lunes, 24 de octubre de 2011

Buscando salvavidas....

Bruselas coloca al Gobierno de Berlusconi bajo un régimen de vigilancia como el de Grecia

La UE pide ayuda a países emergentes ante el riesgo de caída de Italia

La UE reconoció ayer su impotencia para solventar por sí sola la crisis del euro y pidió ayuda a los países emergentes, a los que se invita a participar en el fondo de rescate de manera individual o a través del FMI. El grito de socorro se produce tras constatar el riesgo de que Italia entre en un torbellino de deuda insostenible como el que acabó con Grecia.

La canciller Angela Merkel, rodeada de sus homólogos de Bélgica, Finlandia y Holanda y de Jean-Claude Trichet, presidente del BCE. A la izquierda, Yorgos Papandreu, primer ministro griego, conversa con José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea.
La canciller Angela Merkel, rodeada de sus homólogos de Bélgica, Finlandia y Holanda y de Jean-Claude Trichet, presidente del BCE. A la izquierda, Yorgos Papandreu, primer ministro griego, conversa con José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea.. La UE pide ayuda a países emergentes ante el riesgo de caída de Italia - REUTERS
Bernardo de Miguel - Bruselas - 24/10/2011 - 07:00
Mañana y tarde. Sábado y domingo. Las reuniones de la UE en Bruselas se han sucedido durante el pasado fin de semana en una suerte de gabinete de crisis permanente. La desenfrenada coreografía continuará durante las próximas 72 horas a la búsqueda de una solución tajante que evite el colapso de la zona euro.
Durante la reunión del domingo se puso de manifiesto que la dimensión del problema parece ya rebosar la capacidad de la Unión Europea y los líderes comunitarios comenzaron ya a estudiar la posible participación de inversores internacionales (como los fondos soberanos) en los fondos de rescate de la zona euro. Las conclusiones definitivas se esperan el próximo miércoles en una nueva cita que, por insistencia del Reino Unido, contará también con la presencia de los países europeos con divisa propia. Fuentes diplomáticas citadas por Bloomberg aseguraron que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, reprochó al primer ministro británico, David Cameron, su empeño en inmiscuirse en los asuntos de una Unión Monetaria de la que Londres se ha excluido voluntariamente.
La tensión de la cita quizá solo tuvo dos momentos de alivio: las felicitaciones a Rodríguez Zapatero por el anuncio de ETA sobre el cese definitivo de la violencia y el regalo de un osito de peluche para la hija de Carla Bruni y Nicolas Sarkozy que la canciller alemana, Angela Merkel, entregó al presidente francés. El resto de la reunión estuvo dominado por señales muy preocupantes.
"Los desafíos económicos inmediatos son graves", reconoció el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, al término de la reunión de los 27 presidentes de Gobierno europeos. Y el tono habitualmente pausado de Van Rompuy se tornó demoledor cuando llegó el turno de identificar el principal riesgo de la zona euro, que no es otro que una Italia con 1,8 billones de deuda pública (seis veces la de Grecia),
Van Rompuy enumeró las exigencias planteadas al Gobierno de Berlusconi, que deberá presentar en la cumbre del próximo miércoles un calendario preciso con nuevos ajustes. El plan, que sonó casi tan estricto como el exigido a Grecia hace un año a cambio del rescate, incluye, según Van Rompuy, "un ajuste presupuestario y reformas en el mercado laboral, el sistema judicial y la lucha contra el fraude fiscal".
El presidente del Consejo reconoció que "está claro que pedimos un gran esfuerzo a las autoridades italianas", a las que reclamó que "devuelvan la tranquilidad a los inversores y a sus socios europeos". Merkel remachó: "Espero que las autoridades italianas estén a la altura de sus responsabilidades y tomen las medidas que hacen falta".
La zona euro colocaba así a Italia en la zona de máxima vigilancia, ante los riesgos evidentes de que pueda convertirse en el cuarto país (tras Grecia, Irlanda y Portugal) en necesitar un rescate en toda regla. Aunque Merkel colocó a España el sábado en el mismo saco que Italia, durante la cumbre quedó en evidencia que ambos países juegan en terrenos claramente diferentes, al menos, por ahora.
"España no está en la primera línea de la crisis, gracias a los enormes esfuerzos del Gobierno de Zapatero y a la responsabilidad de la oposición dirigida por Mariano Rajoy", elogió el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, durante una rueda de prensa conjunta con Merkel.
Inmensa factura
La dimensión del nuevo problema de la Unión Monetaria es de tales proporciones que los socios europeos ya no dudan en pedir la ayuda de los países emergentes, bien de manera bilateral o a través del Fondo Monetario Internacional. Las conclusiones aprobadas el domingo por el Consejo Europeo señalan que "el G-20 deberá garantizar que el FMI dispone de recursos suficientes para cumplir sus responsabilidades sistémicas y deberá explorar la posible contribución de los países con mayor superávit externo".
Fuentes comunitarias reconocieron que se trata de una apelación a los países emergentes para que colaboren en la resolución de la crisis de la deuda pública. "Y no va dirigida solo a China sino también a otros países como Brasil, Rusia o India", añadieron las mismas fuentes.
EE UU se resiste a ampliar la participación de China en el FMI porque conllevaría la concesión de una cuota de mayor poder al Gobierno comunista de Pekín. Pero la UE está decidida a plantear su propuesta durante la cumbre del G-20 el 3 y 4 de noviembre en Cannes.
En el seno de la UE también existen reticencias ante la posible ayuda de China. Fuentes comunitarias advirtieron que se trata de un riesgo político considerable porque se concederá a Pekín una voz privilegiada en los asuntos internos de la zona euro.
A pesar de esas reservas, los líderes europeos parecen decantarse por intentar que los países emergentes participen en el apalancamiento del fondo de rescate de la zona euro. Los líderes europeos estudian reconvertir la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera en una agencia abierta a la participación de capital privado, para incrementar sensiblemente sus recursos (440.000 millones de euros) y permitirle intervenir de manera drástica en el mercado de deuda.

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