Ayer y hoy de «Don Giovanni»
Brillan la tensión aplicada en los momentos culminantes, la calidad interna de la Filarmónica de Viena y el perfil originalísimo de los recitativos forzados a la prosodia del texto
ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE / SALZBURGO (AUSTRIA)
Día 12/08/2010
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Montaje de «Don Giovanni»
Como cualquier ciudad turística, llegado el anochecer, Salzburgo aparece abandonada. Sin embargo, también aquí hay vida por descubrir. En la Kapitelplatz, por ejemplo, cada noche, una gran alfombra de público atiende entusiasmada a la proyección de conciertos y representaciones del Festival de Salzburgo emitidos en pantalla gigante gracias al proyecto Siemens FestSpielNächte en el que colabora la ORF. Es una más de las múltiples manifestaciones de un acontecimiento musical y ciclópeo que este año se explica a través de la exposición «Das Grosse Weltheater» (El gran teatro del mundo) organizada con motivo del noventa aniversario del festival y que se exhibe en la Neue Residenz. Un estupendo libro, al módico precio de poco más de veintidós euros, resume el contenido de lo expuesto, desde la inauguración formal en 1920, con la representación de «Jedermann» de Hugo von Hofmansthal que este año vuelve a reponerse con llenos continuos, la escritura que este autor hizo del manifiesto fundacional, hasta la actualidad, sin olvidar el trabajo de Max Reinhardt, la presencia como director Richard Strauss, los difíciles años de la gran guerra, el crecimiento de la era Karajan, la renovadora de Gerard Mortier y la más «estable» dibujada ahora por Jürgen Flimm.
Al público de Kapitelplatz se le ofrecen muy distintas grabaciones. En directo ha visto la polémica «Lulú» que se estrena este año y de la que hablaremos. Entre las demás se encuentra «Don Giovanni» en la puesta en escena de Claus Guth que se presentó hace dos años para escándalo de los asistentes que sometieron al director Bertrand de Billy a un chaparrón que hizo época y que colaboró a dejar dibujada la totalidad del espectáculo en algo confuso. Como tal, se ha repuesto este año con un reparto que repite los papeles principales pero que sitúa en el foso al joven Yannick Nézet-Séguin, actualmente en Rotterdam y cuya realización musical sirve para dar un sentido radical distinto a la obra y a la manera en la que se explica escénicamente. Lo confirma la tensión aplicada en los momentos culminantes, muy especialmente el final, la calidad interna de muchos detalles estupendamente aplicados por la Filarmónica de Viena y el perfil originalísimo de los recitativos forzados a la prosodia del texto y, más aún, acoplados como un guante al ritmo escénico y a la intención de fondo de una escenificación de coherentes y abundantes guiños.
Limpiar la cara
Tan sencilla como ingeniosa, la propuesta de Guth se localiza en un bosque giratorio a la luz de la noche. La modernidad macarra de Don Giovanni y su paje dejan sitio a nuemrosos gestos cargados de comicidad y a la realización de otros que colaboran, y es meritorio, a ensamblar eficazmente el disímil segundo acto y la gran escena final con el Comendador convertido en enterrador del protagonista, quien llega maltrecho a la resolución después de haber sido malherido en el arranque de la obra. Erwin Schrott, alardeando de físico, maneja como segunda piel al yonqui Leporello y además logra algunos momentos vocalmente antológicos como el aria del catálogo. También repite Christopher Maltman con el papel principal muy rodado y cierta tendencia a oscurecer la voz que le hace proclive a dibujar los rasgos más armados del personaje aunque a cambio escasee en la serenata y se muestre apurado en la agilidad del complejo «Fin ch'han dal vino». Entre las mujeres destaca, sin duda, Dorothea Röschmann, por la igualdad vocal con la que presenta a Doña Elvira. Merece citarse al español Joel Prieto, ganador de Operalia 2008, de fina línea aunque todavía se encuentre en proceso de maduración del papel de Don Ottavio. Por fin, el éxito ha acompañado a «Don Giovanni» que, en nueva convocatoria, limpia su cara en Salzburgo.
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