¿Son los mercados omnipotentes? Desgraciadamente sí, era lo que decíamos hace apenas unas semanas. Por aquel entonces, la crisis de la deuda parecía estar a punto de arrastrar, después de a Grecia, que ya estaba perdida, a España y, en su impulso, también a Italia. Los líderes europeos parecían incapaces de frenar una espiral infernal que se autoalimentaba.
Pero algo ha sucedido desde entonces. Podemos situar el detonante en torno a la cumbre europea de finales de junio, en la que los Veintisiete (por fin) manifestaron claramente su voluntad de avanzar en el plano de la integración económica y de una unión bancaria. Ponían así fin a meses de prórrogas que había alimentado esa incertidumbre que los inversores temen y que hace feliz a los especuladores.
Posteriormente se produjo un intenso despliegue diplomático, especialmente por parte del presidente del Consejo italiano, Mario Monti, y del presidente español, Mariano Rajoy, unidos en la lucha contra el abominable “diferencial” (la diferencia entre el tipo de interés de su país y el del bono alemán), y del primer ministro griego, Antonis Samaras, que pedíaun balón de oxígeno para su país. También paralelamente se produjo un movimiento que casi podría calificarse de político: Mario Draghi aseguró que el Banco Central Europeo haría “todo” lo que fuese necesario para asegurar la continuidad del euro. Relativamente ausente durante las semanas posteriores a resultar electo, François Hollande va a tener que ponerse manos a la obra en el ámbito europeo: reunión con Angela Merkel el 23 de agosto, con Samaras el 25, con Rajoy el 30 y con Monti el 4 de septiembre. La canciller, por su parte, tiene en su agenda a Monti el 29 de agosto y a Rajoy el 6 de septiembre.
Todo esto debería culminar en la cumbre europea del 18 y 19 de octubre en Bruselas, durante la cual, los jefes de Estado y de Gobierno deberían definir cuál es su enfoque con respecto al caso español, italiano y, sobre todo, el griego. La troika ya habrá hecho públicas sus conclusiones sobre el progreso de las reformas en Grecia a principios de mes y en Bruselas se decidirá, por tanto, si se produce, o no, una eventual flexibilización de las condiciones de austeridad impuestas sobre Atenas.
Para entonces, el Tribunal Constitucional alemán ya habrá dado, o no, el visto bueno a la ratificación por parte de Berlín del Mecanismo Europeo de Estabilidad, decisión prevista para el 12 de septiembre. Algo que resulta indispensable para que los mercados consideren que este instrumento, concebido para ayudar a los países en dificultad, es creíble.
Durante este tiempo, el espectro de una “salida de Grecia del euro” seguirá rondando, porque, al multiplicar las declaraciones tranquilizadoras, numerosos banqueros y políticos parecen prepararse para lo peor. ¿Se trata de un farol? Urge saber qué pasa y poner fin a este juego de caliente o frío que pone muy seriamente a prueba los nervios de los europeos.