Este fin de semana debe marcar el final definitivo de la mayor crisis bancaria de la historia europea. Tras la debacle del sector en el resto del continente en 2009, y la del español con tres años de retraso, y el consiguiente fracaso de la supervisión de los bancos centrales nacionales, el BCE asume personalmente la tarea para las 130 mayores entidades de la Eurozona. Y, antes de asumirla, quiere asegurarse de que no hay ningún susto a la vuelta de la esquina, para lo que ha sometido a todas ellas a un nuevo test de estrés, cuyos resultados se harán públicos el domingo. Las entidades españolas afrontan el resultado del examen tranquilas, ya que todas van a aprobar –salvo sorpresa mayúscula–. No obstante, habrá importantes diferencias entre unas y otras, y el ejercicio no servirá para reactivar el crédito.
Los test de estrés consisten en coger el balance de los bancos (a cierre de 2013) y someterlos a una simulación de qué les pasaría en los próximos tres años si ocurriera lo que espera la Comisión Europea (escenario base) o si volviéramos a tener una crisis importante (escenario adverso o estresado, el verdadero test de estrés). El examen mide si el capital de los bancos superaría determinados umbrales después de absorber las pérdidas ocasionadas por estos escenarios: el base es más fácil, pero tiene un listón en el 8% de ratio de capital, y el adverso es mucho más complicado, pero el aprobado baja hasta el 5,5%.
Como se recordará, España ya hizo en 2012 un riguroso test de estrés a nuestra banca que sirvió para determinar el importe del rescate que había que solicitar a Europa (41.000 millones) para cubrir el déficit de capital en el escenario estresado. Anteriormente, hubo otro test de estrés europeo gestionado por la EBA (Autoridad Bancaria Europea) en 2011, pero fue de chiste: arrojó un déficit de sólo 2.500 millones para todo el continente, y aprobó hasta Bankia. Precisamente, el descrédito de esta institución por aquel ridículo ha provocado que esta vez el BCE no haya dejado el ejercicio en sus manos, sino que previamente haya examinado con lupa las tripas de estos 130 bancos para asegurarse de que no hay agujeros ocultos. Es lo que se conoce como revisión de la calidad de los activos (AQR por sus siglas en inglés).
El presidente del banco Central Europeo, Mario Draghi. (EFE)El presidente del banco Central Europeo, Mario Draghi. (EFE)
Este ejercicio previo a los test –determina el balance que se va a estresar– también tiene un listón del 8% para aprobar. Aunque no se espera que eso sea un problema para nadie, sí se da por hecho que el AQR exigirá provisiones adicionales a todas las entidades españolas. Los analistas e inversores, además, consideran que este es el ejercicio verdaderamente importante, el que muestra la verdadera salud de las entidades ya que el test de estrés no deja de ser un ejercicio teórico. Una due diligence en toda regla que, precisamente, servirá para iniciar una nueva batería de movimientos corporativos en el sector.
En todo caso, el test de estrés en sí será superado sin problemas por la inmensa mayoría de las 130 entidades examinadas, ya que se esperan sólo entre 10 y 14 suspensos, de los que sólo 3-4 serán reales (el resto serán filiales que podrán ser recapitalizadas por su matriz). Esto se debe a que Francia y Alemania no han permitido un examen tan riguroso como exigía el mercado para no poner en apuros a sus principales bancos. España ha transigido con esto a cambio de que también se suavice el escenario adversopara nuestro país, que inicialmente iba a ser muy duro, con el argumento de que es imposible sufrir una nueva recesión tan brutal como la que ya hemos vivido. Así, este escenario sólo contempla una caída del PIB del 1,2% en tres años (e incluso con una subida del 0,1% en 2016), un paro del 27,1% (ayer supimos que se encuentra en el 23,7%) y una caída acumulada del precio de la vivienda del 9,6%.
La banca española, bien; incluso demasiado bien
Esta laxitud del escenario hacía que la banca española saliera muy bien, "demasiado bien" en palabras del presidente de una de las entidades sometidas al examen. Y el BCE tampoco podía permitir que nuestras entidades sacaran mucho mejores notas que las alemanas, francesas o italianas. De ahí que haya ido introduciendo medidas que bajan la nota a las españolas: la necesidad de volver a tasar los activos inmobiliarios ya revisados en el test de 2012; una penalización de la deuda pública mayor de lo esperado; la exigencia de 'provisiones colectivas' para los créditos al corriente de pago (que aquí no son obligatorias) o el último cambio por sorpresa, la obligación de descontar por completo el fondo de comercio generado por adquisiciones o ventas de negocios en vez de sólo un porcentaje como en el resto de países.
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde. (EFE)El gobernador del Banco de España, Luis María Linde. (EFE)
Aun así, todas las entidades españolas aprobarán, salvo una mayúscula sorpresa de última hora, según fuentes conocedoras de la situación. InclusoLiberbank, la entidad sobre la que se cernían más dudas. La entidad con sede en Oviedo ha realizado una ampliación de capital este año de 500 millones para cubrir cualquier posible déficit en el test, pero las fuentes aseguran que alcanza el 5,5% (raspado, eso sí) al cierre de 2013, es decir, antes de dicha ampliación. Para este aprobado general, ha sido fundamental el reconocimiento de los enormes activos fiscales diferidos (DTA) en el capital de nuestros bancos –40.800 provenientes de las ingentes provisiones acometidas para su saneamiento–, aunque esta práctica es similar a la adoptada en el resto de países europeos. 
No implicará más crédito
Ahora bien, este aprobado sólo significa que los bancos españoles no tienen agujeros ocultos y que no habrá que nacionalizar a ninguno más tras el rescate europeo. Pero no significa que las entidades vayan a abrir el grifo del crédito de una vez a empresas y familias. De hecho, este examen y la supervisión del BCE van en la dirección contraria: la prioridad es reforzar la solvencia y minimizar los riesgos, mientras que dar crédito consume capital e incrementa el peligro. Es más, el nuevo supervisor pretende imponer exigencias adicionales a aquellos que sólo saquen un aprobado raspado, como adelantó ayer El Confidencial. Todo sea por evitar un nuevo caso como los de Dexia o Espírito Santo. De hecho, varias entidades españolas han anunciado ampliaciones de capital o emisiones de CoCos.
Royal Bank of Scotland afirma que "los bancos europeos todavía tienen demasiado poco capital: en torno al 3% de sus balances [el ratio de capital no se mide sobre el activo total sino sobre los activos ponderados por riesgo, muy inferiores]. La calidad del capital también sigue siendo cuestionable en la periferia, dada la confianza en los activos fiscales (DTA). La escasez y la baja calidad del capital siguen siendo los mayores cuellos de botella que impiden una recuperación del crédito". Berenberg coincide en la  irrelevancia de los test: "Los verdaderos problemas seguirán sin resolverse: a medida que la debilidad económica se agrave, las pérdidas ocultas (y los déficits de capital) del sistema deben cristalizar, lo que dañará su rentabilidad".
Las 15 entidades españolas examinadas son Santander, BBVA, La Caixa, BFA-Bankia, Sabadell, Popular, Catalunya Banc, Novagalicia, Unicaja, Ibercaja, Kutxabank, Bankinter, BMN, Liberbank y Cajamar.