viernes, 4 de junio de 2010

Israel, o el abuso permanente.

La tibia respuesta de EEUU a Israel y el primer presidente judío norteamericano

@Cristina Fernández - 04/06/2010

Sí, se referían a Obama. Cuando ganó las elecciones en noviembre de 2008, las declaraciones de algunos miembros de su círculo más íntimo de Chicago celebrando sus vínculos con la comunidad judía fueron reproducidas por medios en Israel . Incluso vieron en su propia trayectoria personal, en la búsqueda de sus raíces, una experiencia que le ayudaría comprender la postura de Israel en la política mundial.

En Chicago quedaron los mentores judíos de la carrera política de Obama. Ahora su asesor es otro, David Axelrod, también jefe de su campaña electoral. Pero el cargo más alto lo ocupa Rahm Emmanuel, su jefe de gabinete. De no haber aceptado el cargo, Emmanuel iba camino de convertirse en el primer judío que presidiera la Cámara de Representantes, sucediendo a Nancy Pelosi. Sin embargo, tanto Emmanuel como Obama lideraron el cambio en la política estadounidense con respecto a Israel. Obama lo hizo en público, con discursos históricos como el que daría en El Cairo en Abril de 2009. Abrió los brazos al mundo musulman mostrando su compromiso con la paz en Oriente Medio. Y prometió que, por primera vez, Estados Unidos compartiría en público lo que comparte con Israel en privado. Por su parte, Emmanuel trabaja los pasillos del Congreso, los contactos telefónicos y acuerdos puntuales con los legisladores. Ambos simbolizaron el cambio al reclamar a Israel que detuviera el avance de los asentamientos.


El trabajo de estos 18 meses se vio truncado con el ataque de Israel a la flotilla humanitaria que el pasado domingo por la noche intentaba atracar en Gaza y romper así el bloqueo. El revés diplomático, agravado por la cancelación de la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es un duro golpe para una administración que inspiraba aires de cambio. Quienes vieron en el gobierno de Obama y sus vínculos con la comunidad judía una continuación de las políticas estadounidenses con respecto a Israel, también tuvieron esperanza de que sólo una administración como ésta conoce las implicaciones del proceso y puede liderar el cambio. Obama combinó el apoyo a Israel en Naciones Unidas -como anteriores gobiernos-, mientras torcía el brazo de Netanyahu.


Hasta la madrugada del lunes. La respuesta comedida de la Casa Blanca al ataque Israelí -"condenó" los hechos pero no el papel de Israel-, las tres conversaciones teléfoncias entre Obama y Netanyahu a lo largo del día y las negociaciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en reunión de urgencia, representan para muchos las ganas de Estados Unidos por reducir el impacto diplomático que pueda tener el ataque. Hasta ayer, las declaraciones oficiales desde el lunes vienen del lado israelí. Ayer Netanyahu justificó sus acciones y el bloqueo de la franja de Gaza porque su levantamiento serviría a Hamas para convertir el territorio en una base de misiles iraníes.

Las conversaciones EEUU-Israel-Palestina siguen en marcha


Mientras, Obama sigue trabajando en las negociaciones: hoy mismo llegan a Israel los miembros de su equipo para continuar las conversaciones con israelíes y palestinos. Como si nada hubiera pasado. O sí. El portavoz del Departamento de Estado P.J. Crowley afirmó en un comunicado que "este incidente resalta la necesidad de avanzar rápidamente con las negociaciones que puedan llevar a la paz en la región". La Secretaria de Estado Hilary Clinton fue un paso más allá y pidió una investigación internacional.


Quizás para aclarar la postura de Estados Unidos respecto a la operación israelí, ayer Crowley también declaró al Washington Post que habían pedido a Israel "cuidado y restricción" con la flotilla al saber que se acercaban a la franja. Otros oficiales insisten de forma anónima en el New York Times que Estados Unidos necesita cambiar su estrategia con respecto a Gaza.


Muchos han visto en el silencio del gobierno americano una vuelta a la política de adminsitraciones previas, aunque las intenciones de Obama pueden estar muy lejos de las de anteriores presidentes. El incidente en el Mavi Marmara no podía llegar en peor momento para Estados Unidos. Había que defender la postura de un aliado dentro y fuera de Estados Unidos (casi el 80% de los judíos americanos votaron a Obama). Pero también la de un miembro clave de unas negociaciones de paz que pueden ser la guinda del mandato de Obama. Si salen adelante.


Y había que evitar daños colaterales: al tiempo que Estados Unidos alimenta el cambio con Israel y trabaja las conversaciones de paz, su representante en Naciones Unidas, Susan Rice, preparaba el camino para nuevas sanciones a Irán. Si Estados Unidos hubiera tenido que vetar la resolución del pasado lunes agotaba posibilidades en una votación contra Irán.


El episodio diplomático de esta semana es sólo un paso más sobre el hilo que recorre Obama. Pedir al gobierno israelí que congele los asentamientos, era -bajo mirada israelí- respaldar uno de los requisitos del gobierno palestino para entrar en conversaciones. Durante estos 18 meses le ha costado desafíos por parte de Netanyahu -el más sonado en plena visita del vicepresidente Biden a Jerusalén el pasado mes de marzo- y de los lobbies judíos en Washington. Éstos mantienen su lucha particular, presionando al Congreso para que no respalde la política de la administración en este asunto. Uno de los momentos más claros de estas diferencias fue escenificado cuando el lider de la minoría en el congreso, Eric Cantor, le pidió a Emmanuel que rebajara el tono contra Israel.


Obama es el primer presidente que ha pedido la congelación de los asentamientos, mostrando oposición directa a una de las medidas del primer ministro israelí. Nadie antes había hecho política exterior con Israel enfrentándose a su primer ministro. No sabemos aún si el "incidente" del pasado lunes ha cambiado esto, si Obama abandonó el cambio y vuelve a ser "el primer presidente judío". Desde el New York Times ya le avisan: "Tiene que meter a Israel en razón y convencerle de que abandone sus planes de interceptar otras flotillas que navegan hacia Gaza -sería una catástrofe tanto para Israel como para América".

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