viernes, 24 de julio de 2009

El Ciclismo y sus basurítas.

Empieza el acoso a Contador.

Basura sobre Contador
jue jul 23 19:26


Greg Lemond lanza una duda que se clava como un cuchillo: "¿Un corredor con agua del grifo puede lograr la velocidad de ascensión y la potencia producida en Verbier?". Una pregunta que en su día no habría tenido bemoles a formularle a Gino Bartali, el cura volador. Una cuestión que nadie habría planteado sobre Fausto Coppi, el hombre que rozaba el cielo en cada cumbre. Una duda que nadie, en su sano juicio, habría tenido a bien recordarle a Eddy Merckx, aquel caníbal insaciable que devoraba puertos, volatas, maillots y contratos publicitarios. Y por supuesto, una pregunta a la que, a buen seguro, habría estado encantado de responder el ganador del Tour de 1989 y 1990. Un un tal Greg Lemond que, imagino, subía las montañas detrás de Bernard Hinault, el tejón, bebiendo esa misma agua del grifo. Lemond, ventajista, oscuro, acusador y sobre todo, patriota y patriotero con su amigo Lance Armstrong, ha vuelto a confundir el culo con las témporas. Ha tirado la piedra y ha escondido la mano. Ha insinuado que Contador no va limpio, pero no ha aportado ningún tipo de prueba a respecto. Será que hay barra libre para echar mierda sobre la bicicleta de los españoles que, curiosamente, están a punto de ganar por cuarta vez consecutiva el Tour de Francia. Será que al ciclismo le está pasando lo que a la famosa burra del refranero español. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Será que en el ciclismo, los que en su día contribuyeron a su gloria, hoy contribuyen a su destrucción.

Será que el éxito de Alberto Contador, por aquello de que ser español ya no es excusa sino una obligación, ha levantado ampollas. Bruyneel, más un juez prevaricador que un director de equipo, impartía un 70% de justicia para Armstrong y el resto para Alberto, hasta que Contador hizo una prólogo sensacional. Armstrong, un gran campeón que ya no está al nivel de Alberto, confesaba abiertamente que no sería gregario del pinteño, hasta que Alberto le dejó de rueda en Los Alpes y le devolvió a la realidad. Que no es otra que los años pasan y que, a pesar de ser un pedazo de ciclista, hoy día sólo puede ser segundo detrás de Alberto. Será que Alberto Contador, hombre-Tour por excelencia, ha borrado del mapa a todos y cada uno de los que pensaban que se desmontaría a la primera dificultad. Será que es tan buen escalador como sensacional contrarrelojista, como ha quedado demostrado en Anicy, donde ha podido con Cancellara cuando ni siquiera tenía obligación de ganar la etapa y podía haberse dejado ir. Será que Greg Lemond, que en su día mantenía un silencio escrupuloso cuando Armstrong se negaba a realizar controles de sangre en Francia, estaba muy aburrido. Que no tenía nada que hacer, que quería que le doblaran el sueldo por sus columnas en "Le Monde" y ha decidido abrir la caja de los truenos.

Mirando al retrovisor de las sospechas, el fútbol goza de inmunidad y el ciclismo está condenado de antemano. Basta recordar el caso de Carlos Gurpegui o Giovanella - contra los que servidor no tiene nada en absoluto - para darse cuenta de que los que persiguen el balón tienen derecho a la presunción de inocencia. En ciclismo, gracias a los Lemond de turno, que tiran la piedra y esconden la mano, ocurre todo lo contrario. Primero, por los intereses bastardos de los patrocinadores. Segundo, por los intereses espúreos de los directores de equipo. Y tercero, porque los tramposos van un paso por delante de los controles para detectarlos. En suma, en el ciclismo ya no existe la presunción de inocencia. Todo el mundo es culpable, hasta que no se demuestre lo contrario. Será que en el ciclismo, perro sí come carne de perro. Lemond saldrá impune, la UCI le palmeará la espalda, el Tour mirará hacia otro lado y el CSD se hará el sueco. Arrojar basura sobre la cara de Alberto Contador sale gratis.

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