El primer ministro griego Alexis Tsipras (izq.) se ríe con el primer ministro italiano Matteo Renzi (centro) y la canciller alemana Angela Merkel en una cumbre europea el jueves. olivier hoslet/European Pressphoto Agency
Cuando los votantes griegos amenazaron con rechazar el programa de rescate en las elecciones de junio de 2012, aumentó el escepticismo en el gobierno alemán sobre si valdría la pena pasar por todos los problemas y gastar todo ese dinero para mantener a Grecia en la zona euro.
Por lo tanto, funcionarios del bloque monetario viajaron a Berlín para informar a la canciller alemana, Angela Merkel, y el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, acerca de un análisis altamente confidencial sobre el costo de dejar que Grecia se retire de la zona euro.
El aterrador hallazgo, detallado en una presentación de PowerPoint, fue que el costo de una salida de Grecia era más alto por “un gran múltiplo” que el precio de mantener al país en el bloque, dijo un funcionario de la zona euro que ha visto el análisis. La presentación aumentó considerablemente las preocupaciones de Berlín sobre una salida de Grecia, indicaron funcionarios europeos.
Tres años después, los cálculos han cambiado. Una salida de Grecia sería costosa y desordenada, pero los líderes de la zona euro ahora creen que los problemas podrían ser contenidos dentro de los límites del país. La mención de una salida de Grecia ya no causa pavor en los corazones de los ministros de Finanzas, quienes tratan el tema abiertamente.
“Deberíamos hacer todo lo que podamos para mantener a Grecia en la zona euro pero, para ser honestos, no podemos hacerlo a toda costa”, dijo la semana pasada el ministro de Finanzas de Finlandia, Alexander Stubb.
De todos modos, los funcionarios están evaluando los costos menos tangibles de dejar que Grecia se vaya: ¿socavaría esto el proyecto de la integración europea? ¿Podría impulsar a las fuerzas políticas que desconfían de la zona euro en países como el Reino Unido y Holanda? ¿Podría provocar un daño a largo plazo al bloque monetario?
“Podrían perder algo, este sentido de irreversibilidad del euro, y nunca lo recuperarían”, afirma Erik Jones, profesor de estudios europeos de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad de Johns Hopkins.
Debido a que Grecia y sus acreedores no han logrado llevar a buen puerto las negociaciones en las que están enfrascados desde hace varios meses, una sensación de fatiga se está gestando en las capitales de la zona euro. La irritación, el enojo y simplemente el cansancio han llevado a algunos funcionarios a preguntarse si los costos de dedicar todo este tiempo a Grecia son mayores que los costos reales de dejar que Grecia se marche.
Una luz de esperanza sobre un acuerdo tras la propuesta de compromiso de Atenas al inicio de esta semana se apagó rápidamente cuando Alemania, el Fondo Monetario Internacional y otros indicaron que no era suficiente.
La zona euro ahora se siente más cómoda con la idea de una salida de Grecia debido a que el daño que provocaría ya ha ocurrido. Grandes sumas de capital privado extranjero ya se han fugado de Grecia: los depósitos bancarios, préstamos interbancarios y créditos a empresas griegas del resto de la zona han caído marcadamente durante los últimos tres años.
Los gobiernos de la zona euro, a través de sus préstamos a Atenas y por medio del Banco Central Europeo, han recibido parte de la exposición a Grecia que antes era del sector privado; una porción de esa exposición simplemente ha desaparecido conforme la economía griega se ha contraído. Los economistas señalan que si bien una cesación de pagos y salida de Grecia significaría que la zona euro no recuperaría su dinero, los gobiernos pueden sobrellevar mejor las consecuencias de un incumplimiento de deuda que los bancos y las empresas.
“¿Es un evento sistémico como Lehman Brothers? No”, asevera Alberto Gallo, director de investigación de crédito macroeconómico de Royal Bank of Scotland,RBS.LN -0.09% en referencia a la bancarrota del banco de inversión estadounidense en 2008, que aceleró la crisis financiera. “Porque al final hay muy poca exposición directa a los bancos griegos”, explica.
Los efectos indirectos de una salida de Grecia son más difíciles de cuantificar. Cuando los funcionarios de la zona euro hicieron su presentación de PowerPoint a Merkel y Schäuble en 2012, los rendimientos de la deuda soberana de Italia y España se estaban disparando. En las sesiones informativas, los funcionarios les dijeron a los líderes alemanes que contener el contagio de una salida de Grecia sería una gran porción del costo.
Ahora prevalece la calma en los mercados de deuda española e italiana, pese al drama griego. La zona euro cuenta con su fondo de rescate, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, y, de mayor importancia, la promesa del presidente del BCE, Mario Draghi, de hacer “lo que sea necesario” para salvar el euro.
Una perspectiva más aterradora para los defensores del euro, paradójicamente, es qué sucederá si la salida de Grecia realmente funciona. Si el país abandona el bloque monetario, entra en cesación de pagos de su deuda y en un año o dos vuelve a crecer de forma sólida con dracmas en las billeteras de sus ciudadanos, los movimientos políticos antieuro a lo largo de la región podrían ganar adeptos, advierte Jonathan Loynes, economista jefe para Europa en Capital Economics, en Londres. “Entonces, habrá presión política en lugares como España para que siga la misma ruta”, dice Loynes.