Opinión: El comercio refleja los cambios en la estructura de poder global
El libre flujo de ideas será fundamental; pero ¿cuáles serán las normas? y ¿quién dictará las pautas?
miércoles, 3 de junio de 2015 16:39 EDT
Ryan Etter for The Wall Street Journal
Dos años después de mi nacimiento, el
presidente
John F. Kennedy
creó la Oficina de Representante Especial del Comercio, una breve
precursora del actual cargo de Representante Comercial de Estados
Unidos. La expansión de las exportaciones y los mercados abiertos eran
fundamentales para nuestros esfuerzos económicos y de seguridad para
reconstruir Europa y Japón e impedir que los países de menores ingresos
se volvieran comunistas.
Al hacer un
llamado por una nueva ronda de negociaciones globales luego de la Ley de
Expansión Comercial de 1962, el presidente Kennedy declaró: “Nuestros
esfuerzos por mantener el liderazgo del mundo libre descansan, en última
instancia, en el éxito de esta iniciativa”.
El
éxito de Kennedy fue mucho más allá de lo que él había soñado cuando el
final de la Guerra Fría dio paso a una nueva era de la globalización e
incorporó 3.500 millones de nuevos clientes al mercado.
Dentro
de treinta años, el comercio mundial estará en medio de otra
transformación radical que será no menos crítica para el liderazgo de
Estados Unidos en el siglo XXI y para la expansión de las perspectivas
de crecimiento mundial.
Durante
milenios, el comercio internacional se ha centrado en el intercambio de
bienes físicos (incluidas las personas durante la esclavitud). En los
últimos años, los servicios se han convertido en un componente cada vez
más importante de las economías avanzadas y el comercio mundial. Esta
tendencia continuará y traerá consigo una mayor complejidad para el
establecimiento de reglas y la negociación de acuerdos.
En
general, la producción manufacturera estará más localizada; los
servicios, especialmente la salud y las ventas al detalle, serán más
personalizados. Los omnipresentes contenedores de carga de la actualidad
serán reemplazados por impresoras 3-D y 4-D, y los diseños para la
fabricación de bienes físicos a nivel local se desplazarán sobre las
ondas de radio a la velocidad de la luz, de la misma manera en que hoy
lo hacen los flujos financieros. A medida que la agricultura urbana
cobra impulso, los alimentos serán producidos más cerca del mercado,
reduciendo los costos de transporte y el comercio agrícola.
Incubar ideas
Las
mejores ideas, sin embargo, seguirán viniendo de afuera, como lo
demuestra la vasta mayoría de las patentes que resultan de la
cooperación científica internacional.
La
economía mundial está hoy repleta de cadenas de suministro remotas para
la fabricación de bienes físicos, pero los vínculos económicos del
futuro estarán cada vez más constituidos por el libre flujo de diseños e
ideas. La protección de la propiedad intelectual será increíblemente
difícil, pero seguirá siendo de vital importancia.
La
urbanización producirá un cambio en la población y creará más centros
globales de excelencia para la innovación. Mientras que actualmente hay
un puñado de ciudades que sirven como centros de comercio mundial de
ideas, dentro de 30 años habrá docenas. Esta proliferación de poderosas
megaciudades y centros de innovación creativa pondrá a prueba las
fronteras geográficas, lo que hará más difícil a las capitales tener la
última palabra.
Los flujos comerciales
reflejarán las realidades del poder mundial, así como la demografía. El
Pacífico dejará de ser el centro comercial dominante y el foco se
desplazará hacia la región del Océano Índico que albergará a más de
8.000 millones de personas, principalmente de China, India y África.
EE.UU.
no estará en condiciones de influir en el comercio mundial de la manera
en que lo ha hecho hasta ahora. Durante los últimos 200 años, Gran
Bretaña después de la Revolución Industrial primero y EE.UU. después de
las dos guerras mundiales lucharon por un sistema comercial abierto que
promoviera el crecimiento económico. Ninguno de los países emergentes ha
demostrado hasta ahora el mismo compromiso [con el libre comercio], a
pesar de que esos países—China en particular—están marcando cada vez más
el ritmo del intercambio comercial. En 2013, China eclipsó a EE.UU.
como el país con mayor flujo comercial.
Además,
los actuales organismos que regulan el comercio internacional, tales
como la Organización Mundial del Comercio, podrían no tener un monopolio
en la gestión del sistema global de intercambios. Iniciativas
recientes, como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura, son probablemente los borradores de
futuras instituciones alternativas que establecerán las naciones
emergentes.
Competencia de talentos
La
transformación del comercio mundial tendrá consecuencias mayormente
positivas, pero también generará desafíos. En primer lugar, ¿cómo hará
un país para atraer y retener a los mejores y más brillantes talentos
del mundo? No habrá ninguna garantía que la gente se quede en su país si
éste no se orienta a las mejores prácticas competitivas.
¿Cómo
responderá la sociedad a un mundo que recompensa generosamente a los
innovadores educados e ignora la creciente desigualdad de ingresos? La
simple verdad es que la proliferación de las tecnologías disruptivas no
creará muchos puestos de trabajo bien remunerados. Las destrezas de alta
tecnología serán más valoradas y les darán más poder a algunos, pero
muchos puestos de trabajo de alta calificación serán más automatizados.
Combinado
este análisis con otras tendencias futuras, nuestras perspectivas son
brillantes. Hay buenas noticias para el medio ambiente. El mundo en que
vivimos dependerá menos de los combustibles fósiles tradicionales. El
cambio hacia el gas natural hará más limpia la producción y más
respirable al aire. También estaremos mucho más cerca de adoptar la
energía renovable. Con el desarrollo de combustibles alternativos, no
vamos a depender tanto de las largas cadenas de suministro de energía
que hoy atraviesan el mundo.
La gente
vivirá más años. Habrá menos enfermedades. Los consumidores se
beneficiarán enormemente de los cambios en el comercio mundial que
ofrecerán, entre otros aspectos, una medicina personalizada y un mayor
acceso a la ciencia y los productos farmacéuticos que mejoran la vida.
Las opciones se ampliarán, las distancias se acortarán y la fabricación
será más barata y más adaptada a necesidades específicas.
El mundo será un lugar mucho mejor de lo que el presidente Kennedy pudo haber imaginado.
Huntsman,
presidente del Atlantic Council, fue gobernador de Utah, embajador de
EE.UU. en China y Singapur, además de subrepresentante de comercio de
EE.UU.
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