martes, 27 de abril de 2010

Manualillos para una crísis ( 1 )

Mastricht en el desván.

Evolución de las finanzas públicas en Europa

Ningún país de la zona euro cumple hoy los requisitos para entrar en ella
En pleno debate sobre la resistencia de la zona euro a los ataques sobre los mercados, un análisis de las cifras macroeconómicas lleva a constatar que ninguno de los países miembros cumple hoy con los criterios de convergencia exigidos por Maastricht. Las cuentas públicas, castigadas por los planes de salvamento económico, explican una situación inusitada.
Marcos Ezquerra - Madrid - 27/04/2010

En plena tormenta de los mercados, que atacan sin cuartel a Grecia por sus niveles de déficit y deuda pública, queda claro que la actual es la crisis más grave a la que se ha enfrentado la Unión Económica y Monetaria, y cada vez más voces cuestionan si el grupo saldrá de ella íntegro. Más allá de la posibilidad de alguna salida del club, un análisis de los datos macroeconómicos que sirvieron de criba para formarlo lleva a una preocupante conclusión: ni uno solo de sus miembros cumpliría hoy los requerimientos que se exigieron en 1998.

La clave de esta constatación se encuentra en los dos requerimientos referidos a las cuentas públicas: el déficit y la deuda. Tras los vaivenes de los primeros años del euro, el grueso de los países miembros había llegado a aproximarse a la ortodoxia en 2007. Poco duró, porque la crisis financiera internacional iniciada ese año, traducida en crisis económica en 2008 y, sobre todo, 2009, llevó a los Gobiernos a instaurar ingentes planes de estímulo fiscal para salvar a sus países de la depresión. El resultado es bien conocido, con los déficits públicos en récords históricos y los niveles de deuda escalando a un ritmo frenético. Así las cosas, sólo dos pequeños países (Finlandia y Luxemburgo) cumplen hoy los requerimientos de Maastricht en esos aspectos, al mantener su déficit por debajo del 3% del PIB y su deuda, del 60%.

Más grave es que la mayoría de los incumplimientos no se limitan a desviaciones marginales, sino que buena parte de los países miembros duplican y hasta triplican los umbrales permitidos. Los casos más flagrantes, en materia de déficit público, son los de Irlanda (14,3% del PIB), Grecia (13,6%), España (11,2%) y Portugal (9,3%), los componentes del despectivo acrónimo PIGS, aunque, ya fuera del euro, un país del prestigio ante los mercados del Reino Unido alcanza también el 11,5%. En cuanto a la deuda, se llevan la palma negativa Italia (115,8%), Grecia (115,1%), y Bélgica (96,1%), mientras que España, con un 53,2% al cierre de 2009, todavía cumple.

Definición de "mejor país"

El tercer criterio, la estabilidad de precios, aparece hoy condicionado por la anormal situación económica. El deterioro de la demanda, unido al efecto base del petróleo, mantiene la inflación cerca de mínimos históricos en la mayoría de los países miembros. Poco podían imaginar los definidores del criterio que la media de "los tres mejores países" que se toma como referencia (es decir, los de menor inflación) alcanzaría una tasa negativa del -0,5%. Difícilmente puede calificarse de "mejor país" a Irlanda, donde la caída de precios del 2,4% supone una amenaza de deflación, como acaba de corroborar el FMI. Así las cosas, hasta 11 de los 16 países del euro superan el umbral de inflación que, según Maastricht, sería tolerable (1,5 puntos más que la media de los tres más bajos, es decir, un 1%). Entre los incumplidores están Finlandia y Luxemburgo, de modo que, si se combina este criterio con los dos de las cuentas públicas, se concluye que ningún país miembro estaría hoy capacitado para entrar en el selecto club.

Y ello, sin entrar en la situación de los tipos de interés a largo plazo, donde la criba se situaría dos puntos por encima de la de los tres países con menores tasas. En este caso, Grecia quedaría apartada. Maastricht exigía un último criterio, el de la estabilidad cambiaria, que ha quedado desvirtuado tras la puesta en marcha la Unión Monetaria. La renuncia a las monedas locales garantizó, al menos, la ausencia de sustos en ese aspecto.

La manga ancha de hace doce años
El 3 de mayo de 1998 el Consejo Europeo, basándose en el informe de la Comisión, constató el "cumplimiento de los requisitos" por los 11 países que adoptarían el euro como moneda propia el 1 de enero de 1999 (todos, salvo Reino Unido, Suecia, Dinamarca y Grecia). Las cifras demuestran que dicho cumplimiento no fue del todo estricto.

Estabilidad de precios. 14 de los 15 países que formaban la Unión Europea cumplieron con el valor de referencia, establecido en el 2,7%. España estaba entre ellos.

Cuentas públicas. Sólo cinco países tenían un déficit menor del 3%, pero el Consejo valoró la clara tendencia hacia la reducción de otros nueve (entre ellos, España). Algo similar sucedió con la deuda pública, donde, pese a que sólo cuatro cumplían el umbral del 60%, el Consejo adoptó una postura laxa. Todos habían logrado recortes significativos, salvo Alemania, que todavía hacía frente a las consecuencias de la reunificación.

Tipos de interés. El límite, cumplido por todos los miembros salvo Grecia, se estableció en el 7,8% del PIB.

Estabilidad cambiaria. Diez países cumplían con que su tipo de cambio no hubiese fluctuado más del 2,25% en los dos años anteriores. Finlandia e Italia se habían incorporado al Sistema Monetario Europeo menos de dos años antes (requisito inicial de Maastricht), pero la lira y el marco finés también fueron aceptados.


La cifra
6,3% era el déficit presupuestario medio de la zona euro en 2009. En conjunto, los 16 países que son ahora miembros duplican de largo la exigencia del Tratado de Maastricht.

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