podría realizarse a precios de mercado. La alternativa a estos productos son los fondos de renta fija normales, que tienen liquidez diaria.
¿Cómo se puede detectar que un producto es ilíquido?
Preguntando. El libro da las pautas para preguntar lo que hay que preguntar y evitar este tipo de problemas. Por ejemplo: «¿Qué tengo que hacer si necesito el dinero?», «¿me va a suponer algún coste recuperar el dinero?». Hay que preguntar las condiciones, no con la mentalidad de que me van a engañar, sino buscando información.
Dice que el inversor conservador debería añadir a su cartera algo de bolsa. ¿Cómo le convencería?
Tiene que pensar en lo que hacía su abuela. La mía tenía acciones españolas de primer nivel, ésas que nunca han tenido grandes problemas y, sobre todo, que siempre han pagado dividendo. Si a tu cartera de productos conservadores añades una serie de valores o un fondo de inversión cuya filosofía sea apostar por empresas generosas con los accionistas, estás haciendo lo que hacían nuestras abuelas, que compraban sus acciones y se sentaban a cobrar los cupones. Qué guinda es una rentabilidad por dividendo del tres o del cuatro por ciento que se puede conseguir en una gran compañía española y depositar ahí un diez por ciento de la cartera. Así mejoras tu rentabilidad. Y si «pasas» de estar mirando todo el día lo que hace el Ibex-35, cosa que recomiendo, y te limitas a cobrar el dividendo, con tipos de interés como los actuales, ese tres o cuatro por ciento es estupendo. Pero hay que hacer un ejercicio de disciplina, pensando que esas posiciones en bolsa se tienen sólo por el dividendo.
También comenta que hay que comprar lo que peor se ha comportado...
En términos generales, es mejor comprar cuando los activos aún están baratos, no cuando ya han subido mucho y todo el mundo ha comprado. Cuando los bancos ofrecían depósitos con una rentabilidad del 3 por ciento, también se podían comprar sus bonos más sólidos con cupones de más de un 5 por ciento que se seguirían cobrando a día de hoy, mientras que los depósitos se renuevan con intereses del 0,5 por ciento. La renta fija hay que comprarla cuando los tipos de interés son altos y, por tanto, sus precios son bajos. La renta variable hay que comprarla, normalmente, después de que haya habido una temporada importante de caídas. Me refiero, por ejemplo, a la bolsa europea, donde se pueden comprar empresas, sobre todo a través de fondos, dada su fiscalidad más benévola, a precios que no van a ser los que tengan dentro de dos años. 
En la cartera que propone al final del libro le da un peso importante al «ladrillo». ¿Es que ha llegado el momento de comprar inmuebles?
Parto de la base de que uno de los activos que la crisis ha puesto a un nivel atractivo han sido los inmuebles, pero los inmuebles de calidad. La creación del banco malo ha generado el nacimiento de dos mercados inmobiliarios. Uno, el malo, que está formado por cualquier inmueble, piso, suelo o chalé que se parezca a los que tiene en su cartera el banco malo. Éste es una inmensa inmobiliaria que tiene que deshacerse de una cantidad inmensa de activos inmobiliarios. No se puede comprar algo que se parezca a lo que tiene la Sareb en cartera. Hay que irse al segundo mercado, al libre y, además, de calidad, a los buenos activos de los mejores barrios de cualquier ciudad española. La importancia del peso del sector inmobiliario en cartera se la doy por dos vías: el propio activo de calidad físico, aunque haya caído menos de precio; y segundo y muy importante, se puede comprar también inmobiliarias que cotizan en bolsa y que tienen activos de mucha calidad, aunque esto requiere ya un cierto análisis.

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