Una subasta de la obra "Liz #1" de Andy Warhol que se vendió por US$20 millones. Getty Images
En la mañana del 2 de octubre, el gestor de fondos de cobertura Daniel Loeb se sentó en su oficina de Park Avenue en Nueva York, la cual decoró con una fotografía de un Hombre Marlboro de Richard Prince, y redactó una mordaz carta. Loeb, de 52 años, tiene la reputación de despachar críticas virulentas a las compañías que intenta reorganizar, como Sony 6758.TO +4.13% y YahooYHOO +2.73%
En esta ocasión, atacó el desempeño y la gestión de Sotheby'sBID +1.33% llamando a la casa de subastas "una pintura de los Grandes Maestros que necesita una restauración desesperadamente".
Al otro lado del mundo, en Hong Kong, el presidente de Sotherby's Bill Ruprecht, un ex fabricante de muebles que ha hecho toda su carrera en la compañía, no se enteró de la misiva al instante porque estaba dormido y no escuchó su celular. Un frenético empleado de Sotheby's consiguió el número de la línea fija de la habitación de su hotel y lo despertó.
Los gestores de fondos de cobertura, que juegan un papel vital pero disruptivo en los mercados financieros, están utilizando sus abultadas billeteras para influir cada vez más en el mercado del arte.
Están pagando cifras inusitadas para incrementar el valor de sus artistas favoritos, desprendiéndose de las obras que no son rentables y compensando sus adquisiciones de arte contemporáneo no probado al comprar alguna antigüedad confiable. Enérgicos, eficientes y armados con una inteligencia actualizada del mercado provista por asesores bien remunerados, estos coleccionistas están transformando la forma en la que se hacen negocios en el refinado mundo del arte.
El inversionista Steve Cohen pagó US$150 millones por 'El sueño' de Pablo Picasso.
Sotheby's calificó la campaña de Loeb de "carente de fundamentos", pero como acumuló una participación de 9,3% en la empresa a fines del año pasado, la casa de subastas reemplazó a varios altos ejecutivos e indicó que lanzará una revisión de su asignación de capital en las próximas semanas, que podría ofrecer nuevas ideas para conseguir valor para los accionistas. Loeb prefirió no hacer comentarios sobre el estatus de su inversión en Sotheby's.
Todo esto representa un enorme cambio frente a una década atrás, cuando apenas un puñado de inversionistas de Wall Street como Loeb y Steven Cohen, de SAC Capital Advisors, siquiera asistían a las subastas. Ahora, se han sumado decenas de gestores de fondos de cobertura, incluido Alan Howard, cuya floreciente colección incluye un Monet de US$43 millones.
Casi todos están aplicando sus estrategias de inversión a sus compras de arte, señalan los comerciantes de arte.
Los coleccionistas de una generación atrás solían conservar sus obras durante al menos una década. Hoy, el período promedio durante el que se conserva una obra de arte es de dos años, según un ex especialista de Sotheby's.
Es tiempo suficiente para obtener una ganancia considerable sobre un artista en ascenso, pero no alcanza para que la historia del arte se pronuncie sobre los méritos duraderos del artista.
US$80 millones pagó Kevin Griffin, junto a su esposa Anne, por 'Salida en falso' de Jasper Johns en 2006(c) Photograph by Erich Lessing
Las tácticas son diferentes, pero se puede sostener que, en conjunto, este grupo de coleccionistas de fondos de cobertura influye en los precios y la popularidad de los mejores artistas del mundo —desde clásicos como Claude Monet a éxitos más nuevos como Jean-Michel Basquiat— a un extremo sin precedentes salvo que se trate de emires y oligarcas.
"El resto nos quedamos al margen", afirma Len Riggio, coleccionista veterano y fundador de la cadena de librerías Barnes & NobleBKS +1.10% "Ahora voy a subastas y me siento un testigo: observo, sacudo la cabeza y me voy a casa".
Los gestores de fondos de cobertura coleccionan toda clase de objetos, como estampillas o borradores originales de letras de canciones de Bob Dylan. Pero Stephane Connery, un comerciante privado que en su momento dirigió el departamento de ventas privadas de Sotheby's, señala que muchos comenzaron a inclinarse por arte de posguerra y contemporáneo, en particular desde la recesión. Un motivo es que el arte que se crea y comercializa en el segmento contemporáneo es tan nuevo que el valor de sus artistas está en fluctuación.
Los aumentos de precios a menudo pueden ser impulsados por un puñado de grandes interesados que compiten por las primeras obras de un artista en una subasta.
El peligro, según Thomas Seydoux, un ex especialista en impresionismo de Christie's que ahora es asesor de arte, es que los precios de las obras de artistas en alza pueden caer con la misma rapidez con la que suben. En última instancia, el fenómeno le añade volatilidad a segmentos del mercado del arte que suelen ser conocidos por ser más estables que el arte contemporáneo.
Las compras y ventas de arte de Cohen, el gestor de SAC Capital, son seguidas con atención. Cohen sabe que los coleccionistas valoran la discreción, pero de vez en cuando opta por divulgar sus adquisiciones de arte, como lo hace con sus participaciones de acciones, porque, afirman los corredores, puede sumarle atractivo a su colección en general.
Cohen es conocido por combinar armónicamente sus inversiones y sus colecciones de arte, y por encontrar formas creativas de agregarles valor a ambas.
En marzo de 2009, mientras los precios del arte contemporáneo se tambaleaban en medio de la recesión económica, el fondo SAC Capital Advisors de Cohen acumuló una participación de 5,9% en Sotheby's, convirtiendo al fondo en el tercer mayor accionista de la casa de subastas cuando su acción cayó por debajo de US$10 el título. Unas semanas más tarde, Cohen anunció posteriormente que le prestaría 20 piezas de su colección privada a la casa de subastas para una exhibición temporal que se realizaría poco antes de una importante serie de subastas en Nueva York en mayo.
Sotheby's estaba tan contenta que imprimió un catálogo de edición limitada con tapa de cuero para la exhibición. Para junio, el precio de la acción de Sotheby's había superado los US$14 y SAC se desprendió de su participación.
Los coleccionistas de fondos de cobertura no apuestan contra sus artistas con la misma transparencia con que lo hacen contra valores, pero pueden vender obras cuyos retornos no son los esperados.
Damien Hirst era uno de los artistas vivos más comercializados antes de la recesión, pero sus precios se desplomaron con la crisis y ahora rara vez aparece en una subasta, una señal de que los coleccionistas prefieren vender sus obras en privado o conservarlas por si recuperan su valor.