Inversión
Una carrera de obstáculos hacia la recuperación global
El alto endeudamiento, las dudas sobre la banca, el impacto del ajuste fiscal y el paro marcan las estrategias de inversión.
Fernando Martínez - Madrid - 24/07/2010
El camino hacia la recuperación es una carretera llena de obstáculos de consideración, que todo inversor deberá tener en cuenta a la hora de trazar sus estrategias, también los meses de verano. En términos generales, la actividad económica mundial está en marcha de nuevo, aunque más escorada hacia los países emergentes. Pero muchas cuestiones siguen aún pendientes. Destacan tres: el ingente volumen de deuda pública, la fragilidad del sistema bancario y las repercusiones de todo ello en el empleo y el consumo.
La principal incógnita por despejar es precisamente la que radica en el epicentro del peor seísmo económico desde la Gran Depresión de los años treinta: la deuda. El foco, sin embargo, ha cambiado. Si en los ahora lejanos años 2007 y 2008, la crisis de deuda era un asunto exclusivamente del sector privado y de los hogares, hoy ha pasado a ser un problema principal para los Gobiernos. De acuerdo con datos de la OCDE, que agrupa a 32 economías desarrolladas, el volumen de deuda pública de los países del área asciende a 20,6 billones de dólares (unas 16 veces el PIB de España). El banco HSBC prevé que al menos 35 países concluyan el año con un déficit público superior al 4% del PIB. Con la excepción de China, todas las grandes economías están dentro de este grupo.
La segunda cuestión sin resolver es la fragilidad del sistema financiero, que se traduce en un fuerte endurecimiento de las condiciones de financiación para todos los grupos: Gobiernos, sector privado y hogares. La publicación de las pruebas de estrés de la banca europea este pasado viernes debe contribuir a calmar algo las aguas, si bien hace tiempo que el mercado se hizo una composición de lugar sobre los resultados de este análisis. Queda mucho camino para que el crédito vuelva a fluir con normalidad y, mientras esto no suceda, el tejido empresarial seguirá viviendo bajo la amenaza de ver estrangulada su financiación. De hecho, el FMI ha alertado esta misma semana de las "debilidades" del sistema bancario de la zona euro y de la excesiva dependencia de "demasiadas entidades" de la liquidez del BCE.
De acuerdo con los datos del banco de pagos internacionales (BIS), el banco central de los bancos centrales, las entidades de Europa y EE UU deberán refinanciar casi 5.000 millones de dólares de deuda entre 2010 y 2012. "Esto es especialmente problemático en un momento en que la deuda representa el 21% del capital bancario de EE UU y el 42% de la zona euro", explican desde la firma Lombard Odier.
La tercera derivada de esta situación es el desempleo, del que España es una buena muestra, con un crecimiento de 12 puntos porcentuales en la tasa de paro en tan sólo un año, un movimiento tan brusco que es improbable que se repita. A todo esto, el mundo se ha entregado con fe ciega al buen hacer de los bancos centrales, que se han empleado a fondo para evitar el naufragio -El BCE ha desembolsado 60.000 millones de euros para desbloquear el mercado de deuda soberana-, pero no es suficiente. "Las políticas monetaria y fiscal son buenas para evitar que un estancamiento económico de varios años se transforme en una gran depresión, pero es improbable que tengan la fuerza suficiente para generar una recuperación estandarizada en la actividad económica", explica en un informe el economista jefe de HSBC, Stephen King.
En resumen, lo que hace falta es que la maquinaria se ponga en movimiento por sí sola y eso es algo que aún está por ver. Una muestra de ello fue el rápido ajuste que experimentó en mayo la venta de viviendas en EE UU una vez que concluyeron los estímulos fiscales para apoyar al sector residencial. Hace falta un mayor grado de confianza en las perspectivas futuras. "El problema de Europa no es tanto de actividad, sino de credibilidad de los países periféricos, de las cuentas públicas, de los déficit y de la capacidad para financiarlos. Por eso los balances de los Estados han centrado toda la atención del mercado hasta ahora", explica Fernando Hernández, de Inversis.
Mejores perspectivas para España
Un caso claro de los efectos de la credibilidad es el de España: con un nivel de déficit público similar al de las grandes economías del continente y un volumen de deuda notablemente inferior, el mercado ha castigado la marca España sin vacilación. El Ibex 35 es el peor índice entre los grandes europeos, con una caída acumulada en el año del 13%, frente a la ganancia del 3,5% del Dax. La prima de riesgo de la deuda soberana ronda los 170 puntos básicos (1,75 puntos porcentuales) respecto a la alemana; es decir, España todavía paga un 65% más que Alemania para colocar su deuda.
"La visión de consenso respecto a España era excesivamente pesimista", opinan desde UBS. "Los últimos indicadores muestran signos de una tentativa de estabilización, antes que de una aceleración de la crisis", explica el banco. La entidad espera que los datos del PIB del segundo trimestre confirmen la evolución positiva, como ya lo hicieron los del primer trimestre (0,1%). El problema principal radica en la persistencia del alto desempleo y en la consiguiente repercusión en el consumo doméstico, que permanecerá "extremadamente débil". Para UBS, el punto de apoyo para la economía española serán las exportaciones, que representan ya el 35% del PIB y cuyo ratio de crecimiento supera la media de la UE.
Un futuro no tan malo
Pese a todo, las perspectivas económicas mundiales no son tan dramáticas como pudiera parecer. A fin de cuentas, el FMI pronostica un crecimiento medio superior al 4%.
"La recuperación será desigual, con Asia en cabeza y Europa rezagada", confirma en un informe Willem Buiter, economista jefe de Citi. "Pero los temores del mercado de una doble recesión son enormemente exagerados", avisa Buiter. El camino hacia la recuperación está lleno de obstáculos, pero eso no significa que sean insalvables.
Las claves
1. Crecimiento desigual. Desde el principio, la crisis no ha golpeado de la misma manera en todas partes. La tasa de paro de España, sin ir más lejos, duplica el promedio de la UE. El FMI prevé que las economías emergentes crecerán más de un 6% este año y el próximo, despuntando China con ritmos próximos al 10%. En contraste, EE UU registrará tasas del orden del 2,5% y en el caso de Europa, las principales economías se quedarán por debajo del 2%. Para España, las tasas positivas no llegarán hasta 2011.
2. Alto endeudamiento. Las políticas masivas de estímulo aplicadas por los Gobiernos para contrarrestar los efectos de la crisis han dejado una pesada carga de deuda que ahora hay que deshacer. La OCDE teme que el endeudamiento público alcance en 2011 un promedio del 100% del PIB en los países de su área, lo que supone un incremento de 30 puntos porcentuales en tres años. A esto hay que sumar los excesos de endeudamiento en los que incurrieron el sector privado y los hogares en los años del dinero fácil.
3. El problema del paro. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) cifra en 210 millones el número global de parados, un récord histórico. El organismo calcula que será necesario crear 470 millones de puestos de trabajo en los próximos 10 años para absorber las nuevas incorporaciones al mercado laboral. En España, el desempleo ronda el 20% y aunque empieza a dar ciertas señales de estabilización, en sectores como la construcción y la industria aún se están destruyendo puestos de trabajo.
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