Transportes encarga la última gran obra de la variante, con 64,5 millones para la ventilación
Alstom, Indra y San José se imponen y asumirán un trabajo de 18 meses. La instalación es la que marcará el plazo de finalización de los túneles
Paso adelante en la variante de Pajares, la infraestructura que desde 2004 se ejecuta entre La Robla y Pola de Lena para reducir en 45 minutos el viaje ferroviario y que llegue la alta velocidad. El 20 de mayo la mesa de contratación de Adif determinó que la Unión Temporal de Empresas (UTE) de Alstom, Indra y Constructora San José es la mejor de las 17 candidaturas presentadas a un encargo clave: las instalaciones de protección y seguridad en los túneles. Es el último gran contrato de los que hay pendientes, y el trabajo que se considera marcará la fecha final de las obras de la variante.
Con la elección de los técnicos, la adjudicación queda pendiente del visto bueno del consejo de administración de la empresa del Ministerio de Transportes, formalidad que se espera en cuestión de días. La UTE asumiría la misión por 64,5 millones y un plazo de 18 meses. El reloj empezaría a correr una vez formalizado el contrato y suscrito el acta de replanteo, tareas que pueden llevar aún dos meses y situarían la conclusión de las obras a inicios del 2022. La idea de Adif es compatibilizar el último semestre de faena con el inicio de la fase de pruebas, para agilizar la apertura al servicio comercial.
El trabajo salió a licitación en enero, por 89,4 millones. Confiar en el consorcio liderado por la multinacional Alstom supone un ahorro del 28,05%. Hubo aspirantes que decían ser capaces de hacerlo por menos, pero el elegido es el que obtuvo la mayor valoración en el examen de la calidad técnica.
El encargo es delicado. El principal elemento de las instalaciones de protección y seguridad es la ventilación de los macrotúneles de 24,7 kilómetros de longitud. Es mucha distancia y las bocas en Pola de Gordón están a una altitud de 600 metros por encima de las de Los Pontones, lo que provoca distintas presiones, meteorologías y corrientes de aire.
La seguridad exigida en líneas de alta velocidad es máxima así que con esos condicionantes había que diseñar un sistema capaz de evacuar el humo en caso de accidente a la mayor velocidad. En 2015 se lanzó esta obra, pero al poco de comenzar, el Adif se percató de que el proyecto que seguía, basado en la colocación de ventiladores de chorro (tipo jet-fans) era insuficiente.
Cuatro años han estado los técnicos librando un pulso entre quienes abogaban por poner más ventiladores y los que apostaban por ir a soluciones como las del túnel de Guadarrama que, siguiendo la tecnología minera, controla el flujo de aire con dos pozos de extracción y soplido en cada extremo de los túneles. Al final, los primeros ganaron. La obra colocará 72 ventiladores, ocho más de los previstos. Los equipos son de 1,2 metros de diámetro, el doble de los anteriores. Su potencia es un 46% superior. Con ellos, el tiempo de evacuación de los viajeros en caso de incendio se ha estimado en un máximo de 23 minutos y 18 segundos. El encargo se adjudica ahora que el montaje de vía en el macrotúnel Oeste ha terminado y avanza por el Este, lo que deja espacio a la UTE para entrar a trabajar. En los últimos meses se ha rematado también la primera fase para vaciar el deslizamiento de Campomanes que seguía dando guerra y el hangar que permitirá a los trenes cambiar de ancho.
Adif adjudicó el mes pasado los helipuertos de rescate (que exigen 10 meses de trabajo). Tiene pendiente de resolver la puja para prolongar la catenaria (faena que exige 15 meses) y adecuar las vías y andenes de Pola de Lena (10 meses). Le queda por licitar las pantallas contra el ruido a lo largo de la traza, el ERTMS, la señalización del ancho mixto y las galerías de evacuación de dos túneles, tareas que no se esperan ni tan costosas ni que lleven tanto tiempo como la ventilación.
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