Y vuelta a empezar!
Los préstamos riesgosos vuelven a aflorar en EE.UU.
Las firmas financieras, ansiosas por conquistar nuevos clientes, flexibilizan sus estándares; ¿aprendieron la lección?
Por Ruth Simon y Jessica Silver-Greenberg
Shirley Davis, de 66 años, una administradora jubilada de una telefónica en Nueva York, tiene más de US$33.000 en deudas, gana sólo US$2.414 al mes y se declaró en bancarrota en junio. Poco antes, recibió una carta de Capital One Financial Corp. que le ofrecía una tarjeta de crédito, pese a haberla demandado en 2006 para recuperar US$4.470 que debía en otra tarjeta de crédito del banco.
"En algún momento la perdimos como consumidor y nos gustaría que regresara", decía la carta. Davis dice que quedó perpleja. "Ni siquiera yo me daría una tarjeta de crédito en estos momentos", afirmó.
Incluso cuando los prestamistas tienen problemas para salir de la crisis de crédito, empiezan a surgir señales de un nuevo y potencialmente peligroso romance con los prestatarios de riesgo. Desde tarjetas de crédito y préstamos para autos hasta hipotecas, la ansiedad por conquistar a clientes nuevos está llevando a algunas instituciones financieras a relajar los estándares para otorgar préstamos y a cortejar a prestatarios que quizás no puedan pagar.
Una vocera de Capital One indicó que los clientes que "saldaron" sus viejas deudas podrían obtener una oferta de tarjeta de crédito "con límites de gastos apropiadamente conservadores". La vocera sostuvo, sin embargo, que eso no garantiza que "un cliente reciba una tarjeta".
Fannie Mae, gigante hipotecario en manos del gobierno estadounidense desde 2008, lanzó una iniciativa en enero para que algunos compradores de su primera vivienda obtengan un préstamo con un pago inicial de tan sólo US$1.000. A su vez, la firma de valores Morgan Stanley Smith Barney, una agencia de corretaje cuya propiedad comparten Morgan Stanley y Citigroup Inc., les ofrece a algunos clientes líneas de crédito sobre el valor acumulado de una residencia de hasta US$2,5 millones.
Las compañías que emiten tarjetas de crédito enviaron por correo 84,8 millones de ofertas de tarjetas a prestatarios estadounidenses de alto riesgo, o subprime, en los primeros seis meses de este año, un aumento frente a los 43,7 millones registrados un año antes, estima la firma de investigación Synovate. Casi 8% de los préstamos para autos nuevos en el último trimestre fueron destinados a prestatarios con el rango más bajo de calificaciones de crédito, un aumento frente al 6,2% en el cuarto trimestre de 2009, según J.D. Power & Associates y Fair Isaac Corp.
Los prestamistas aseguran que aprendieron la lección cuando reventó la burbuja de bienes raíces y que ahora son cuidadosos en momentos en que la llave del crédito vuelve a abrirse.
"Todos aquí están muy conscientes de las disrupciones financieras de las que todos hemos salido y quieren asegurarse de que cumplimos los estándares apropiados", afirma Gina Proia, vocera de Ally Financial Inc., el prestamista automotor que se llamaba GMAC Financial Services.
John D. Hawke Jr., regulador jefe de EE.UU. de bancos nacionales de 1998 a 2004, sostiene que un aumento en los préstamos a personas con un perfil de crédito más riesgoso no necesariamente es tan malo, siempre y cuando las instituciones financieras manejen el riesgo de forma apropiada.
"Lo que nos llevó a este lío fue que la concesión de los préstamos no se basó en el enfoque convencional de regirse por la capacidad de pagar de los prestatarios", indica Hawke.
Kathleen Day, una vocera del Centro para los Préstamos Responsables, afirma que el grupo observa que "los bancos están regresando al mercado subprime a un ritmo constante y otorgan préstamos a personas que no tienen la capacidad de devolverlos".
Muchas instituciones financieras que sobrevivieron la crisis están desesperadas por registrar un aumento en los ganancias, pero los préstamos a las empresas representan menos de 20% de todos los préstamos en circulación, calcula Frederick Cannon, co-director de investigación del banco de inversión Keefe, Bruyette & Woods Inc.
Algunos prestamistas dicen que están dispuestos a flexibilizar sus estándares porque las personas que asumen créditos en la primera fase de una recuperación son menos riesgosas y por lo tanto, más rentables. Pero, a algunos prestatarios que se metieron en problemas les cuesta creer que las firmas financieras vuelvan a interesarse por ellos.
Malissa Peloquin, una residente de 40 años de Illinois, dice que recibió seis ofertas para tarjetas de crédito desde que ella y su esposo salieran de la bancarrota en junio. Aún debe más de US$73.000 en préstamos estudiantiles.
"Todas estas ofertas decían... 'Usted ha sido pre-aprobado'", dice. "Pero yo no cumplo los requisitos".
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