sábado, 27 de octubre de 2012

China en el puzzle global....


       De la Amenaza a la Confianza: El Papel de China en el Mantenimiento de la Paz de la ONU (por David Gosset)

El ascenso de China no tiene por qué ser un factor de división de la comunidad internacional - por el contrario, puede ser un catalizador para una aldea global más coherente. En el documento oficial publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado en septiembre de 2011, titulado "El Desarrollo Pacífico de China: La Interdependencia sin Precedentes Entre China y el Mundo", se destaca explícitamente: "China no puede desarrollarse en aislada del resto del mundo, y la prosperidad y estabilidad mundial no se puede mantener sin China".
El comercio, las finanzas, los negocios o el turismo son áreas en las que la proyección global de China está teniendo un impacto considerable, pero el esfuerzo de Beijing por el mantenimiento de la paz internacional, no bien conocido ni cabalmente apreciado fuera de China,  es una de las formas más prometedoras de la apertura del país al mundo, que ilustra la voluntad del país de ser un actor global responsable.
Cuando la República Popular de China se incorporó a las Naciones Unidas hace 41 años, se la observaba con gran suspicacia en las operaciones de mantenimiento de la paz. Poniendo el principio de la soberanía política por encima de otras consideraciones, la China maoísta rechazó las intervenciones en países extranjeros que supuestamente contradecían los principios de no injerencia y de coexistencia pacífica.
Sin embargo, en 1988 Beijing entró en el Comité Especial de Operaciones de Paz a la vez que al sistema de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz. En 1992, China envió su primera compañía de ingenieros a Camboya y los soldados de China se convirtieron en un componente activo de las fuerzas de paz de la ONU, 10 años antes de que Beijing entrara en la Organización Mundial del Comercio (en 2001).
En abril pasado, dos décadas después de la intervención en Camboya, tuvo lugar una ceremonia en la provincia de Kompong Cham de Kingdom para rendir homenaje a Chen Zhiguo y Yu Shili, dos soldados chinos que murieron durante la misión inaugural de China de mantenimiento de la paz.
Desde el despliegue en el sudeste de Asia, la participación de China en el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se ha ampliado considerablemente. 2.000 "cascos azules" chinos están actualmente realizando tareas en 12 misiones diferentes – del total de 15 operaciones de  mantenimiento de la paz actuales. Durante los últimos 20 años, China ha participado en más de 20 misiones con envío de 20.000 soldados y observadores militares - desde [la creación], en 1948, del Organismo de Naciones Unidas para Vigilancia de la Tregua (UNTSO) en el recién creado estado de Israel, en todo el mundo ha habido un total de 67 operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
Es ampliamente reconocido que por su profesionalidad, sentido de la inclusión e imparcialidad, los "cascos azules" que vienen desde el País del Medio sirven a los objetivos de la ONU con una eficacia única. Es en el continente africano donde el nuevo factor China podría tener un impacto más constructivo, Pequín no sólo es el socio comercial número uno del continente (con comercio bilateral por 166.000 millones de dólares en 2011), sino también el mayor proveedor de fuerzas de paz en África entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (P-5).
Cuando una falta de confianza entre el País del Medio y Occidente debilita peligrosamente la capacidad de la comunidad internacional para hacer frente a las crisis, la creciente implicación de Beijing en el mantenimiento de la paz constituye una oportunidad única para activar un diálogo entre China y Occidente en algunos de los más sensibles problemas de seguridad.
Fundamentalmente, un acuerdo general sobre la idea de que Pequín tiene que ser visto como uno de los co-artífices de la doctrina y la práctica de la paz del siglo XXI sería un avance significativo para el mundo. De las 17 agencias especializadas de la ONU, ninguna tiene su sede central en China, mas, en un esfuerzo por ajustarse a las nuevas dinámicas globales, tendría gran sentido tener Pequín como un nodo central de la red internacional de paz. El reordenamiento del poder mundial implica una nueva división de responsabilidades y una reorganización de la gobernanza global concebida después de la Segunda Guerra Mundial. Ciertamente, tal ambición desafiaría el status quo. El útil Instituto de Entrenamiento en Operaciones de Paz (POTI), con sede en EE.UU., en su consejo de 9 miembros ni siquiera tiene un experto chino, mientras que el país más poblado del mundo es el mayor contribuyente de fuerzas de paz del P-5. Aun siendo obvio que no puede haber ninguna reflexión genuina sobre la mejora de la gobernanza mundial sin la participación de China, cuando, hace 12 años, el Secretario General de la ONU Kofi Annan pidió que un grupo de especialistas evaluara las deficiencias del sistema de mantenimiento de la paz y formulara recomendaciones para el cambio, el diplomático argelino Lakhdar Brahimi presidió un panel en el que el País Medio no tenía ningún representante.
En 2009, el Ministerio de Defensa de China estableció en el norte de Pequín un centro de la ONU de entrenamiento en mantenimiento de la paz, este podría, como resultado de una estrategia coordinada, no sólo servir como una plataforma donde las tropas internacionales entrenaran y prepararan sus misiones específicas, sino presentarse también como una institución en donde podrían organizarse la investigación y la docencia sobre mantenimiento de la paz del siglo XXI.
En la narrativa de la "amenaza china", el Ejército de Liberación Popular (PLA), retratado como una fuerza antagonista, es una fuente de miedo, un sentimiento que sigue estando en las palabras del estadista canadiense Lester Pearson, "el mayor enemigo de la paz", pero cuando el ejército chino coopera con otros ejércitos para proteger la vida y establecer las condiciones para el desarrollo socioeconómico, no sólo contribuye a reducir el nivel de desconfianza mutua, sino que también pone a las partes en el camino hacia la confianza estratégica. David Gosset es director del Centro Euro-China de Relaciones Internacionales y Negocios CEIBS, Shanghai, Pekín y Accra, y fundador del Foro Euro-China.
(Copyright 2012 David Gosset.)

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