miércoles, 15 de octubre de 2008

Contando las horas para volver.

Calculo que en un par de años, aquellos poderosos constructores vuelvan a ocupar pantalla. Los dineritos ahora aflorados,

limpiarán gran parte de sus balances.

De 'Forbes' al infierno
Empresarios del sector inmobiliario que hace dos años asaltaron las listas de los más ricos del mundo pasan sus peores horas.

En apenas dos años han pasado de compartir las páginas de Forbes con otros asiduos españoles a la lista de los más ricos del mundo, como Amancio Ortega, fundador de Inditex, a ver cómo sus fortunas se desvanecían al ritmo que lo hacía la cotización de las compañías en las que participan.
El boom vivido por el sector inmobiliario español convirtió en millonarios a varios empresarios de esta industria, lo que unido a los bajos tipos de interés y a la liquidez con la que contaba entonces la banca les llevó a embarcarse en operaciones de un tamaño nunca visto antes en España.
Entre finales de 2005 y principios de 2007 el mercado vio cómo Joaquín Rivero, al frente de Metrovacesa, compraba por 5.500 millones de euros la francesa Gecina; Luis Portillo invertía 3.000 millones en la adquisición de Riofisa y el 15% de FCC presidiendo Colonial; Fernando Martín acordaba con Manuel Jove comprarle Fadesa por 4.045 millones; Rafael Santamaría pagaba a Banesto 3.317 millones por Urbis; Bruno Figueres, dueño de Habitat, compraba a Ferrovial su división inmobiliaria por 2.200 millones; Jacinto Rey, propietario del grupo San José, se hacía con Parquesol por 917 millones. Y cómo una pequeña promotora valenciana, Astroc, fundada por Enrique Bañuelos, pasaba de salir a Bolsa a un precio de 6,4 euros por acción en mayo de 2006 a superar los 70 euros por título en febrero de 2007.
Ahora esos mismos empresarios se pasan horas sentados con los bancos negociando condiciones de pago de deuda que permita a sus compañías seguir funcionando con la mayor normalidad posible. Algunos no han tenido más remedio que solicitar concurso de acreedores y otros tratan de pasar lo más desapercibidos posible esperando que pase el temporal. La crisis financiera e inmobiliaria les ha sacado de Forbes.
'Salir en Forbes es terrible; tú no lo eliges', comentó Bañuelos en una conversación mantenida con CincoDías en julio de 2007. En marzo de ese año la publicación estadounidense situaba al fundador de Astroc como el 95 hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 7.700 millones de dólares. Pero antes de que terminara 2007 Bañuelos había dejado ya la empresa después de que esta viviera un batacazo en Bolsa.
El fundador de Astroc aguarda en la actualidad el resultado de la investigación que lleva a cabo la Audiencia Nacional sobre una querella presentada contra él por alterar el precio de las acciones. A pesar de todo Bañuelos se mantiene entre los 1.000 hombres más ricos del mundo según publicó Forbes el pasado mes de mayo, en el puesto 897 con un patrimonio de 1.300 millones de dólares.
Es posible que muchos de estos empresarios no vuelvan a ver publicados sus nombres junto con los de las personas más ricas del planeta en un tiempo. Bañuelos y Luis Portillo rehúyen ahora mismo cualquier acto público; Fernando Martín, que hace un año aseguraba que Martinsa Fadesa sería la mayor compañía del sector, por lo menos en España, presentó en julio la mayor suspensión de pagos de una empresa en el país; la familia Nozaleda, que hace poco más de dos años optó por invertir en inmobiliarias cotizadas en lugar de sacar al grupo Nozar a Bolsa, trabaja por recuperar los activos que ha hipotecado después de invertir en Colonial y Astroc; Rafael Santamaría está a punto de firmar un acuerdo con la banca que permita a Reyal Urbis seguir operando...
Pero si alguien piensa que estos empresarios van a deponer las armas, se equivoca. En juego no sólo está su dinero, sino también el trabajo de varias generaciones. La familia Sanahuja, la familia Nozaleda, la familia Santamaría, la familia Martín, la familia Gallego... son apellidos ligados a los nombres de las que han sido las mayores inmobiliarias españolas. Volverán.

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