martes, 18 de noviembre de 2008

Nuestro Banco debe seguir así.

El Banco de España sigue operando de manera discreta-como corresponde -la experiencia acumulada en las crísis del 80/93

fueron demasiado importantes y didácticas.

La prudente discreción del Banco de España

La institución ha recibido con cautela los halagos a su modelo de supervisión y ha preferido jugar desde la sombra su papel en la reforma del sistema financiero global.

La prudencia del modelo de supervisión bancaria español ha sido uno de los grandes vencedores de la crisis financiera. Voces autorizadas como Mervyn King, gobernador del_Banco de Inglaterra, y medios como el estadounidense The Wall Street Journal o el británico Financial Times lo han puesto como meta a alcanzar por el resto de bancos centrales.

Sin embargo, ese protagonismo contrasta significativamente con la escasa presencia pública del Banco de España y de su gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en el proceso de reforma del sistema financiero internacional, al que el G-20 de este fin de semana pasado ha dado formalmente el pistoletazo de salida.

Aunque esto no es algo exclusivo del gobernador español. De los banqueros centrales de los estados miembros de la UE, solamente Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, ha participado directamente en la reunión, y lo ha hecho en su condición de presidente del Foro de Estabilidad Financiera, el organismo en el que se está gestando el grueso de la reforma del sistema.

Eso sí, a ninguno de los bancos centrales de la eurozona le han regalado los oídos y la vista con tantos parabienes como al español, bien por las provisiones anticíclicas -que no es otra cosa que hacer colchón en la época de vacas gordas para afrontar mejor la época de vacas flacas-, bien por la prohibición de invertir en vehículos que se mantienen fuera de balance.

Sin embargo, estar ausente de los grandes titulares no quiere decir que también se esté ausente del trabajo de fontanería que conllevan las negociaciones de este calibre. En la preparación de la cumbre del G-20, el Banco de España mantuvo reuniones con el Gobierno para preparar el rol y las propuestas de España en la gestión de la crisis.

Y al margen de las solicitudes de información sobre la práxis del Banco de España por parte de otros supervisores y agentes del mercado, se suma la presencia de la institución en organismos y foros como el Banco Internacional de Pagos y el Comité de Basilea. En ellos trabaja codo con codo con el resto de supervisores y trata de ofrecer las lecciones aprendidas a lo largo de las propias crisis bancarias españolas, especialmente la de finales de los setenta y comienzos de los ochenta, y la de principios de los noventa.

Nadie puede discutir que esta actitud de discreción, de trabajar en las tuberías del sistema en lugar de en los titulares, es intrínseca a un banco central y a su gobernador.

Sin embargo, la experiencia en crisis bancarias del supervisor español, mucho más reciente que la de los bancos centrales de otros países, ha incrementado probablemente las dosis de prudencia dentro de la institución. Aunque los bancos españoles han aprobado con notable alto la primera oleada de la crisis financiera -la de los activos de alto riesgo (subprime) y los productos estructurados-, falta por ver cómo se enfrentarán al segundo embate de la tormenta: el de la economía real.

La economía española se encuentra camino de la recesión; el paro se dirige al 17%; el sector inmobiliario se deteriora con fuerza; el goteo de concursos de acreedores continúa con regularidad y la morosidad de la banca crece con rapidez. Y_todo ello con préstamos concedidos al sector inmobiliario por más de 300.000 millones de euros.

Los bancos españoles y su supervisor han ganado sin duda la primera batalla a la crisis financiera. Pero ahora quien ha declarado la guerra es la economía real.

Perlas españolas
• Las medidas anticíclicas han creado un colchón de seguridad que ha permitido a la banca española afrontar el primer embate de la crisis en mejores condiciones.
• La prohibición de los vehículos fuera de balance ha evitado la exposición de los bancos y cajas españoles a activos tóxicos como las hipotecas subprime

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