jueves, 19 de febrero de 2009

Manualillos para Vivítopes.

Además.......dos vinos son ....poquísimos!!!!!!!!!!!!!!

Crianzas: Rioja vs. Ribera
Amaya Cervera


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Un “crianza” es una de las opciones más habituales de compra para muchos consumidores y la disyuntiva normalmente está entre Rioja y Ribera del Duero. ¿Saben exactamente lo que se van a encontrar en la copa y, sobre todo, cuánto cuesta?
¿Se han preguntado alguna vez por qué es más caro un crianza de Ribera que uno de Rioja? Aunque obviamente hay excepciones, sí es cierto que en general hay que rascarse más el bolsillo cuando uno quiere poner una botella de Ribera encima de la mesa. ¿Hay una razón real para ello?

Intentaremos responder a esta pregunta y también darle unas buenas pistas de los estilos más característicos que encontrarán dentro de cada región. Para ello hemos catado a ciegas algo más de 30 etiquetas de ambas zonas.

¿Por qué la Ribera es más cara?
El factor histórico es clave para intentar explicar esta circunstancia. Frente a una región grande (en viñedo, número de bodegas y cifras de producción) como es Rioja, la denominación del Duero surge en 1982 prácticamente de la nada, con una marca mítica y legendaria como Vega Sicilia (entonces y hasta bien entrados los noventa era el vino más caro de España) y un puñado de pequeñas bodegas con producciones reducidas que se abastecen de un viñedo sensiblemente menor que el riojano. La climatología es más adversa y hay mayor irregularidad en la producción obtenida con cada nueva cosecha. No obstante, ofrece la primera alternativa de tintos de calidad frente a Rioja. Y no sólo eso: se convierte en icono de modernidad, lo que dispara la demanda de un producto entonces bastante escaso. Así que el modelo inicial de lo que es un ribera queda definido por marcas que alcanzan, casi de inmediato, un sólido posicionamiento en una banda de precios alta gracias a su calidad y modernidad, pero también a sus comedidas producciones.

Nos podríamos plantear si este ventajoso punto de partida, unido a la necesidad de crear una infraestructura de bodegas, instalaciones y tecnología que no existían y que naturalmente repercute en el precio del vino, sigue justificando precios más altos todavía hoy. Porque el panorama desde luego es distinto: unas 250 bodegas elaboradoras entre las que se incluyen firmas que trabajan volúmenes mayores y que han ampliado la horquilla de precios por abajo.

Para Víctor Cerro, de Hijos de Antonio Barceló, que posee Viña Mayor en Ribera del Duero y Bodegas Palacio en Rioja, existen dos motivos básicos que explican la diferencia de precio entre ambas zonas: “Uno objetivo, que es el hecho de que la producción y el tamaño medio de las bodegas sea menor en Ribera, lo que implica mayores costes añadidos; y otro de carácter subjetivo en el sentido de que hasta la fecha la mayoría de consumidores está dispuesto a pagar más por un crianza de Ribera que por uno de Rioja”.

Rodolfo Bastida, responsable y enólogo de Ramón Bilbao en Rioja y Cruz de Alba en Ribera del Duero, incide también en el tema de las amortizaciones y la escala más pequeña con la que se trabaja en Ribera: “En la práctica, se necesita casi la misma inversión para elaborar 300.000 botellas que para un millón”. Aunque desde su punto de vista, el gran factor diferencial está en el viñedo, no tanto por el precio de la uva, que se sitúa más o menos a la par, como por el mayor coste de producir en viñedos propios: “Los rendimientos en Ribera son más bajos y las incidencias climáticas mucho mayores. El año pasado, por el pedrisco y las heladas, recogimos la mitad de uvas que en 2007. Producir en viñedos propios de Ribera nos cuesta casi el doble que en Rioja”.

Y este coste se incrementa en la medida en la que lo hacen las aspiraciones de calidad del elaborador. “Trabajar con viñedos muy viejos nos supone unos costes de partida de la uva considerables”, explica por ejemplo Daniel Aguirre, de Bodegas Imperiales.

Juan Luis Cañas, de Bodegas Luis Cañas en Rioja Alavesa, ratifica este hecho dentro de su incipiente proyecto en Ribera cuyo primer vino verá la luz a finales de 2010. “La producción y los rendimientos son mucho menores cuando se buscan uvas de calidad y se trabaja con viñedos viejos –explica–. Nosotros en 38 hectáreas sólo hemos recogido 100.000 kilos y hemos llegado a pagar hasta más de dos euros y medio el kilo de esta calidad de uva, un cifra muy superior al precio medio de la zona”.

Y las bodegas se preocupan también de colmar esas “expectativas” subjetivas del consumidor: “En Ribera –dice Rodolfo Bastida– utilizamos auxiliares más caros; gastamos más en corchos y botellas y nos preocupamos más de vestir un vino por el que sabemos que el consumidor está dispuesto a pagar más”.

Buscando la tipicidad
Pero, ¿hay una identidad clara Rioja-Ribera que se corresponda con esta filosofía de precios? La cata a ciegas de algo más de 30 crianzas de ambas zonas demostró que la procedencia era bastante clara, lo que quiere decir que se impone una cierta tipicidad reconocible. Los casos más dudosos se correspondían, como cabía esperar, con los crianzas riojanos más modernos o algunos riberas de estilo más light, perfectamente correctos pero que a menudo se situaban en unos niveles algo inferiores de precio.

Dentro de un alto nivel cualitativo de las muestras (se buscaron marcas representativas de ambas zonas con presencia en La Guía TodoVino y excluyendo los riberas de más de 20 euros), hubo más riojas en bandas más asequibles de precio y, por tanto, más riojas buenos y baratos que riberas.

Sin embargo, también vimos claro que para un consumidor cuya motivación principal de compra fuera precisamente esos patrones bien definidos y caracterizados de zona, ya sea de Rioja o de Ribera, rara vez encontrará satisfacción en un crianza de la otra región. ¿Cuáles son esas pautas de reconocimiento?

Riberas
• Abadía San Quirce Crianza 2005. Sabroso, buena acidez, maderas nuevas. Muy buena relación calidad-precio. 13-15 €.
• Arzuaga Crianza 2005. Maderas achocolatadas y golosas, lácticos. 14-17 €.
• Áster Crianza 2002. Se nota la firma de la casa y la añada. Clasicismo que recuerda a Rioja. 12-14 €.
• Callejo Crianza 2006. Mucha fruta y muchas maderas lácticas, pero en equilibrio. 12-15 €.
• Carmelo Rodero Crianza 2006. Excelente boca con gran cantidad de fruta que aguanta las seductoras notas lácticas y torrefactadas. 16-17 €.
• Celeste Crianza 2006. Muy ribera y frutal. Carácter juvenil y balsámico. 13-15 €.
• Cruz de Alba Crianza 2006. Estilo moderno, con toque mineral además de mucha fruta negra, pero sin excesos. 13-14 €.
• López Cristóbal Crianza 2005. Estilo moderno con abundantes notas lácticas. 12-14 €.
• Matarromera Crianza 2006. Muy ribera, con tanino algo más presente en esta añada. 16-18 €.
• Montebaco Crianza 2006. Un ribera muy primario y con mucho carácter frutal en este momento. Excelente relación calidad-precio. 13-14 €.
• Pago de los Capellanes 2006. Sabroso, buena acidez, fruta roja y roble algo presente que se pulirá en la botella. 15-18 €.
• Pesquera 2006. Directo carácter frutal y toques lácticos y cremosos. 15-18 €.
• Protos Crianza 2005. Muy “ribera” por su potencia y carácter de fruta bien madura. Buen representante de la zona. 14-15 €.
• Valtravieso Crianza 2006. Fruta madura, ahumados, tanino por integrar en la botella. 12-14 €.
• Señorío de Nava Crianza 2006. Estilo moderno, elegantes maderas pero buen centro de fruta.
• Viña Mayor Crianza 2005. Muy frutal y primario, con acidez que hace pensar en Rioja. Fácil de beber. 9-11 €.
• Viña Pedrosa 2006. Deliciosa fruta roja ácida. Estructura media. 15-17 €.
• Viña Sastre Crianza 2006. Destacada elegancia y complejidad. Excelente ribera. 14-15 €.

Riojas
• Altún Crianza 2006. Maduro y fluido. Un rioja moderno que podría pasar por Ribera. 8-9 €.
• Baigorri Crianza 2005. Sabroso y con cierta complejidad. Reconociblemente riojano, pero con toques de modernidad. 11-12 €.
• Campillo Crianza 2005. Sale al mercado en estos días. Clásico y bien elaborado. 12-13 €.
• Cerro Añón Crianza 2005. Buen ejemplo de clasicismo riojano a precio muy ajustado. 6-8 €.
• Conde de Valdemar Crianza 2005. Estilo clásico y muy maduro en esta añada. 7-9 €.
• Cosme Palacio Crianza 2006. Elegante, complejo y con mucha vida por delante. Un gran rioja moderno. 15-17 €.
• Izadi Crianza 2005. Predominio de las notas terciarias, carácter riojano, cuerpo medio. 7-9 €.
• Luis Alegre Crianza 2005. Fruta juvenil, sabroso y directo. Un rioja fácil y muy agradable de beber. 9-11 €.
• Luis Cañas Crianza 2005. Un estilo de gran equilibrio e impecable elaboración que debería gustar a casi todos. Gran relación calidad precio. 8-9 €.
• Muga Crianza 2005. Excelente representante del mejor clasicismo y de la "tipicidad" Rioja tal y como se entiende en medio mundo. Gran complejidad.
13-15 €.
• Ramón Bilbao Edición Limitada Crianza 2006. Seductora mineralidad, además de fruta y finas maderas. Una de las mejores compras de España.
10-11 €.
• Señorío de Villarrica Crianza 2005. Un rioja moderno, con cuerpo, maderas nuevas y buena elaboración. 8-10 €.
• Solabal Crianza 2005. Goloso, envolvente y sabroso. Cierta complejidad. 8-10 €.
• Tobía Selección 2005. Deliciosamente riojano, con todo en buen equilibrio. 11-13 €.
• Vallobera Crianza 2005. Excelente carácter frutal y madera bien integrada. Ofrece mucho por su precio. 7-8 €.
• Valserrano Crianza 2005 y 2006. Familiarmente riojanos. Algo más expresivo el 2005, pero ambos en una línea muy coherente. 8-10 €.
• Viña Salceda Crianza 2004. Estilo clásico, especias dulces, cuerpo medio. 7-9 €.

La Ribera más reconocible. Hay realmente una “nariz Ribera” que se siente al primer golpe de copa y es como de mezcla de hollejo tostado (aromas secundarios que evocan la fermentación) y notas lácticas. En general, son vinos que tienen más de todo: más fruta, más potencia y que también aguantan más madera antes de que ésta empiece a resultar excesiva (aunque en algunos tintos se cruzaba el límite). La mayoría se beneficia de una aireación en la copa que permite ir descifrando aromas. La fruta es más opulenta y madura (frutos negros, ciruela) y las bocas tienden a ser más voluminosas y golosas. La acidez casi nunca llama la atención ni se percibe de modo evidente; si acaso ofrece el contrapeso necesario y en ocasiones resulta algo justa. En general, domina una sensación más juvenil y vigorosa.
La Rioja más reconocible. El clasicismo riojano es inconfundible. Incluso en la categoría de crianzas, es habitual encontrar notas terciarias evidentes (cuero, almizcle, especias dulces). En general, la estructura en boca es menor que en los riberas y en aquellos riojas más corpulentos la sensación táctil es de algo menos de amplitud y volumen. En el caso de crianzas que apuestan más por la fruta (es el caso en muchos de Rioja Alavesa), la sensación suele ser de frutos rojos (fresa, frambuesa). Aunque quizás la nota más distintiva de la zona, presente tanto en elaboraciones más clásicas y modernas, fue esa acidez que se experimentaba de forma evidente y que ayudaba a trazar el recorrido del vino en boca. En general, estamos ante tintos menos corpulentos y más fluidos.

Hay un factor más “refrescante” en Rioja y también a menudo de “trago más fácil” sin perder por ello complejidad (ahí están los aromas terciarios y el hecho de que en general son vinos que retrasan algo más su salida al mercado; sólo hace falta ver el considerablemente mayor número de crianzas de la cosecha 2006 que nos han remitido las bodegas de Ribera del Duero). En los tintos del Duero destaca la opulencia que arropa y reconforta el espíritu en contraposición con el paisaje un tanto adusto de donde proceden y los rigores de su clima.

Encontrarán también algunos tintos (no tantos como esperábamos inicialmente, la verdad) a “medio camino” entre el espíritu de ambas zonas. Pueden servirles de comodín, aunque los vemos como opciones más de estilo que de origen, cuando lo que se busca es un tinto de cierta estructura, concentración y precio. En este terreno intermedio en el que no teníamos claro si estábamos ante un ribera o un rioja moderno, la elegancia y el conseguido conjunto que descubrimos en vinos como el Cosme Palacio 2006 o el Viña Sastre 2006 bastaban para seducir a cualquier paladar sensible y hacerle olvidar que ante todo buscaba un origen. Pero, por desgracia, esta circunstancia sólo la encontramos en las etiquetas de precio más elevado.

El equipo de cata en esta ocasión estuvo formado por: José Luis Casado, Amaya Cervera y Custodio L. Zamarra.

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