miércoles, 25 de marzo de 2009

Mitos olvidados.

El húngaro Kubala formó parte de la mitomanía futbolera de los 50/60.

¿Te acuerdas de? - Te acuerdas de... Ladislao Kubala

Eurosport - mié 25 mar 09:32:00 2009

Esta es una pequeña parte de la historia de un futbolista que tuvo una vida llena de éxitos y batallas deportivas, pero que por encima de todo fue un personaje enigmático dentro y fuera del campo. Ladislao Kubala dejó miles de recuerdos, muchos de ellos anónimos.
FOOTBALL Ladislao Kubala Foto: www.uefa.com - 0
Más noticias

* Te acuerdas de... Joan Balcells

Mi abuelo y Kubala eran grandes amigos. Además de inmigrantes, apátridas, filántropos, vividores y dos locos del fútbol. Como errantes llegaron a este país y como entrenador e hincha coincidieron en un avión camino de Alemania sintiendo los colores de una selección que ambos abrazaron como propia. Allí, a nueve mil pies de altura, se fraguó su amistad.

Ladislao era un tipo maravilloso, un ser generoso que mantuvo a cientos de familias en una Hungría miserable que vivía de los despojos de la ex Unión Soviética. A imagen y semejanza del Marruecos oscuro que le toco vivir a mi abuelo, benefactor y mecenas de su extensa familia en Fez. Ambos huyeron, ambos llegaron a España y ambos encontraron la fortuna en el exilio y un éxito que nadie les regaló. Quizás por eso Laszi vivió toda su vida a lo Ronaldinho, pero sin faltar a un solo entrenamiento y recuperando cada exceso que marcó su existencia con sacrificio y un físico portentoso. El húngaro era carne de gimnasio, como su alter ego.

LA HUÍDA

Para poder triunfar Kubala tuvo que sobrevivir a la II Guerra Mundial y atravesar el telón de acero jugándose su vida y la de su familia. Escondido en un camión con matrícula soviética llegó a Austria y con un pasaporte falso viajó a Italia. Tardaría años en volver a reencontrarse con los suyos. Mi abuelo era un niño cuando atravesó el estrecho con lo puesto, consciente de que era un viaje sin retorno: nacido tras el genocidio turco en Armenia, emigrado a Marruecos y emigrante en España. La España de Franco, la misma que enamoraría al 'barcelonés de Budapest', y donde Joan Manuel Serrat le dedicó una canción que abandera un himno de la historia culé: Temps era temps.

UNA PASIÓN

Kubala fue un hombre adelantado a su tiempo, que lanzaba faltas con el interior del pie y que en los entrenamientos se entretenía intentando golpear el larguero con el balón. Siempre ambicionando, siempre inventando. Era un idealista, un apasionado. Una pasión que compartía con mi abuelo en cada cosa que hacía. "Compra y vende le repetía su alter ego"... Pastor de nacimiento, vendedor por vocación, relojero de profesión y amante de los animales. Cómo Laszi, que jugaba a todas horas con sus dos pastores alemanes y que nada tenían que envidiar a la mejor defensa de aquel Barcelona al que llegó el 15 de junio de 1950. Viajó a la capital Condal con un equipo de exiliados para disputar un partido amistoso frente al Espanyol. Sarriá lo vio, pero Les Corts se lo llevó. Era el germen del gran Barça. El Barça de las Cinco Copas.

CAVIAR Y JAMÓN DE JABUGO

Si algo tenían en común Ladislao y su alter ego era el gusto por la buena vida. Y a fe que el húngaro no se privaba de nada. Lo digo porque en casa de mi abuelo se esperaban con cierta codicia esas latas de caviar ruso que el bueno de Lazsi mandaba con religioso compromiso navideño el uno de enero de cada mes. A la par que mi abuelo se olvidaba de sus ancestros y devoraba jamón de jabugo pata negra con la convicción del más aguerrido yihadista. Mención aparte merecen las juergas, fiestas, guateques y demás salidas nocturnas con acopio de buen vino y otras viandas de las que los mencionados dieron siempre muy buena cuenta. Amén de otras historias, de las que ya hablaron otros.

SER KUBALA Y DEL ATLETI

"Las mujeres se volvían locas por él y las putas lo confesaban. Las canciones de moda adaptaban sus letras al bello eslavo: La raspa la inventó, Kubala con su balón, Kubala pasa a Cesar, Y Cesar remata... Y gol...". Son versos de Joan Manuel Serrat, que más que ser del Barça ha sido toda su vida kubalista. "Era un ídolo al que sus pecados y sus goles mitificaban. Se hablaba de que salía a jugar después de una noche de farra sin dormir, borracho incluso, y a pesar de ello corría cómo el que más y marcaba más goles que nadie". "Cuando yo era un crío todos queríamos ser Kubala". Mi abuelo nunca quiso ser Kubala, lo que quiso es que Kubala fuese entrenador de Atleti y a fe que se lo repitió hasta la saciedad. Su alter ego pertenecía a esa eterna estirpe de colchoneros aguerridos, anti merengones y de ventrículo rojiblanco, que más que bombear foguean mosqueo perpetuo. En su vida no fue leal a nada tanto como lo fue a su Atleti.

ALGO MÁS QUE FÚTBOL

Esa misma devoción la tuvo Kubala por su Barça y 'el sentiment culé por él'. Porque el barcelonismo nació con él y contra el Régimen. Siempre tan blanco, tan centralista, tan opresor, tan de Franco. Era aquel húngaro rubio que después de jugar con Hungría y Checoslovaquia, llegó a España huyendo de las garras del comunismo, tal y como rezaban los eslóganes de la época. Ése era Ladzi; el que cambió la historia del FC Barcelona; el que lo situó en el mapa; el que le ganó al Madrid; el primero que cambió el orden establecido y él que llenó la ciudad Condal del camisetas blaugranas con el ocho a la espalda. En el FC Barcelona triunfó y en el Espanyol cerró su periplo como jugador en España. Aunque volvería para ser seleccionador español durante 13 años.

SON CUENTOS DE VIEJOS

En la trastienda de una vieja relojería de la calle mayor de Madrid se verían por última vez. Los dos peinaban algo más que canas y miraban al futuro con tranquila indiferencia. La que da haber cumplido en este mundo con creces. Ladislao Kubala falleció en mayo del 2002 dejando un reguero de recuerdos que perduran en la memoria de aquellos que tuvieron la suerte de verle jugar. Mi abuelo, tan futbolero, moría un año después durmiendo plácidamente y soñando con su Atleti. Pero no me cabe duda de que en algún momento tuvo un último recuerdo para aquel tipo que conoció a nueve mil pies de altura, y al que siempre recordó como a una de las personas más nobles y humanas que había conocido. Eso sí, siempre le reprochó que no hubiese fichado por el Atleti, "con el rubio en el banquillo otro gallo nos cantaría", solía decir.

No hay comentarios: