Un plan ferroviario ilustra los problemas europeos
BRUSELAS—Metido en las entrañas de los Alpes, se construye un túnel ferroviario que resalta los problemas que afronta la Unión Europea para financiar proyectos orientados a estimular el estancando crecimiento económico.
El Túnel de Brennero es parte de un trazado ferroviario que debería extenderse unos 2.250 kilómetros entre Sicilia y Berlín con la ayuda de unos 1.000 millones de euros, o US$1.230 millones, provenientes de la UE. Una vez que el túnel se complete, reducirá a la mitad el tiempo que los pasajeros y la carga demoran en cruzar el paso montañoso.
El túnel de 55 kilómetros debería estar terminado en 2025, diez años después de lo previsto inicialmente. Pero también se deben instalar cientos de kilómetros de pistas de acceso, en particular del lado italiano.
Las demoras subrayan las dificultades que atraviesa Europa para conectar sus redes nacionales de transportes, un proceso que exige la coordinación de gobiernos nacionales, agencias estatales, empresas privadas y burócratas europeos. También refleja los problemas de la UE para alcanzar una mayor integración económica y política, que también ha obstaculizado la resolución de la crisis de deuda soberana.
La Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE con sede en Bruselas, busca la aprobación de los 27 miembros de la Unión para gastar 32.000 millones de euros en transporte en los cinco años posteriores a 2014. Brenner y otros proyectos similares ilustran lo difícil que es lograr que los fondos europeos estimulen el crecimiento en las regiones que más lo necesitan. La tarea, asimismo, se complica en un entorno caracterizado por las políticas de austeri dad.
Fabian Zuleeg, economista jefe del Centro Europeo de Políticas, un centro de estudios de Bruselas, indicó que muchos países que se beneficiarían de la asistencia de la UE para construir carreteras y vías férreas son los que menos pueden costear su parte de la cuenta. Los expertos señalan que debido a que Bruselas debe ceder ante los deseos de los gobiernos nacionales, los fondos de la UE muchas veces terminan financiando proyectos que despilfarran dinero en lugar de iniciativas que ayudan al continente.
"Tiene que ver con el poder, la relación de poder entre los estados miembros y Bruselas", afirma Bent Flybjerg, profesor de la Universidad de Oxford que estudia la economía de los megaproyectos. "Se dice que no se puede hacer nada que ofenda a los estados miembros".
José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, ha prometido que este gasto en infraestructura "generará crecimiento y empleos". Las normas de la UE, no obstante, limitan la flexibilidad de Bruselas para enviar ayuda donde más se necesita. Una regulación prohibe que la UE financie más de 30% del costo de construcción de un proyecto de infraestructura. El resto debe ser aportado por los países miembros.
El resultado es que algunos de los países más necesitados de fondos del bloque están cancelando iniciativas importantes de infraestructura.
Portugal suspendió en marzo el programa de trenes de pasajeros de alta velocidad que tenía planeado, que hubiera conectado a las principales ciudades del país y reducido a menos de la mitad el viaje entre Lisboa y Madrid. El gobierno, en cambio, tratará de construir una red menos costosa para el transporte de carga.
Grecia, donde la recesión ya lleva cinco años, archivó en 2008 la mitad de un plan para construir una vía férrea que conectara los principales puertos del país debido a dificultades técnicas y financieras, dijo una persona cercana. La otra mitad del proyecto aún no ha superado la fase de estudio.
"Un conjunto de países en Europa ha tenido que redefinir prioridades para sus fondos", dijo Zuleeg. "Por desgracia, las inversiones públicas de largo plazo son una de las primeras cosas que se eliminan cuando hay una crisis".
Helen Kearns, vocera jefe de la Comisión Europea para temas de transporte, indicó que no es negativo que los planes de transporte de la UE se centren en metas económicas a largo plazo más que en problemas a corto plazo. "Debe haber una relación entre los beneficios que podemos prever a largo plazo y las inversiones que realizamos hoy", sostuvo.
La portavoz se refirió a algunos emprendimientos en los últimos años. Bruselas gastó unos 127 millones de euros en el Puente Oresund que une Suecia y Dinamarca, por ejemplo, que integró las economías de Malmo y Copenhagen luego de ser inaugurado en 2000 y recibe el crédito de haber ayudado a reducir el desempleo en Malmo.
WSJ.en español
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