viernes, 27 de febrero de 2015

Syriza y el cambio Mediterráneo.



El Viejo Topo


La victoria de Syriza en las elecciones parlamentarias griegas del 25 de enero no ha sido un triunfo fácil, ni a las primeras de cambio. La mayoría social, golpeada con severidad por las políticas austericidas impuestas por la UE y asumidas por los corruptos gobiernos de la conservadora ND y el socioliberal PASOK, ha necesitado un tiempo para ir sacudiéndose el chantaje del miedo y del “no hay alternativas”, para traducir la amplia resistencia social y popular en una alternativa política mayoritaria en las urnas. Así lo muestra la progresión electoral de Syriza: en octubre de 2009, obtuvo el 4,6% de los votos; en mayo de 2012, el 16,8%; en junio de 2012, el 26,8%. Hasta alcanzar el triunfo en enero de 2015, con el 35,7%. Algo a tener en cuenta por quienes se impacientan y tienden a minimizar las dificultades de convertir el descontento social en voto a las opciones políticas que mejor defienden los intereses de la mayoría popular. Grecia muestra que sí se puede quebrar la hegemonía dominante y subvertir su conservador sentido común, también en Europa. Pero hace falta convencer de ello a una mayoría suficiente dispuesta a optar por cambiar el rumbo y las prioridades de los gobiernos y transitar hacia otra lógica económica, social, política y cultural, guiada por principios de convivencia con la naturaleza, solidaridad, reciprocidad, sentido y participación comunitaria… y, por supuesto, que garantice los derechos económicos y sociales de todos los ciudadanos frente a la voracidad de los poderosos. El triunfo de Syriza, además de una lección de dignidad del pueblo griego, supone una apuesta por recuperar soberanía nacional en lo económico y en lo político, como pilar de una regeneración democrática en Europa frente a la autocracia de la Troika (FMI, BCE, Comisión Europea). Ésta, responsable de las humillantes y fracasadas medidas impuestas a Grecia y carente de legitimidad democrática alguna, ha sido acertadamente rechazada como interlocutor por el gobierno griego y, gracias a ello, tiene ya sus días contados. El gobierno de Syriza ha empezado por tomar medidas urgentes para combatir la crisis humanitaria: programas de alimentación y suministro de electricidad gratuita a los hogares bajo el umbral de la pobreza, elevación del salario mínimo, anulación de las reformas laborales… A ello le seguirán el relanzamiento de la economía con justicia fiscal, un plan nacional de creación de empleo y la reforma del sistema político para profundizar la democracia. Las alternativas y los escenarios presentes son múltiples y en gran modo supeditados al resultado de la renegociación de la deuda con la UE. El ministro de finanzas, Yanis Varoufakis, ha indicado que “estamos dispuestos a llevar una vida austera, lo cual es diferente a la austeridad”. En efecto, se trata ni más ni menos de la diferencia que va de orientarse hacia la adopción libre y soberana de un cambio profundo en el modelo socioeconómico, a someterse a políticas austericidas impuestas por tecnócratas europeos al servicio de las oligarquías financieras. El triunfo de Syriza enciende una luz de esperanza para el pueblo griego y sacude la relación de fuerzas en el seno de la Unión Europea. Poderosos intereses tratarán de impedir que cunda el ejemplo. ¿Seguirán los pueblos del Sur de Europa el mismo camino? Parece llegada la hora de dar pasos decisivos para avanzar juntos hacia otra Europa y otro mundo posible.

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