Erre,que erre------que erre.
Las 4 lecciones no aprendidas (todavía) de la crisis financiera
Crisis financiera, lecciones, no aprendidas
@A. Belmonte - 12/08/2009 06:00h
¿Es cierto que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra? A tenor de ciertas prácticas que se han sucedido en las últimas semanas en el mundo financiero, claramente sí. Dos años después del comienzo de la crisis que ha azotado, y azota, a las finanzas en todo el globo, los inversores parece que no han aprendido algunas lecciones que fueron detonantes de la crisis y que hace sólo unos meses todos juraban no volver a repetir. Cuatro lecciones que, unánimemente, provocaron, entre otras, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la debacle financiera de los últimos dos años.
Salarios inmorales en Wall Street. Después de presentar su plan de rescate de la banca, el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no dudó en calificar de “inmorales” los estratosféricos salarios de las firmas de Wall Street y trazó un plan para limitar esos sueldos, al menos en las entidades que hubiesen gozado de las multimillonarias ayudas del Gobierno. Apenas 4 meses después, Goldman Sachs, que recibió 10.000 millones de dólares, comunicó, junto con la mejora de sus resultados, que había destinado un tercio de sus ingresos, más de 8.000 millones de euros, para pagar a sus empleados y ejecutivos, una cifra por encima incluso del magnífico año récord de 2007. En otros bancos, como Morgan Stanley, con un reguero de pérdidas a sus espaldas, el porcentaje supera el 70%.
Aunque el Congreso estadounidense (los demócratas, para ser exactos) ha puesto el grito en el cielo y propone nuevas leyes para limitar los bonos a los ejecutivos de Wall Street, el punto de debate es el propio mecanismo de retribuciones. Un informe del fiscal de Nueva York defiende que la operativa de retribuciones no tiene ni pies ni cabeza, y que los banqueros ganan siempre: cuando el banco gana dinero, cuando el banco pierde dinero e incluso cuando ha perdido tanto que, como es el caso actual, necesita la intervención del Estado para sobrevivir. El problema es que los bonus son la esencia de los mercados de capitales. Así lo asegura la gurú (ex Goldman Sachs) Whitney Meredith, para quien “los bonus son la motivación de Wall Street, nadie viene aquí para salvar el mundo”.
Tipos demasiado bajos demasiado tiempo. La Reserva Federal estadounidense ha situado sus tipos entre el 0% y el 0,25%%, mientras que el Banco Central Europeo ha bajado el precio del dinero al 1%. ¿Es esto normal? Obviamente no. Es una situación extraordinaria para combatir la crisis. ¿Cuánto debe durar? Ésa es la gran pregunta. La política de tipos en mínimos históricos corre el perverso riesgo de que lo extraordinario se convierta en habitual y si se mantienen demasiado bajos demasiado tiempo puede provocar otra situación de crisis. El miembro del comité ejecutivo del BCE, José Manuel González-Páramo, advierte de que “en ocasiones anteriores, tipos muy bajos han contribuido a crear e inflar una burbuja posterior” y existe el riesgo de que para resolver un problema se cree otro “cuya cara más fea veríamos años después”.
Muchos expertos atribuyen al ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, cierta culpabilidad de haber contribuido al crecimiento de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos al mantener una política monetaria demasiado laxa durante demasiado tiempo tras los atentados terroristas de 2001. Según la Regla de Taylor, que se utiliza para medir el grado de adaptación de los tipos de interés a la inflación y el crecimiento económico, tanto la Fed como el BCE mantuvieron el precio del dinero demasiado bajo entre 2001 y 2007 (la Fed) y entre 2001 y 2005 (el BCE). La pregunta entonces es: ¿habrán aprendido los bancos centrales la lección?
El control de las agencias de rating. Las agencias de rating, con una misión calificadora de los riesgos, no supieron alertar de la gran amenaza que se cernía sobre los mercados de capitales. El principal problema nace del conflicto de intereses con los emisores a quienes califican, que en el fondo son quienes les pagan. El propio presidente de la CNMV, Julio Segura, ha acusado a las agencias de rating de calificar “generosamente” muchos productos estructurados y ha llegado a describir algunos cambios en las calificaciones como “bruscos, con frecuencia tardíos, y no siempre justificados, que en algunos casos pudieran reflejar la existencia de problemas de conflictos de interés”. ¿Cómo se puede controlar al controlador?
De momento los reguladores europeos han detectado el problema y han puesto en marcha procesos para reforzar el control sobre las agencias de rating. La Eurocámara ha aprobado normas para mejorar la supervisión de las agencias de rating y garantizar que las calificaciones no se vean afectadas por los conflictos de interés, aunque las agencias de rating se defienden diciendo que sus calificaciones son sólo “opiniones”. ¿Qué pasará cuando estas opiniones no reflejen, como ha sucedido con la crisis, el riesgo financiero de la empresa que califican?
Los excesos de la banca. Errores, excesos, endeudamiento desproporcionado, inadecuada valoración del riesgo, desprecio de los ciclos. Éstas son, a juicio del presidente del Santander, Emilio Botín, las causas, entre otras, de la crisis financiera. Mejor no lo ha podido definir, desde luego, en un ejercicio de autocrítica. Botín reconoce que se apostó por innovaciones financieras que han resultado “nocivas” y se olvidó tener en cuenta el riesgo. No ha sido el único que ha entonado el mea culpa. También el presidente de la AEB, Miguel Martín, ha reconocido la culpa de los bancos en el exceso de endeudamiento de empresas y familias. El propio Warren Buffet habla de “locura financiera” de la banca norteamericana para buscar un culpable a la crisis.
Ahora, dos años y miles de millones de euros en ayudas después, la criba entre la banca, sobre todo estadounidense, está siendo ejemplar, y en Europa, las nacionalizaciones de bancos y las elevadas provisiones están reforzando el control sobre las entidades. Pero en España, pese a que todo el mundo está de acuerdo en que el sector necesita reestructurarse para sanearse y fortalecerse y para ello se ha creado el FROB, los bancos son, hasta ahora, reacios a entrar en una rueda de fusiones. Y en las cajas priman, de momento, los intereses políticos en las operaciones corporativas. Mientras, el negocio se deteriora, la morosidad aumenta y las provisiones lastran los resultados. ¿Habrán aprendido la lección?
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