Peter Pan ha muerto: los hombres inmaduros no seducen a las mujeres
25.08.2010 Carmen Méndez 10
Hombres inmaduros, mujeres decepcionadas. Son los estragos que causa el síndrome de Peter Pan, que caracteriza a hombres con poca resistencia a la frustración y mucho miedo al compromiso.
Crecer y ser responsable puede ser muy antipático, sobre todo para parte de una generación masculina educada en la permisividad y la falta de esfuerzo.
El asunto tiene bastante enjundia, como reconoce el psicólogo, sexólogo y escritor Antoni Bolinches. Desde el Instituto Psicológico que lleva su nombre en Barcelona, este experto, de amplísima trayectoria, ha comprobado los destrozos personales y laborales que provoca la negativa a hacerse mayor. Fruto de su experiencia, ha publicado Peter Pan puede crecer (Grijalbo), una eficaz guía para hombres en el viaje hacia su madurez, y un alivio para tantas mujeres que sufren la falta de compromiso masculino.
“La madurez supone armonizar el principio de placer con el principio de realidad. Los inmaduros se guían sólo por el placer, mientras que las personas maduras armonizan el placer suficiente con el deber necesario”, explica este experto.
"La mitad de los varones entre 20 y 40 años acusan comportamientos infantiles"
Madurar implica asumir cargas personales y laborales. Antoni Bolinches calcula que “la mitad de los varones entre 20 y 40 años educados en nuestro modelo de sociedad padecen cierto complejo de Peter Pan”. Además, el mundo virtual se ha convertido en un feliz País de Nunca Jamás, donde, como en la inolvidable novela de Barrie, los Niños Perdidos, reconvertidos en hábiles internautas, gozan de una infancia perpetua.
La rebelión de Wendy
A principios de los años 80, el psiquiatra Dan Kiley puso nombre al síndrome que aqueja a los hombres que se resisten a crecer... y cuyas consecuencias sufren las mujeres. Pensemos en Wendy, seducida por la magnética personalidad de Peter Pan, pero obligada a ser la pelma que le recuerda que la vida no puede ser una juerga continua.
Las mujeres del siglo XXI, que han evolucionado y madurado como consecuencia de su propio esfuerzo, se sienten decepcionadas y ya no quieren ser Wendys. “El hombre venía de un modelo de relaciones de género injusto pero simple: él era el dominante; la mujer, la subordinada. La liberación de la mujer ha hecho que, en tres generaciones, ésta haya dado un salto espectacular en lo social, lo económico y lo sexual. Muchos hombres han reaccionado con pavor no sólo al compromiso, sino incluso a la interacción sexual”.
Antoni Bolinches advierte de un peligro: el miedo de algunos hombres a tener relaciones sexuales si creen que una mujer es muy proactiva. Eso está llevando a que demasiados jóvenes tomen vasodilatadores a edad muy temprana, fruto de esa inseguridad.
Hay que saber qué tipo de niño grande tenemos delante. “El que tiene gran autoestima y un elevado autoconcepto es un Peter Pan Seductor. “Son más diestros enamorando que satisfaciendo a las mujeres”.
Si están contentos con su imagen pero no tienen buen concepto de sí mismos se convierten en Narcisistas. “No les interesa seducir, sino ser valorados por su atractivo”. Y si tienen un buen autoconcepto pero no les gusta su imagen pasan a ser Peter Pan Intelectuales, esos que intentan impresionar a las mujeres y acaban por agobiarlas. “La inteligencia mal utilizada es el gran desestabilizador del ser humano”, afirma Bolinches.
Por este País de Nunca Jamás también sobrevuelan los Serviciales. No tienen un buen concepto de sí mismos ni buena autoimagen, pero juegan con ventaja: “Como creen que no tienen valores, mejoran en todo para complacer”.
En todas las épocas ha habido hombres inmaduros, pero éste es también un síndrome de países ricos. “Nuestro modelo capitalista es un caldo de cultivo perfecto para los Peter Pan. El capitalismo nos enseña que la felicidad es consecuencia del consumo. Las nuevas generaciones no relacionan ese consumo con el esfuerzo, porque, además, proceden de un modelo educacional muy permisivo”, sostiene el psicólogo.
De flor en flor
Lo positivo es que cada vez más hombres comprenden que ser inmaduros no es rentable, ni personal ni laboralmente. “La falta de voluntad y de disciplina para alcanzar los objetivos vitales juega en contra del hombre a partir de cierta edad. Además, no desean que las mujeres les echen en cara, cada vez más, esa inmadurez”. Esto, que a los 20 o 30 años importa poco, porque aún existe la recompensa narcisista de volar de flor en flor, a partir de cierta edad se convierte en un lastre. “La inmadurez es una etapa biográfica que puede y debe superarse. Hace unas décadas, un joven de 20 años ya era responsable. Hoy, ni siquiera se plantean irse de casa”.
El vuelo hacia la madurez comienza por no señalar culpables. “Hay que tratar este síndrome desde planteamientos constructivos. Las mujeres castradoras no facilitan el crecimiento, y la maduración personal crea un nuevo código en las relaciones de género”.
Peter Panes del mundo: crecer es bueno. Lo afirma este experto sexólogo, que recuerda que “el arte de enamorar es el arte de mejorar. La paradoja es que, cuanto más mejora la mujer, menos se enamora, porque da miedo a ciertos hombres. La mujer está pagando en soledad emocional su superación personal, y esto es muy injusto. Así que, cuanto más mejoremos los hombres, ¡mejor para todos!”
¿Soy un crío?
Si tiene ciertas dificultades para relacionarse de forma constructiva con las mujeres, y está entre los 20 y 40 años, quizá deba preguntarse algunas de estas cuestiones que plantea el profesor Antoni Bolinches en ‘Peter Pan puede crecer’, un libro para hombres más que interesante para las mujeres.
- ¿Tiene tendencia a aparentar cosas que no es, o a exagerar sus méritos para captar el interés de las mujeres?
- ¿Necesita sentirse querido pero se cansa fácilmente de las personas con las que mantiene relaciones?
- ¿Se pone de mal humor cuando no satisface de inmediato sus necesidades?
- ¿Cree que su seguridad depende mucho de la aceptación de los demás?
- ¿Tiene tendencia a culpabilizar a los demás de sus problemas en lugar de hacer algo por resolverlos?
- Cuando tiene un conflicto entre lo que le gustaría y lo que debería, ¿se inclina con frecuencia por lo primero?
- ¿Le resulta fácil incumplir los compromisos que usted mismo ha aceptado?
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