miércoles, 1 de octubre de 2008

El férreo control del Banco de España...clave.

La aparente solvencia de los Bancos españoles hace envidiarlos por otros gigantes financieros mundiales.

En buena medida, las malas experiencias de Banesto, Hispano, Urquijo, Catalana etc., permitió un obligado fortalecimiento,

mediante la creación e intensificación del denominado Fondo de Garantía de Depósitos a instancias del entonces, nuestro Banco emisor.


Es hora de que los bancos centrales aprendan español----Financial Times mirando al Santander.

A raíz de los últimos acontecimientos, no ha habido muchos bancos que hayan conseguido mantener su reputación intacta.

Santander podría ser la excepción que confirma la regla. Hace una década, casi nadie que no perteneciera a la comunidad empresarial española o latinoamericana había oído hablar del banco. Ahora, sin embargo, Santander parece ser uno de los supervivientes que han sorteado la tormenta bancaria europea con más habilidad.

El banco no sólo se ha llevado activos a precios muy rebajados, (como las divisiones más rentables de Bradford & Bingley), sino que ha conseguido esquivar los horrores crediticios que han humillado a un buen número de poderosas entidades europeas.

Aunque siempre cabe la posibilidad de que esta perspectiva de optimismo cambie, –después de todo, en este momento ni siquiera los banqueros parecen saber con exactitud el estado de sus cuentas– la trayectoria del Santander tiene mérito por partida doble, teniendo en cuenta que España sufre ahora las consecuencias de la crisis inmobiliaria. ¿Cuáles son las verdaderas razones por las que Santander parece haber conseguido salir indemne de la actual situación? Por un lado, la figura del presidente ejecutivo, Emilio Botín, conocido por su extraordinaria perspicacia. No obstante, también resulta interesante analizar la forma en la que Madrid gestiona sus bancos.

Uno de los principales factores que ha ayudado a proteger a Santander de algunos de los problemas globales es la férrea estrategia reguladora que el Banco de España ha adoptado en los últimos años.

A principios de esta década, el banco central decidió manifestarse en contra de que los bancos depositaran enormes cantidades de activos crediticios fuera de sus balances. Poco a poco comenzó a exigir a los bancos que mantuvieran un nivel de reservas mayor del contemplado en la normativa contable internacional.

Por consiguiente, el Banco de España aplicó furtivamente una revisión de las normas de la Unión Europea para disuadir a los bancos del país de crear productos como los vehículos de inversión estructurados. Además, cuando bancos como el Santander se embarcaron en una oleada de adquisiciones en México, el banco central aplicó una política de contención.

En un principio, todos se sorprendieron de la posición adoptada por la entidad. Después de todo, al principio de esta década, instituciones como la Reserva Federal se mostraron convencidas de que los bancos no tenían necesidad de mantener grandes cantidades de capital después de que la innovación redujera su exposición al riesgo crediticio.

Sin embargo, España ya había pasado una virulenta crisis bancaria dos décadas atrás y desde entonces su banco central comenzó a tener aversión al riesgo, mostrando además una mayor disposición a la heterodoxia que, por ejemplo, Alemania.

Nada de esto garantiza que España pueda salir indemne de la crisis crediticia. Después de todo, el país tiene que hacer frente a las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria.

Sin embargo, la actitud conservadora de Madrid ha servido para amortiguar el golpe de la crisis y de esa estrategia se pueden extraer interesantes conclusiones. En primer lugar, los financieros más prudentes son los que han vivido otras crisis. En segundo lugar, la trayectoria de España demuestra que conviene que los países más pequeños desafíen de vez en cuando el consenso global.

Pero en tercer lugar, la experiencia española pone de manifiesto la ventaja de que los bancos centrales intervengan en la regulación. En los últimos años, otros bancos europeos mostraron su inquietud ante la tendencia del sector bancario global. Basta recordar las declaraciones del presidente del BCE, Jean Claude Trichet, el año pasado. Y aún así la entidad europea no pudo entonces tomar cartas en el asunto por no tener postestad para ejercer un control de los bancos.

No obstante, a medida que se agrava la situación de la banca europea, parece más clara la necesidad de una revisión de esta política. El punto de partida del debate podria ser el análisis de por qué algunos bancos han quebrado y otros, como Santander, han salido indemnes de la crisis.

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