lunes, 23 de noviembre de 2015

Revisión Democrática...

La democracia es algo más que esto que vivimos.

Escrito por Fusión
La palabra democracia es usada por todos para justificar todo lo que se haga. Da igual que sean de izquierdas, de derechas, de centro o, muy actual, independentistas pertinaces. También da igual que sean políticos honrados, que alguno hay, o que sean chorizos y trepas que buscan solucionar su futuro camuflados entre el barullo de los partidos y las masas no pensantes que los siguen viendo como dioses impolutos. Todo vale.

La democracia se ha convertido con los años, y debido a su no contemplada evolución y renovación como idea, en la "putita" de todos, o sea, todos la nombran, todos la utilizan y todos se benefician de sus encantos, pero nadie piensa en ella como algo vivo que necesita regeneración para seguir adelante, como la base sobre la que se debe levantar una nación que se construye sobre la Ley, la convivencia y el bienestar de todos los ciudadanos, no de unos pocos.

La degradación a la que ha llegado la democracia en España, en los últimos cuatros años, era impensable cuando se vivió la transición y los españoles celebrábamos el final de la dictadura y mirábamos al futuro con esperanza y sueños de libertad. Creíamos que la dictadura se había acabado.

Pero el gobierno del PP, un títere en manos de los poderosos de Europa y del mundo, Alemania y el FMI, ha degradado hasta tal punto la esencia de la democracia que lo que ahora se vive, la pretensión de Cataluña de independizarse de España, es sólo la consecuencia de aprovechar el momento idóneo por aquellos que siempre han soñado con dar este golpe de mano y que ahora encuentran más apoyos porque los ciudadanos están hartos, y con razón, del gobierno absolutista de Rajoy, que no se ha cortado en estos años de lanzar mensajes, amenazas y todo tipo de velados insultos al catalanismo y a su filosofía de vida.

El Gobierno del PP se ha llenado la boca hasta la saciedad con la palabra democracia, pero nunca ha tenido la humildad de pararse a pensar si su forma de gobernar era democrática, aunque tampoco le ha preocupado mucho.
Su mayoría absoluta ha sido una apisonadora que ha aplastado en el Congreso cualquier idea, iniciativa, recomendación, propuesta o lo que fuera que surgiera de la oposición.

En muchas, muchísimas ocasiones, lo han hecho además con la chulería, prepotencia y falta total de respeto a los demás diputados, representantes también de la voluntad ciudadana.

Han avasallado, humillado, amenazado y metido con calzador sus propuestas, y en el caso de Cataluña, algunos ministros, con el iluminado Wert a la cabeza, lo han hecho además con un fondo de burla y de desprecio hacia la sensibilidad de los catalanes, sabiéndose respaldados por el gobierno entero y por la siempre omnipresente mayoría absoluta.

El PP ha convertido la democracia en una dictadura "avalada" por las urnas, lo cual pone en tela de juicio si la democracia, tal y como está diseñada, es el mejor de los sistemas para que un país pueda avanzar y progresar en libertad, justicia, igualdad y derechos humanos.

Mientras existan las mayorías absolutas, mientras los programas electorales de los partidos no sean de obligado cumplimiento por Ley, mientras la Constitución no sea actualizada, renovada y también de obligado cumplimiento, mientras la justicia no sea independiente de los políticos y mientras los políticos no sean unos ciudadanos más, con sus derechos y obligaciones, sin aforamientos, con unos sueldos justos pero nunca por encima de médicos, catedráticos, científicos y todos aquellos que se considere que son elementos básicos en las entrañas del tejido democrático, en la salud y bienestar de la democracia, mientras no se realicen esos cambios, hablar de democracia es absurdo, negativo, estúpido, porque entre todos estamos manteniendo un sistema enfermo que nos perjudica, que se vuelve contra nosotros y que permite que bajo su aparente bondad crezcan todo tipo de parásitos, oportunistas, mentirosos, ladrones y reliquias del pasado que se aprovechan del "aquí vale todo" para contaminar y sacar partido de sus egoístas ideas y de sus negocios dirigidos a enriquecerse a costa del dinero público, el de todos.

Cada día salen más a la luz las vergonzosas maniobras de los que manejaron el poder bajo las alas de la gaviota, por cierto, un pájaro carroñero, mientras que el dinero se retiraba de aquellas necesidades básicas de los ciudadanos, creando unos niveles de pobreza impensables en cualquier país desarrollado.

Si todo lo ocurrido en este país en los últimos años no es suficiente como para enviar, a través de las urnas, a esta gentuza a las catacumbas, entonces es que estamos felices con el papel de víctimas, de ultrajados, de humillados, de que nos consideren tontos, porque sólo los tontos pueden tragar con una mentira tras otra, con un robo de derechos y libertades tras otro, con una vergüenza tras otra.

Ahora estamos próximos a unas elecciones que darán el nivel democrático de los españoles. Si queremos que la democracia se siga degradando, ya sabemos a quien debemos votar. Si queremos abrir las puertas a una regeneración, no solo de los políticos, sino también de la política como base de un sistema que permita a los ciudadanos, a través de sus representantes democráticamente elegidos, participar activamente de los destinos de su nación, leamos con atención las propuestas de los partidos emergentes, rechacemos el miedo, arma favorita de los de siempre, y miremos al futuro con ilusión, con esperanza y, sobre todo, como algo que depende de nosotros, de todos aquellos que pensamos que la verdadera democracia, que la verdadera libertad, no son propiedad de nadie, sino de todos.

Resucitemos el Referéndum como esencia del funcionamiento democrático, porque el pueblo debe ser partícipe de aquellas decisiones que afectan al pueblo. ¿Por qué creen que los que gobiernan son tan reacios a los referéndums?

Si no recuperamos la verdadera democracia, si no la adaptamos a la realidad de la vida, de la sociedad, en pleno siglo XXI, estaremos creando y viviendo en falso, en el pasado, cuando la clave está en vivir en tiempo real, porque sólo así sabremos qué hay que hacer en cada momento y cómo hay que hacerlo.

España ha retrocedido en el tiempo y los culpables dicen que ellos han "salvado" España. Eso, precisamente eso, es una expresión acuñada en el pasado, una mentira, una velada amenaza, por eso también nos advierten contra aquellos que traen renovación y aire limpio.

¿Han visto ustedes la película "Juan Salvador Gaviota"?. Sería interesante que la vieran antes de las elecciones. Es más o menos de los años ochenta, pero sigue siendo de rabiosa actualidad. La verdad no tiene edad.
Seguro que identifican en ella a algunos "salvadores" actuales. Y también a algún "Juan Salvador Gaviota". Al fin y al cabo, la película refleja la omnipresente batalla entre las dos fuerzas, las que quieren progreso, renovación y libertad y las que quieren que todo siga como siempre.

Recuerden, pensar en libertad nos hace más sanos y vivir el presente mirando hacia el futuro más inteligentes.
Pero el futuro siempre está en movimiento, por eso se llama futuro, porque el permanente movimiento nos libera de las cadenas del tiempo, o sea, del pasado.

Vivir en el pasado no es vivir, es morir lentamente.

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