WIMBLEDON | Semifinales
Federer, a un paso de Sampras
Roger Federer celebra su victoria ante Novak Djokovic. | Afp
Roger
Federer fulminó en cuatro sets a Novak Djokovic en la pista central de
Wimbledon (6-3, 3-6, 6-4, 6-3) y está a un solo partido de recuperar el
número uno mundial, a la espera de la finalísima del domingo y en la que
podría ser su séptima victoria en un torneo que siempre le ha sido
propicio. [Narración]
En una semifinal disputada con el ímpetu y la emoción de una auténtica final, el suizo y el serbio se midieron por primera vez en hierba y bajo techo cubierto, en unas condiciones que favorecieron el juego trepidante que impuso de entrada Federer, implacable al servicio y con una auténtica exhibición de bolas cruzadas.
"He jugado más de 100 partidos de alta competición en hierba y creo que sé como se juega», anticipó el suizo. «Pienso que el jugador más agresivo es que el obtiene al final la recompensa si juega como debe hacerlo".
Fiel a los presagios, Federer atacó de entrada desde la línea de fondo y descolocó al todavia «número uno» mundial desde el primer set, disputado en menos de media hora. Djokovic se desquitó en el segundo set y dio la impresión de haberle tomado la medida la hierba, un terreno en que aún le falta la confianza necesaria, pese a la final ganada el año pasado ante Nadal.
"Roger ha sido tan dominante y consdistente en esta superficie que es para mí como el último reto", confesó de entrada el serbio. "La pista de hierba es la que más favorece a su juego, no hay más que ver el éxito que ha tenido durante años».
Como si no le pesaran los treinta, superados ya los problemas de espalda que le hicieron renquear los primeros lances del torneo, Federer ha vuelto a ser el rey indiscutible de Wimbledon en un partido jugado a un ritmo trepidante y en poco más de dos horas.
Pese a la remontada de Djokovic en el segundo set, el suizo volvió a tomar el mando en el ecuador de la tercera tanda, donde ya dispuso de una bola de 'break' con 3-2 a su favor, en un juego apasionante que levantó al público de sus asientos. La segunda oportunidad le llegó con 5-4, y esta vez no perdonó.
Con el público volcado a su favor, Federer aprovechó el desconcierto y los errores no forzados del serbio para imponer de nuevo su ritmo demoledor y mancharse en volandas hacia la final. Djokovic plantó aún resistencia con 4-1 en contra y empezó a servir como no lo había hecho desde el segundo set. Pero Federer jugaba ya con el aplomo de sus mejores épocas y hasta dio la impresión de haber ahorrado los sudores para la final.
En una semifinal disputada con el ímpetu y la emoción de una auténtica final, el suizo y el serbio se midieron por primera vez en hierba y bajo techo cubierto, en unas condiciones que favorecieron el juego trepidante que impuso de entrada Federer, implacable al servicio y con una auténtica exhibición de bolas cruzadas.
"He jugado más de 100 partidos de alta competición en hierba y creo que sé como se juega», anticipó el suizo. «Pienso que el jugador más agresivo es que el obtiene al final la recompensa si juega como debe hacerlo".
Fiel a los presagios, Federer atacó de entrada desde la línea de fondo y descolocó al todavia «número uno» mundial desde el primer set, disputado en menos de media hora. Djokovic se desquitó en el segundo set y dio la impresión de haberle tomado la medida la hierba, un terreno en que aún le falta la confianza necesaria, pese a la final ganada el año pasado ante Nadal.
"Roger ha sido tan dominante y consdistente en esta superficie que es para mí como el último reto", confesó de entrada el serbio. "La pista de hierba es la que más favorece a su juego, no hay más que ver el éxito que ha tenido durante años».
Como si no le pesaran los treinta, superados ya los problemas de espalda que le hicieron renquear los primeros lances del torneo, Federer ha vuelto a ser el rey indiscutible de Wimbledon en un partido jugado a un ritmo trepidante y en poco más de dos horas.
Pese a la remontada de Djokovic en el segundo set, el suizo volvió a tomar el mando en el ecuador de la tercera tanda, donde ya dispuso de una bola de 'break' con 3-2 a su favor, en un juego apasionante que levantó al público de sus asientos. La segunda oportunidad le llegó con 5-4, y esta vez no perdonó.
Con el público volcado a su favor, Federer aprovechó el desconcierto y los errores no forzados del serbio para imponer de nuevo su ritmo demoledor y mancharse en volandas hacia la final. Djokovic plantó aún resistencia con 4-1 en contra y empezó a servir como no lo había hecho desde el segundo set. Pero Federer jugaba ya con el aplomo de sus mejores épocas y hasta dio la impresión de haber ahorrado los sudores para la final.
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