No usan los mismos criterios; ni persiguen los mismos fines; ni siquiera piensan en los mismos plazos. Pero no por ello deja de sorprender la enorme brecha abierta entre el veredicto de las agencias de calificación y el de los inversores con respecto a la deuda española. 
Incluso aunque España ya ha recibido tres mejoras de calificación en 2014 por parte de Moody's, Fitch y la que acaba de anunciar Standard & Poor's (S&P), para los principales evaluadores del riesgo crediticio la solvencia española no merece más alla de un aprobado raspado; un 5 o poco más. Sería la traducción del Baa2 de Moody's; del BBB+ de Fitch; y del BBB de S&P, que este viernes podría crecer hasta BBB. Todas ellas, notas meten a España el bloque del grado de inversión -el que distingue a los emisores más solventes-, pero apenas dos o tres escalones por encima del suspenso; esto es, la categoría del bono basura o alto rendimiento, en la que están los emisores menos fiables. 
Pero los inversores han ido por libre. Y mucho, porque han corrido bastante más que las agencias. Lo refleja la prima de riesgo, que mide la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, y los seguros de crédito (CDS) sobre la deuda española. La prima se encuentra ahora en los 164 puntos básicos, con lo que pisa el terreno en el que se movía en el verano de 2010. Y el CDS se sitúa por debajo de los 100 puntos básicos, igualmente en la zona de más baja desde finales de 2009 y la primavera de 2010. 
¿Y qué rating tenía España por aquel entonces? Pues se movía entre elsobresaliente -AA+- y la matrícula de honor -triple A-. Otro dato: mientras la prima se ha relajado casi un 75% desde julio de 2012 y el CDS, un 85% en el mismo periodo, España solo ha recibido dos mejoras de rating, y de un escalón cada una, cuando las escalas de calificación de las agencias cuentan con una veintena de peldaños. 
Es decir, actualmente las agencias van claramente por detrás de la curva, con lo que su influencia en el mercado ha menguado. A estas alturas, y con los rendimientos nominales de la deuda pública española en zona de mínimos históricos, la influencia de una mejora de calificación es reducido o directamente nula porque ya está recogida en los precios y los rendimientos actuales. Porque lo que de verdad importa -y de lo que está pendiente el mercado- es que el Banco Central Europeo (BCE) emprenda más medidas monetarias expansivas en la reunión del 5 de junio. En todo caso, una mejora de rating puede ser usada como excusa para ver subidas en la bolsa española por el contagio posterior de esa subida a las calificaciones corporativas y por el espaldarazo que aporta a la economía española. 
Ahora bien, aunque los inversores van a otro ritmo, la reciente decisión de Moody's y Fitch y S&P sí contienen un aspecto favorable para la deuda española a pesar de que no provoque una fuerte reacción en el mercado: esas subidas de calificación alejan a la deuda española de descender a la categoría del bono basura. Y eso es importante porque en caso de haber caído al bono basura hubiera quedado fuera de la cartera de los fondos de inversión, planes de pensiones y seguros que no pueden invertir en bonos de alto riesgo.