miércoles, 30 de diciembre de 2015

Yihadistas 3G...

EN PRIMER PLANO

Yihadistas Tercera generación: Claves de la nueva radicalización exprés en Europa


 Carlos Manuel Sánchez - XL Semanal
Es un fenómeno que desconcierta a las fuerzas de seguridad. Los nuevos yihadistas apenas tienen pasado religioso, les gusta el rap 'malote', los videojuegos violentos, las 'pelis' de Tarantino y la cultura digital. Para ellos el Estado Islámico es 'cool'. Así funciona este nuevo e indetectable yihadismo
Mataron en nombre del fanatismo religioso, pero los autores de los atentados de París no eran devotos.
Apenas pisaban la mezquita, bebían alcohol, se pasaban el día jugando a la PlayStation y enganchados a las webs de ligoteo. «Yo ya no sé lo que es un radical islamista», reconocía un policía belga.
Estaban fichados, pero no por pertenecer al ISIS (Estado Islámico o Daesh), sino por trapichear con drogas. Nadie sospechaba que fueran yihadistas, porque no lo eran hasta poco antes de la masacre. Hasna Boulahcen, la joven que se inmoló en el barrio parisino de Saint-Denis con un cinturón de explosivos, llevaba unas semanas con el velo islámico; antes fumaba, bebía cerveza, había tenido varios novios y colgaba selfies medio desnuda en la bañera. Según su hermano, «le gustaba la fiesta y se pasaba todo el día enganchada al móvil, pendiente de Facebook y de su WhatsApp».
La radicalización exprés, el reclutamiento en tiempo récord de jóvenes por el ISIS, es un fenómeno desconcertante que ha sorprendido a las fuerzas de seguridad. Para combatirlo, ya no valen los viejos esquemas de los servicios de inteligencia. Servían para Al Qaeda. Había que infiltrarse en las mezquitas radicales y controlar a los retornados de Siria e Irak para prevenir atentados, pero el yihadismo se ha reinventado desde 2014.
Al peligro de los retornados se suma el de los nuevos cachorros, captados por Internet en la periferia de las urbes europeas, no en las mezquitas; chicos que no han viajado al califato o que ni siquiera han salido de su barrio. Por eso son tan difíciles de detectar. Su adiestramiento es mínimo y autodidacta; suficiente para sembrar el terror indiscriminado.
Los nuevos reclutas del ISIS son millennials, tienen una cultura digital y para seducirlos se usa el marketing viral, las redes sociales y el lenguaje audiovisual. «Al Qaeda pasó de moda y el ISIS es cool resume el analista Ryan Mauro, autor del documental La tercera yihad. Son adictos a los entretenimientos occidentales, a sus tecnologías. Occidente es una influencia corrupta, pero gozan de sus ventajas».
Evolución yihadista
Recordemos. Al Qaeda nació en Afganistán en los ochenta. Sus líderes tenían educación religiosa, estudios universitarios y recibían armas y entrenamiento de la CIA y financiación saudí. Después, una segunda generación, liderada por Bin Laden, atacó EE.UU. y logró un tremendo impacto con los atentados del 11-S. La tercera generación la lidera Mustafá Setmarian, un sirio casado con una española que fue lugarteniente de Bin Laden. Y que da un golpe de timón: las bases pasan a tener el protagonismo y gran autonomía para actuar. Y el objetivo es Europa, más fácil de golpear que EE.UU. El ISIS, entonces, surge en la guerra de Siria e Irak, primero como una de tantas de franquicias de esa nueva Al Qaeda, pero tras la toma de Mosul, en 2014, y la proclamación del califato inicia una rápida expansión.
La razón de su éxito es que el ISIS funciona como una start-up. Utiliza las mismas herramientas de expansión en viral por Internet que estas nuevas empresas tecnológicas y sus simpatizantes son los usuarios del producto que han lanzado al mercado: atentados con un sello de brutalidad psicópata, decapitaciones, personas quemadas vivas en jaulas... Es un producto desarrollado para una audiencia que no lee el Corán, que comparte memes y escucha gangsta rap. A diferencia de Al Qaeda, hermética y elitista, el ISIS recluta un ejército porque reclama un territorio, algo que Bin Laden no consideraba prioritario. Y lo hace sin tapujos y sin importarle la calidad de los soldados, que ya no son muyahidines bien entrenados. Cuenta con unos 80.000 combatientes de 90 países, unos 4000 europeos. Y ha captado a unas 550 chicas, aunque su papel sea el de esposa sumisa o esclava sexual.
Propaganda del sadismo 
La estrategia comunicativa del ISIS empieza por el posicionamiento en la Red. Ha usado entre 45.000 y 75.000 cuentas de Twitter, según la Brookings Institution. Javier Lesaca, investigador de la Universidad George Washington, ha contabilizado más de mil vídeos del ISIS en Internet difundidos en poco más de un año, y solo dos de ellos eran de carácter religioso. Los radicales disponen de 36 productoras en una docena de países. «La estética y la narrativa están ligadas a los videojuegos, para captar a jóvenes de entre 15 y 25 años, que apenas leen»,explica Lesaca. Son vídeos de no más de cuatro minutos. No los sermones de media hora sin cambiar de plano que usaba Al Qaeda.
Entre este material hay 170 vídeos de ejecuciones en los que son asesinadas unas 1600 personas (casi todas musulmanas). Lesaca cita como inspiración películas gore como la saga Saw, el cine de Tarantino y videojuegos como Grand Theft Auto o Mortal Kombat, donde el jugador puede recrearse sádicamente. El nihilismo de estas ejecuciones ha sido criticado incluso por Al Qaeda. 
Esa crueldad banalizada también se nota en la manera de atentar en París y otras ciudades donde los terroristas salen a la calle o irrumpen en un tren armados de un Kaláshnikov y matan a los que se cruzan en su camino como si se tratara de sumar la mayor puntuación. Estos vídeos contrastan con otros que el ISIS también cuelga de yihadistas con gatitos en brazos o delante de iglesias que han sido respetadas, para demostrar así su humanidad.
Pero la propaganda solo es el primer paso. El ISIS despierta la curiosidad de los jóvenes y les dejan enlaces y pistas hacia foros y chats. Los captadores no entran en contacto directo. Son otros jóvenes, ya convencidos, los que muestran el camino. Porque a cualquier start-up exitosa la hacen viral sus usuarios, no la publicidad.
Una vez reclutados, tampoco es necesario esconderse demasiado ni adentrarse en la deep web. El ministro del Interior belga, Jan Jambon, reconoce que los servicios de inteligencia tienen problemas para descifrar sus comunicaciones si usan una PlayStation 4 y otros servicios de mensajería asociados a las mismas consolas con las que juegan a Call of Duty, el videojuego que les sirve como adiestramiento militar. Y los canales son tantos y variados que es imposible vigilarlos todos.
Reclutas de la comodidad
El martirio, que el ISIS envuelve en una aureola romántica, es atractivo para ellos porque es un atajo hacia la expiación de unas vidas relativamente cómodas, pero insustanciales, según el antropólogo Scott Atran. Muchos son ninis, adictos a la gratificación instantánea y poco acostumbrados a la planificación y la disciplina. Si Al Qaeda era capaz de preparar durante meses o años un atentado, con el ISIS reina la improvisación. Utiliza a los jóvenes como drones humanos, vagamente teledirigidos, pero sin un objetivo claro. O como un ejército de zombis, impredecibles y sin jerarquía. 
Pero este mensaje el de la catarsis rápida que da sentido a la vida no solo está calando en los barrios periféricos, como Molenbeek en Bruselas, los banlieues de París o Londonistán. «Hay jóvenes de todas las clases sociales a los que ya no unen viejos resentimientos, sino una sensibilidad muy moderna y aterradora, porque es global», advierte Amil Khan, consultor londinense. Así que los análisis tradicionales basados en el paro o la pobreza se quedan cortos. Muchos provienen de familias donde no falta de nada, excepto un sentimiento de pertenencia al país al que emigraron sus padres.
El adoctrinamiento es muy superficial, pero no importa: el ISIS ha sabido disfrazarse de tribu urbana. No es casualidad que los terroristas atacaran el centro de la fiesta parisina donde se divierte la juventud bohemia y burguesa, los bobos (bohemian bourgeois). A los yihadistas de tercera generación les gusta la etiqueta de «chicos malos». Y tienen sus propios códigos de vestuario, sus gustos musicales, sus drogas, como el Captagon, una anfetamina que han traído los retornados de Siria y que da la sensación a los que la consumen de ser omnipotentes. En el fondo, el ISIS les vende una identidad. El precio es la muerte.

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