sábado, 25 de octubre de 2014

Nos falta la Obra Social y....Cultural


La tragedia de las cajas de ahorro

Sábado25 de octubre de 2014

Hay relatos que se instalan en el imaginario colectivo y echan raíces. Unas raíces tan profundas y asentadas que ni siquiera el más hábil de los jardineros sería capaz de arrancarlas. La crisis nos ha traído muchos de esos relatos y uno de los que hoy están más de moda tiene que ver con las cajas de ahorro y su función en la España de los últimos cuarenta años.
No me cabe duda de que existen motivos de sobra para afirmar sin riesgo a equivocarse que en demasiados casos las cajas de ahorro y sus consejos de administración han sido el refugio de políticos corruptos, empresarios corruptos y, aun más grave, sindicalistas corruptos. El caso de las tarjetas black de Bankia ha puesto negro sobre blanco el modelo de funcionamiento de una entidad financiera que se ha convertido en el verdadero agujero negro de la economía española, con 23.000 millones de euros de rescate que hemos tenido que pagar todos los españoles.
Es cierto además que las cajas estaban al servicio de su amo, el político de turno, y que durante décadas se dedicaron a financiar proyectos faraónicos de los gobiernos locales y autonómicos. Unos proyectos que, huelga decirlo, nada tenían que ver con el bienestar ciudadano. Pero ese relato, sin dejar de ser cierto, es incompleto y por tanto no responde a la realidad de lo que han significado en nuestro país las cajas de ahorro.
Soy de una generación que creció en un entorno donde no había evento cultural o deportivo que no estuviera financiado por la obra social de la correspondiente caja de ahorro. Las vallas con el logotipo de Cajastur han sido una parte omnipresente del mobiliario urbano de las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI. De tal manera que la cultura en Asturies no hubiera sido lo mismo sin los museos, los centros culturales y deportivos o los ciclos de cine y música de la Obra Social y Cultural de Cajastur.
Pero a partir de 2008 la crisis otorgó la coartada perfecta para cargarse lo que de bueno tenía el modelo de las cajas de ahorro con respecto a otro tipo de entidades financieras.  Bien es cierto que quienes estaban al frente de ellas pusieron todo su empeño en dar motivos suficientes para impedir cualquier tipo de contestación social ante el atropello que supuso la conversión obligatoria de las cajas de ahorro en bancos. La corrupción y el despilfarro fueron la coartada perfecta para avalar esa operación diseñada por el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero que puso fin al modelo de las cajas de ahorro y, con ellas, a las obras sociales y culturales.
Ante escándalos como las tarjetas black de Caja Madrid y Bankia toda la financiación de proyectos de investigación, de becas, de organizaciones sociales y de eventos culturales y deportivos por parte de las cajas de ahorro ha caído en el olvido y se ha convertido en políticamente incorrecto defender la labor social y cultural que estas hacían. Pero un relato incompleto es tan peligroso como una mentira y eso es exactamente lo que ha ocurrido en España con las cajas de ahorro.
La realidad es que para curar la enfermedad se ha matado al paciente y Asturies, al igual que el resto de comunidades autónomas, se ha quedado sin uno de los pilares fundamentales sobre los que se asentaba la cultura, el conocimiento y el deporte base. Y lo peor es que nadie parece haber derramado ni una sola lágrima por la mayor tragedia sociocultural de las últimas décadas en nuestra comunidad. La desaparición de la Obra Social y Cultural de Cajastur es una auténtica catástrofe y dentro de unos años seremos verdaderamente conscientes de lo que ha supuesto perder la gasolina con la que han sobrevivido durante décadas oenegés, grupos de teatro o equipos de investigación, por poner solo algunos ejemplos.   
La política es una actividad que, para ser justa y democrática, debería operar con matices, con líneas finas y no con los trazos gruesos a los que nos tiene habituados la clase dirigente de este país. Se trata de distinguir lo bueno de lo malo, de deshacerse del agua sucia pero quedarse con el niño y de evitar que por corregir un mal causemos un mal aun mayor. Pero con las cajas de ahorro ha ocurrido exactamente lo contrario: se han convertido (o las han convertido) en el saco de boxeo del sistema financiero español. Y bajo esa perspectiva se ha eliminado un modelo de entidad financiera de titularidad pública que, con todos sus defectos y errores, ha sido uno de los motores del desarrollo social y cultural de este país. Así nos va.

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