El caso Cristiano Ronaldo también agota a un Mourinho que medita su adiós
EcoDiario.es | 19/11/2012 - 8:12
Mourinho, el sábado, antes de comenzar el duelo contra el Athletic | EFE
El caso Cristiano Ronaldo ha reaparecido. Desde que el pasado viernes se supo de su malestar con el club, todas las miradas se han dirigido al crack de los blancos. Y él, lejos de alejarlas con gestos, las ha mantenido calientes. Su partido frente al Athletic de Bilbao fue una amalgama de frustración y serio semblante. No marcó y, pese a la goleada del equipo, se le vio triste. Su gesto lo decía todo. Algo le pasa y se le nota. No es el único. Mourinho empieza también a hartarse y en su enfado el propio Cristiano Ronaldo tiene mucho que ver.
No. No es que Cristiano Ronaldo enfade a Mourinho. Todo lo contrario. Al entrenador del Real Madrid se le llena la boca de elogios cuando, en público o en privado, es preguntado por su jugador fetiche.
Su sacrificio, entiende, está fuera de toda duda, al igual que su calidad y capacidad para ser el líder de una escuadra plagada de estrellas. De ahí su 'cabreo'. 'The Special One' no comprende por qué el club no se está desviviendo por renovar a su estrella. Y no sólo eso. Tampoco entiende algunas de las actitudes que se deslizan desde los despachos del Bernabéu hacia CR7.
¿Quieren ejemplos? El del codazo de David Navarro es, quizá, la más evidente muestra de un suceso en el que el malestar de Cristiano (y por ende, el de Mourinho) no tiene que ver con el dinero y sí con los gestos y las formas.
EcoDiario.es ya contó el pasado viernes que el malestar definitivo de Cristiano Ronaldo llegó cuando comprobó cómo el Real Madrid no denunciaba al defensa del Levante por haberle agredido. Además, el delantero tampoco entiende por qué se sacó un comunicado para defender a Pepe y nada se dijo de su buen comportamiento (que lo hubo).
Estos hechos también ha dejado atónito a un Mourinho que no comprende ni la falta de mano dura de su equipo ante el comité, ni el silencio del club al respecto de lo sucedido con CR7 en el Ciutat de Valencia.
Ambas quejas forman parte de una de sus batallas con la zona noble del Bernabéu. Batalla, por ahora, perdida.
Él, Mourinho, viene reclamando en los últimos meses (y casi desde que llegó a la capital) que el club y sus portavoces oficiales (presidente, director deportivo, director de relaciones institucionales...) se muestren más agresivos y protectores cuando, con un micrófono delante, se les pregunten por ciertas cuestiones que son, para él, para Mourinho, clave.
¿Quieren más ejemplos? Además del caso David Navarro y CR7, a Mourinho también le encrespan los arbitrajes. Los días que el colegiado no acierta, los Pardeza y Butragueño de turno (habituales encargados de hablar desde el palco al final de cada partido) no hablan con la dureza que el preparador desearía.
Tampoco le gusta a Mourinho que en asuntos delicados como los largos viajes de España para jugar amistosos de recaudación o el reparto de minutos de Del Bosque a sus internacionales, el club mire hacia otro lado. Mourinho estima que se debería, al menos, lanzar algún mensaje públicamente ante semejantes dislates. Cree que son asuntos básicos frente los que todos en Concha Espina deberían remar en un mismo sentido. Algo que, por ahora, no sucede.
El 'affair' de la cantera
Pero su malestar va más allá. También le toca directamente. El affair que ha mantenido con Alberto Toril, entrenador del Castilla, en el debate sobre la cantera es el último episodio de esos asuntos en los que Mourinho no se siente tan respaldado como le gustaría.
Y es que el preparador del filial no ha sido reprobado en ningún momento. Ni en público, ni en privado. Buena parte de la directiva merengue piensa como él. Toril, estima este sector, lleva razón en el uso que hace Mourinho de los chavales no depende de cómo se gestione el Castilla desde su banquillo.
De ahí el enfado de un Mourinho que, pese ha haber insistido en sus planteamientos en varias ruedas de prensa, ha comprobado como en nada han cambiado los gestos de sus superiores.
"Yo soy sólo manager deportivo del primer equipo", comentó durante una comparecencia a modo de mensaje con doble sentido. No es cierto. Sus funciones también competen a la cantera y a muchos asuntos más. Sin embargo, con estas palabras, el luso daba a entender que desde el club, algunos de sus miembros, le socavan los atributos que, se supone, debería tener.
Pero hay más: sus discusiones con Ramos o Casillas, las filtraciones a la prensa, la falta de peso del Real Madrid en ciertas votaciones...
Suma de factores que empieza a hacerle sentir más que molesto. De ahí que, tanto en la previa como en el post partido frente al Atheltic, Mourinho haya decidido, de nuevo, no hablar. Prefería no tener un micrófono delante a calentarse demasiado. No es la primera vez que lo hace como tampoco es la primera vez que desliza su malestar con el Real Madrid.
Por eso se lo está pensando. Por eso se medita un adiós en el que la continuidad de Cristiano podría tener mucho que ver. Y no por que Mourinho lo considere vital para su planteamiento deportivo (que también), sino porque este asunto mostrará, según su visión, la talla institucional del club. La talla de ambición y compromiso que tiene el Real Madrid con sus dos principales referencias. Referencias con dudas en su mente. Junio podría convertirse en un mes demasiado movido para el vigente campeón de Liga.


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