El abismo fiscal y el papel del dólar como refugio
Por DAVID COTTLE
No es posible mantener controlada una buena crisis.
Al inicio de la semana pasada hubo algunas esperanzas de que los mercados financieros mundiales pudieran calmarse y enfocarse en los resultados corporativos, como solían hacerlo en los buenos días de antaño.
Pero no hubo esa suerte. Las revisiones a la baja de las cifras oficiales del PIB español pusieron nuevamente a la desafortunada nación al centro de la atención. Mientras el enfoque estaba allí, una de las 17 regiones de España, Valencia, dijo que no pudo equilibrar sus libros y que solicitaría ayuda a Madrid. Y no es que Madrid tenga mucha ayuda para ofrecer.
Esto, por supuesto, inició el acostumbrado pasatiempo del mercado de adivinar quién será el próximo, por lo que -cuando comienza una nueva semana- los inversionistas mundiales están más interesados en la política regional española de lo que estuvieron nunca antes.
Además de España, existen dudas sobre el rescate a Grecia en momentos en que la "troika" de acreedores se dirige a Atenas. Los sospechosos de siempre, incluido el vicecanciller de Alemania, Phillip Roesler, han estado recordando a Grecia dónde deberían estar sus lealtades. "Si Grecia no cumple esas condiciones (preacordadas), entonces puede no haber más pagos (de ayuda)", dijo.
Ciertamente, el euro fue aplastado, y se debilitó frente a todo, incluido el dólar estadounidense, frente al cual continúa derrumbándose a mínimos de dos años. El dólar y el yen están volviendo a su rol usual post-crisis de refugios contra la tormenta del euro. De hecho, los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años acaban de registrar un nuevo mínimo récord de 1,412%, y probablemente alcancen otro antes que se edite esta columna.
No obstante, antes que los optimistas sobre el dólar se sientan demasiado cómodos, deberían mirar el final de la semana pasada.
Como escribieron analistas de HSBC, parece que tanto la crisis de la zona euro como el abismo fiscal de Estados Unidos están surgiendo simultáneamente como los impulsores de las inversiones. En otras palabras, es posible que a los mercados no les guste mucho el euro, pero tampoco están convencidos con el dólar debido al propio callejón sin salida que se aproxima para la deuda de Estados Unidos.
Por lo tanto, más que el dólar, vimos una apreciación de otras monedas líquidas del G10 como la libra, los dólares australiano y canadiense, la corona sueca, la corona noruega, así como los activos de renta fija de los mercados emergentes, escribió el banco.
Ahora, puede que esto solo sea una cuestión pasajera y, si las tensiones de la zona euro se vuelven extremas esta semana, es muy probable que los inversionistas continúen con lo que creen que conocen y se aferren en masa al dólar.
No obstante, si este asunto extiende la compresión de los rendimientos y la diversificación desde las dos hermanas feas, tanto el euro como el dólar serán un nuevo y desagradable asunto, escribió HSBC.
Sus analistas creen que un deseo de mantenerse alejado de ambas monedas está detrás de la fortaleza relativa de la libra está, pese al lamentable estado de la economía del Reino Unido, y de la fortaleza objetiva del dólar australiano pese a los recortes de tasas, la desaceleración de la economía china y la caída de los precios de las materias primas.
Por supuesto, nada se acerca a igualar el tamaño y liquidez del dólar, pero, a pesar de todo, el mundo parece estar buscando nuevos refugios en el mercado.
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