martes, 21 de abril de 2015

Wenceslao al habla...

Candidato del PSOE a la alcaldía de Oviedo

"Caunedo y Rivi llevan 20 años viviendo de la política y no saben hacer otra cosa"

Fue candidato y concejal en el primer mandato municipal de la democracia restaurada. En 1983, perdió las primarias frente a Antonio Masip y desde entonces no ocupa ningún cargo público. Ya jubilado tras una carrera en una multinacional de la informática y en la docencia universitaria, Wenceslao López (Oviedo, 1948), sin embargo, ha regresado a la política. Para pacificar la habitualmente tumultuosa Agrupación Municipal Socialista de Oviedo (AMSO) y para intentar llevar a la alcaldía sus ideas sobre la honradez y el rigor en el manejo del dinero público. Obtener la vara de mando depende de la decisión de los votantes, pero la sede de la AMSO sí presenta un aspecto tranquilo en una mañana laborable. Solo una trabajadora, el propio López y el sol que entra con fuerza en la biblioteca ocupan el enorme caserón a media mañana de un día laborable.
Raúl Álvarez

RAÚL ÁLVAREZ

@RALLVAREZ
MARTES 21 DE ABRIL DE 2015
¿Tiene el PSOE expectativas de gobernar después de tantos años en la oposición?
Es muy necesario, casi vital, que en Oviedo haya un cambio. Veinticuatro años de gobierno de la derecha son excesivos. Con Gabino de Lorenzo y Agustín Iglesias Caunedo, el Ayuntamiento ha ido degenerando de manera progresiva. Es muy importante reconstruirlo después de este proceso de vaciarlo de contenido y llevar todo al sector privado. Ahí están los números. Por mucho que ahora, en precampaña, se eche tinta negra para ocultarla, la realidad está en los presupuestos. Nosotros, tradicionalmente, somos la alternativa de gobierno. Por conocimiento, experiencia, implantación y arraigo deberíamos liderar el cambio. Aparte de la Universidad, ninguna otra organización tiene la solera del PSOE en Oviedo, tantos años de historia como nosotros. Somos capaces de hacerlo y la ciudad lo necesita.
Serán las primeras elecciones sin Gabino de Lorenzo en muchos años. ¿Daba su presencia un plus de votos al PP que puede perder ahora que Agustín Iglesias Caunedo debe jugar con sus propias cartas?
Caunedo encarna como nadie el gabinismo. A pesar de que ahora trata de renegar de sí mismo, ha vivido 20 años a la sombra de Gabino, se ha hecho con él y es alcalde porque ha heredado el cargo de él. Es más Gabino. Literalmente: no es igual, sino más que él. En estos dos años lo ha certificado con actos. Ni en la época de Gabino se secuestraban los presupuestos como ha ocurrido este año o se usaban fondos públicos de forma tan descarada para hacer campaña electoral. La herencia de la gestión de la derecha es una losa. Una etapa de 24 años es mala en política. Si a eso le unimos De Lorenzo y Caunedo, la situación requiere aún más un cambio.
Ya desde los últimos años 90, la contestación social ha sido fuerte en algunos momentos, pero el PP ha sumado una mayoría tras otra. ¿Por qué ha sido posible que la ciudad se manifieste así?
Es una cuestión curiosa. Yo diría que la mayor corruptela del Ayuntamiento en los últimos 40 años es la que tiene que ver con El Vasco y con el Calatrava. Sin embargo, en la fase inicial del proyecto (cuando se adjudicó la obra, allá por 2002 o 2003) y después, hasta 2008 o 2010, todo el mundo lo aplaudía. Yo tenía sentimiento de soledad cuando los analizaba, hace diez años, y empecé a manifestarme en público contra ellos. Entonces era una voz en el desierto. Lo he denunciado de forma insistente desde 2006, está escrito. El Ayuntamiento regalaba terreno a los empresarios al precio de 10 euros por metro cuadrado construible. Era una fechoría y, al final, hace pocos meses, se vio en la comisión de investigación. Han venido unas empresas de tasación y han declarado que el Ayuntamiento perdió 155 millones de euros que fueron beneficios extraordinarios para la empresa. Se hizo verdad lo que yo venía criticando. Y entonces la ciudadanía despierta y se da cuenta de eso. El problema es que ya es tarde y toca sufrir las consecuencias de esas corruptelas. En Oviedo, además, hay una especie de tiovivo con las cosas que pasan. Qué casualidad que ocurriera los mismo con el Calatrava, situado donde el antiguo Carlos Tartiere y vinculado a la construcción de un nuevo campo de fútbol en La Ería que también costó una millonada. En la ciudad a veces tarda en verse lo que ocurre y eso explica por qué la gente sigue votando lo que vota.
¿Y va a cambiar?
Sí, creo que ahora hay datos de sobra: qué ha pasado con Villa Magdalena, con El Asturcón, con los parkings, El Vasco, el Calatrava, las empresas privadas que se han quedado con todos los servicios municipales. La ciudadanía ya ha tomado conciencia de que hay que poner fin a toda esa realidad brutal de corruptelas municipales.
¿Qué propone el PSOE para cambiar ese modelo  y volver aremunicipalizar la gestión?
Hay que empezar reorganizado el ayuntamiento desde el propio personal municipal. La última relación de puestos de trabajo está hecha para tener un ayuntamiento totalmente privatizado. En todo caso, hagamos que sea una empresa de verdad y no una oficina de contratación que simplemente se dedica a hacer pliegos de condiciones, sacarlos a concurso y adjudicarlos. Excepto la Policía Local y los Bomberos, aquí todo se contrata. Desde el momento que comienza el ciclo municipal, cuando un ciudadano acude a pagar sus impuestos, se encuentra con una empresa privada. Y eso llega hasta que uno se muere, porque el cementerio también está privatizado, es decir que todo el ciclo de vida del ciudadano está en esas manos. El Ayuntamiento es ya un negocio con pliegos a la medida de los amigos.
¿Lo dice por la repetición de nombres en los concursos?
Siempre las mismas, que concurren una y otra vez y engordan el negocio con nuevos servicios. Es realmente un escándalo. Pero si se subcontratan hasta la personalización de los móviles o la línea de atención al ciudadano. Es una locura que, además, genera empleo precario. Más de la mitad del personal del Ayuntamiento no es municipal, sino de empresas privadas. Mal pagado y, además, quitan y ponen a los trabajadores como les da la gana. Así no vamos a tener profesionales en el Ayuntamiento, gente con conocimientos y experiencia para gestionar las cosas públicas. Al final, es la peor empresa de la ciudad. Hay que reconstruirla.
¿También en lo que ven los ciudadanos?
Sí. Hacia fuera también observo cosas que no acabo de entender. Por ejemplo, lo relativo a la ley de la memoria histórica. ¿Cómo es posible que lleve una década sin aplicarse? Tenemos el medallón de Franco en la plaza de España provocándonos todo los días e insultando a las personas con familiares asesinados por el franquismo. Es otro agravio a la ciudadanía que hay que erradicar. Tampoco aplicamos la ley de grandes ciudades y, en ese sentido, no me canso de repetir que Oviedo es la capital de provincia menos democrática de España. Es verdad: seguimos sin consejos de distrito ni consejo municipal, lo cual significa que los ovetenses no tienen forma de participar en la vida del Ayuntamiento. Luego querrán o no querrán hacerlo, pero tienen ese derecho y la corporación tiene la obligación de abrirles las puertas. Ni De Lorenzo ni Caunedo lo han hecho. Faltan transparencia e información.
¿Piensa en el urbanismo?
Ocurre lo mismo. El plan de ordenación urbana vigente tiene unas 60.000 viviendas en inventario como oferta de suelo. Pero no se están construyendo ni 2.000 al año y el año pasado no se llegó ni a 1.000. Con la población estancada, además, la demanda no aumenta, así que en el mejor de los casos tendríamos un plan hecho para 30 años. Para especular. Por eso tenemos algún barrio fantasma, urbanizado pero sin gente.
¿Qué le parece el plan para la antigua autopista?
Hay que regenerar la entrada a la ciudad desde el este, toda la zona de laY. Es una pena tener abandonada la joya que es Santullano. O La Vega, con sus naves de tanto valor arquitectónico. Lo que hay que hacer con esa parte de la ciudad es unirla, desarrollar no solo un bulevar. Sin embargo, Caunedo –en este caso, lamentablemente aliado con Roberto Sánchez Ramos— concibe la ciudad de otra forma. En esa área tan importante, solo se fijan en la parte interior del sándwich, la autopista, y se olvidan de lo que hay a los lados. Sacan a concurso un proyecto que solo trata de dar solución a la Y y se olvida de Santullano y La Vega. Es imposible desarrollar una solución racional y mínimamente inteligente sin tenerlos en cuenta. Tendrá graves consecuencia si sigue adelante. Espero ganar las elecciones en mayo y parar la locura de esa forma de hacer ciudad. Se necesita un proyecto integral que vea las tres piezas.
¿Hay que escuchar más a los vecinos después de que Imagina un Bulevar haya roto con Caunedo?
Lamentablemente, cuando se acerca una fase electoral, degeneran los planteamientos sobre los temas importantes de la política municipal. Hace ya más de dos meses que pedí a todas las fuerzas políticas parar el asunto. No era un buen momento para el debate, porque íbamos a meterlo en plena contienda electoral. Caunedo, sin embargo, se ha empeñado y lo mete hasta el último momento de una forma irregular y posiblemente ilegal. Está utilizando fondos públicos para una campaña en torno al bulevar que llega hasta el día antes de la campaña electoral. Fíjese qué forma de concebir el municipalismo: utilizar asuntos de tanta trascendencia en beneficio propio y de forma torticera. Yo nunca lo haría.
Y la entrada por el este no es la única donde se planean obras…
No, si seguimos por la ronda sur nos encontramos otra zona rota por una carretera. Ahí también hay mucho que unir. En la plaza de Castilla, pasa lo mismo: la entrada a la ciudad separa Monte Cerrao del Parque de Invierno. Lo que se ve es que se ha hecho Oviedo de forma anárquica. Esa forma de construir destruyendo es totalmente negativa, tanto si pensamos en hacer ciudad como en los costes económicos… Porque si seguimos dando la vuelta a la ciudad, llegamos a Las Campas, Vallobín y La Florida, y ocurre más de lo mismo. Es otra zona que ha crecido mucho y, sin embargo, no tiene forma de comunicarse. Se ha creado una bolsa aislada. Oviedo tiene una labor ingente para reconstruirse. Más que crecer, hay que regenerar. La gestión, las personas y la propia ciudad.
¿Es necesaria la ley de capitalidad que reclama el alcalde?
Un defecto importante que achaco a De Lorenzo y Caunedo es la falta de sentido de que Oviedo es capital. Pretenden demostrar ese sentimiento peleándose con el Principado. No tiene ningún sentido. La capitalidad se ejerce, no se discute. Hay ejemplos clarísimos. Si tenemos la Universidad, ¿qué han hecho ellos para promoverla, potenciarla o colaborar con ella? No olvidemos que es la empresa más importante para la ciudad tanto en recursos humanos y económicos como en conocimiento. Se dedica dinero al Talud de La Ería –es un despilfarro lo que costó— y se gasta más de 250.000 euros al año en asociaciones que poco más que dan clases particulares. Por el contrario, no se dedica ni un solo euro a la Universidad, que tiene proyectos de importancia internacional en sus spin off. Eso no es ejercer la capitalidad. Por no hablar del área de la salud. Nuestro Ayuntamiento ha puesto piedras en el camino del traslado del HUCA, ha puesto todas las dificultades posibles para que la ciudadanía de Asturias –el hospital es de todos, no de Oviedo— pueda acceder a él. Como capital, Oviedo tiene obligaciones y compromisos con todos los asturianos y no los está ejerciendo. Tampoco veo que el Ayuntamiento haga nada en La Vega ni en el desarrollo de El Cristo-Buenavista. Al margen de quién sea el dueño de los terrenos, son parte de Oviedo y el Ayuntamiento debe organizarlos o dar respuesta a los problemas de los comercios y los vecinos. Caunedo no ha hecho nada y sus quejas son ganas de despistar y crear conflictos. Lo que tiene que hacer es trabajar y preocuparse por los problemas de Oviedo sin crear conflictos con el Principado.
¿Volvería a cambiar el PSOE el mapa de los autobuses urbanos tras las quejas que ha generado la última reforma?
Es otro ejemplo de que necesitamos otra forma de hacer las cosas. El Ayuntamiento tiene incrustado en su gestión un modelo donde priman las empresas privadas y sus intereses particulares en vez del interés general de la ciudadanía. El transporte público está en manos privadas –casualmente, parte de la propiedad es la misma que del Calatrava y El Vasco— y en el contrato pesan los kilómetros recorridos para calcular los costes. La estrategia es recorrer las mayores distancias y el Ayuntamiento paga la diferencia entre ingresos y gastos. A más kilómetros, más gasto y más dinero recibe TUA. No se persigue responder a las demandas ciudadanas, sino a los intereses de una empresa no sometida a ninguna fiscalización ni ningún control. El planteamiento no es transportar muchos viajeros, sino recorrer muchos kilómetros. Y hay que dar la vuelta: el transporte público debe estar al servicio de la ciudadanía. Hay que reorganizar las líneas según la demanda y las preferencias de los usuarios. Si alguna línea es deficitaria y no cubre los costes, hay que hacerla igual. Es un servicio público. Además de ingresos, el transporte público genera costes –ruido, tráfico, contaminación— que no se miden económicamente, sino socialmente. Por eso debe ser un servicio social y debe redistribuir la renta con tarifas reducidas para los desfavorecidos. Nuestro programa electoral planteará un cambio total. En las tarifas, planteamos que sean gratuitas para los niños menores de 10 años y con descuentos del 50% para los estudiantes y del 100% para las familias con pocos ingresos. Debe ser un transporte social.
Durante años, se ha cebado el tópico de que Gijón o Avilés son ciudades más modernas, más en la onda, que Oviedo. ¿Tiene algo de cierto? ¿Necesita la ciudad un cambio de imagen?
Probablemente la política municipal ha sido excesivamente tradicional, se ha centrado en una serie de actividades culturales, y yo creo que hay que diversificarlas y abrir el abanico. Y no me refiero solo a la diversidad, sino también a la descentralización. Oviedo no es solamente la calle Uría y, por lo tanto, hay que llevar esas actividades a los barrios y a los pueblos de la zona rural. Teatro, música… Nosotros planteamos dar un poco de alegría a la ciudad permitiendo precisamente la música en la calle. Y crear espacios municipales donde los artistas puedan interpretar, colaborar con el Conservatorio y la Escuela de Arte y Diseño para que sus alumnos de último curso puedan hacer recorridos semanales o mensuales por los centros docentes y los centros sociales. Esto último también es importante. Los centros sociales han de ser lugares donde se haga algo más que jugar a las cartas, debemos darles vida y movimiento cultural.
¿Estará en condiciones de llevar a cabo ese programa? ¿Cómo cree que será la relación de fuerzas en este escenario de voto fragmentado y nuevas fuerzas políticas?
Vivimos tiempos de cambio, eso está claro. Hay muchos ciudadanos hartos de la política, y con justificación, hay razones para ello. Eso genera ganas de cambio. Por esas razones estoy aquí y he dado el paso de volver a la política. Es una época de regeneración y apertura a la ciudadanía. Lo que he dicho del Ayuntamiento también vale para la situación general. Si eso implica que aparezcan nuevas fuerzas, bienvenidas sean. Los que tenemos un arraigo democrático total y absoluto consideramos muy sano que se diversifique la representación. Eso le da más vitalidad al contaste de opiniones y de ideas. Dicho esto, también hay otra cosa que suelo repetir: en política conviene utilizar la razón y no la pasión. La pasión, que es muy buena en otros ámbitos, es mala compañera en la política. Puede dar lugar a errores que tarden años en corregirse y lleven al arrepentimiento. Hay que ampliar el espectro, sí, pero con la cabeza y no con el corazón.
¿Usted, que ya intentó ser candidato, hace treinta años vuelve con la cabeza o con el corazón?
A eso iba. Son tiempos de cambio y creo que hace falta poner en valor la política y eso se hace a través de las personas, no de los partidos. En los partidos tradicionales entraron personas que los han debilitado y ahora se necesitan otras que generen confianza. Lo que pregunto a la ciudadanía es si, para gestionar su dinero, se fía de un desconocido o de otra persona a la que conoce por sus hechos y su trayectoria. Me pueden decir: otra vez Rivi, Caunedo, Wenceslao… Sí, pero no somos iguales. Cuidado. Caunedo y Rivi llevan 20 años viviendo de la política, solo de la política, y no saben hacer otra cosa. Yo he vivido toda la vida de mi trabajo en la empresa privada. Me he dedicado a la política mucho tiempo, pero nunca he cobrado ni un euro de ella. Así que me molesta cuando me dicen que todos somos iguales. Tengo mi historia detrás y no me dedico a la política de repente ahora que tengo 67 años. Llevo en ella desde que tenía 30, pero gratis. Es un servicio a la ciudadanía, no una forma de ganarme la vida. Y lo digo con respeto a quienes se la ganan.
Es una época de búsqueda de lo nuevo. ¿Le perjudicarán esa edad y esa historia?
Esa es otra lucha, pero las ideas no tienen edad. La política es ideología, no es edad. Y, en ese aspecto ideológico, me considero más joven que nadie. Soy antiguo, pero siempre he actualizado mis planteamientos. Soy un socialista del siglo XXI. Mis ideas son públicas y conocidas, no me he quedado anclado en lo viejo. Y tengo experiencia, evidentemente, lo cual creo que es un valor. Sobre la edad, en realidad, discrepo… Es importante para algunas actividades, pero en política debería ser un mérito. Eran los ancianos los que decidían el futuro de la tribu, y era por algo. Se confiaba en ellos por el valor de la experiencia y el conocimiento. Y creo que eso está bien para manejar los fondos públicos. Con el dinero propio, cada uno puede hacer un pandero; el dinero de los demás, sin embargo, tiene que estar en un altar porque es sagrado. Manejarlo exige mucho raciocinio, sosiego, rigor y experiencia. Porque, al final, la política trata de quién gestiona los fondos públicos y cómo lo hace y en eso no soy ni joven ni viejo. Soy riguroso. Hasta un céntimo es sagrado si es público. Si es mío, puedo tirarlo a la basura, pero en el otro caso hay que justificar en qué se gasta, permitir a los demás opinar cómo se gasta y hacerlo, además, con eficiencia. Tan malas consecuencias sociales generan que nos roben 100 euros como que los tiren a la basura. El robo es más punible, pero las consecuencias para el bolsillo son las mismas: hemos perdido 100 euros.
Está usted al frente de la Agrupación Socialista de Oviedo, famosa por sus trifulcas, pero esta elección de candidato ha sido inusualmente tranquila. ¿Le han venido bien las primarias a la organización?
La democracia da legitimidad, claro, y ganar unas primarias de forma tranquila la aumenta. Al menos hasta que este ciclo se acabe, yo creo que estaremos tranquilos. Tengo que expresar agradecimiento a todos los compañeros y las compañeras del partido por dos cosas desde que empezó el viaje de las primarias en septiembre. En primer lugar, por la confianza, como ya he dicho mil veces. Y en segundo lugar porque, además de confianza, me han dado libertad para elegir el equipo que me acompaña en la candidatura. Aunque parezca imposible y alguien no se lo cree, no ha habido ninguna interferencia de nadie. Ni por abajo, ni por arriba, ni por los lados. Me han dado libertad absoluta para acertar o equivocarme. Eso aumenta la responsabilidad del reto, pero es muy de agradecer. Creo que tengo el mejor equipo que se puede tener en Oviedo, pero si aún así hay algún error será responsabilidad mía.
Vuelve Ana Rivas a la política municipal después de pasar por el Gobierno regional.
Sí. Tiene una gran experiencia en asuntos económicos y nos puede ayudar mucho con sus conocimientos. Puede jugar una gran tarea, teniendo en cuenta todo lo que hay que hacer en el Ayuntamiento.
¿Hará auditorías de infarto, como también dice Podemos?
Nos copian, los veo tomar apuntes en algunos actos. Hacen bien. Después de 40 años de profesor, estoy acostumbrado a eso… Pero, en serio, nosotros vamos mucho más allá. Desde que soy secretario general de la agrupación, en 2012, hemos propuesto todos los años crear un departamento especial en el Ayuntamiento que se dedique a auditar, controlar y fiscalizar todas las contrataciones. No puede ser que tengamos más de 100 millones al año en manos ajenas y controlemos qué y cómo. Algunos servicios tendrán que seguir siendo privados por razones legales, pero vigilaremos el cumplimiento de las cláusulas. Estamos metiendo mucho dinero ahí y necesitamos saber que se gasta bien tanto desde el punto de vista de la cantidad como desde el de la calidad. El ejemplo más claro es el agua: necesitamos una auditoría de tarifas, inversiones y gastos de mantenimiento. Supone mucho dinero para los ciudadanos y estamos obligados a revisarlo de abajo arriba.
Con ese cuadro, ¿cómo interpreta que el PP e IU haya alcanzado dos acuerdos presupuestarios seguidos?
Rivi ha cometido un error de bulto. Lo digo de verdad y en tono amigable. Pero se ha equivocado. El problema no es aprobar los presupuestos. Ha hecho mucho más. Es un pacto de gobierno, están gestionando juntos el presupuesto. Lo vemos día a día. No es que una vez al año, en un pleno, se abstengan para que se apruebe el presupuesto. Después salen continuamente en los medios haciendo cosas en conjunto. Además, el acuerdo no supone ningún beneficio a los ciudadanos y los números lo demuestran. Si de 210 millones de euros acuerdas cómo gastar uno, hombre, es una tomadura de pelo, por muchas ruedas de prensa y entrevistas que hagas para explicarlo. Es un cinco por mil del presupuesto. En esto no se puede ser banal. Y, a cambio de nada, ¿qué da a Caunedo? Le lava la imagen en falso y permite que un grupo le nombre Ovetense del Año, que no es broma. Ahora resulta que no es gabinista, después de entrar con él en el Ayuntamiento y ejercer 20 años como su perro de presa. Lo soltó para insultarme cuando publiqué un artículo sobre Villa Magdalena. Lo siento mucho y se lo he dicho a Rivi en persona: ha hecho un flaco favor a esta ciudad con esa estrategia. No le veo más beneficio que salir en los medios y tratar de garantizarse seguir en el Ayuntamiento. Me molesta que la izquierda haya colaborado de forma tan desleal en fortalecer un gobierno de derechas.
El PP llega a las elecciones ya sin Jaime Reinares.
Eso también tiene que ver con la falta de democracia en el Ayuntamiento. ¿Cómo es posible que el alcalde haya mantenido en su equipo a una persona condenada? Parece que el asunto no se ha explicado bien en la ciudad. Lo que hizo Reinares fue colaborar en un robo con unos delincuentes que no roban coches o dinero, pero sí información, que es otro bien muy importante. Información privada que compró o le regalaron a sabiendas de que era robada. Y luego él la coloca en la prensa. Se ha intentado banalizar porque no eran más que unos mails, pero es muy grave. Y además está la paradoja demencial de la ley: con la sentencia era inelegible pero podía seguir siendo electo. Es difícil de entender. Al no hacer nada y esperar hasta que el propio Reinares se marchara, Caunedo ha incurrido en una debilidad democrática. Los políticos, en general, mienten como bellacos. Valen más los hechos que las palabras.

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